Hasta 2006 Japón parecía abocado a terminar con la ley sálica. El entonces emperador, Akihito, tenía dos hijos varones: Naruhito y Fumihito. El primero, su heredero y siguiente en la línea de sucesión sólo tenía a una hija, Aiko, por lo que la reforma de la ley se hacia obligatoria: un día, Aiko sería la primera emperatriz de Japón. Pero entonces, en septiembre de ese año, nació Hisahito, el primer hijo de Fumihito, y el debate se abrió. ¿Debería acabarse con la ley sálica o modificar la vía de sucesión? Ganó la segunda posibilidad y gracias a su hijo varón, Fumihito se convirtió en el heredero de su hermano, la medida que permite seguir con la dinastía de varones al frente del país.

El domingo pasado, Fumihito debería haber visto confirmada su posición de heredero en una ceremonia específica para ello pero la pandemia del coronavirus obligó a aplazar la ceremonia de manera indefinida. Este evento, cuando suceda, pondrá punto y final a la posibilidad de ver a una mujer al frente del país nipón.

Todo este proceso empezó en 2019, cuando el entonces emperador, Akihito, de 86 años, decidió abdicar del trono debido a su avanzada edad. Fue el primer emperador en abdicar del trono en más de 200 años. La ultima vez que algo así había ocurrido fue en 1817, cuando el emperador Kokaku abdicó a favor de su hijo Ninko. Por aquel entonces ya estaba decidido que Aiko no llegaría nunca a sentarse en el trono: Fuhimito sería declarado Koshi, el título que recibe el primero en la línea sucesoria, en abril de este año, algo que sólo la pandemia evitó.

Sin embargo, la proclamación de Fumihito como heredero podrá simplemente aplazar un problema. Por lo pronto, las mujeres tienen vetado el acceso al Trono del Crisantemo, pero la familia imperial sólo cuenta con tres varones en la línea de sucesión y el tercero de ellos es Masahito, el hermano del emperador emérito, octogenário. Según una encuesta de la televisión pública NHK, a finales de 2019, un 74% de los japoneses apoya la posibilidad de abrir el trono a una emperatriz. Sin embargo, el fin de la ley sálica no está en la agenda política.

Cuando Fumihito sea declarado Koshi, y la línea de sucesión esté confirmada, todos los ojos mirarán a Hisahito, el joven de 13 años que tendrá la responsabilidad de liderar el país. Además de llegar a ser emperador a él se le exigirá algo más: engendrar al menos un hijo varón para que pueda continuar la línea de sucesión. De lo contrario, y con las actuales normas de la Casa Imperial, la familia real desaparecería.

Por ahora, el Gobierno conservador de Abe se niega acabar con la ley sálica. Cuando la pandemia lo permita, se debatirán con el Parlamento y la Casa Imperial las distintas opciones posibles. Por una parte, hay sectores del país que abogan por devolver el estatus imperial a las ramas secundarias de príncipes, quienes lo perdieron con la Constitución impuesta por Estados Unidos en 1947, una vez que esto permitiría contar con más varones en la línea de sucesión.

Por otra parte, otros piden que las princesas imperiales no pierdan sus títulos al casarse con plebeyos, algo que no pasa con los hombres, y que puedan transmitir sus derechos sucesorios. De esta forma se podrían incluir en la línea de sucesión a Aiko, la hija mayor de Nahurito, y también a las dos hijas de Fumihito, Mako y Kako. Ninguna de las tres llegaría a ser emperatriz pero, de tener hijos varones, podrían llegar a emperadores, ampliando así la línea de sucesión.

Por el momento, nada está decidido. Lo único seguro es que, tan pronto cuanto lo permita la pandemia, Fumihito oficilizará su título y, con ello, Aiko verá escaparse la posibilidad de llegar a ser la primera emperatriz de Japón. El siguiente en la línea tiene 13 años y se llama Hisahito.