Cuando se le pregunta que quiere ser de mayor, Valeria Corrales no titubea: "Quiero ser bioingeniera, para estudiar algunas enfermedades y buscar su cura". Valeria tiene sólo 11 años, pero habla con el desparpajo de quien lleva largos años dedicándose a la tecnología. En verdad, sabe que quiere dedicarse a la ingeniería desde que tenía siete años. "Mi padre me trajo una muñeca de Estados Unidos con varias piezas que tenía que montar para que pudiese hacer varias cosas y me encantó. Más tarde empecé a buscar tutoriales en Youtube sobre tecnología y robótica y como a los 8 o 9 años empecé a aprender a programar y a construir robots", recuerda.

Fue entonces cuando conoció a Patricia Heredia (40 años), ingeniera de telecomunicaciones, que había empezado a dar talleres de robótica para niños en Huesca. "No recuerdo si Valeria era la única niña del taller o si había dos más, pero eran muy pocas. Me sentí muy identificada con ella, con ese entusiasmo, esas ganas de aprender y la manera como disfrutaba con la tecnología". A su edad, Patricia recuerda que se paseaba "con una caja con destornilladores". "Mi madre todavía me guarda una muñeca que yo desmontaba una vez tras otra. Todo lo que tenía luces lo abría, para ver qué tenía dentro. Y recuerdo que decía que quería ser inventora. Mis amigas decían que yo era un poco friki pero a mí no me importaba".

Con el tiempo, "inventora" dio lugar a ingeniera y Patricia Heredia se percató que, ese, no era un mundo de chicas: "En la universidad seriamos unas seis chicas, de 80 alumnos. Y en mi primer trabajo yo era la única chica", describe. A día de hoy, el panorama sigue sin ser alentador en España: sólo un 30% de los profesionales de las llamadas TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) son mujeres. Y según los datos del Ministerio de Educación, sólo un 25% de los estudiantes de ingeniería en España son mujeres.

"Tenemos muchos estereotipos metidos en la cabeza, de que la ingeniería es cosa de chicos y hay que romperlos. Hacen falta referentes, que las niñas se den cuenta de que ellas pueden ser lo que quieran", dice Patricia. Valeria lo tiene claro: "Siempre que sale un ingeniero en la tele es un chico, y la mayoría de las niñas se piensa que la tecnología es cosa de ellos pero eso no es verdad”.

Para desterrar estos prejuicios, Valeria y Patricia montaron un canal en Youtube con varios tutoriales para niños. En ellos enseñan tecnología, programación, matemáticas y robótica de manera fácil. Desde que empezó el confinamiento, esos tutoriales se han transformado en clases diarias de programación. Cada día, a las 12.30 horas, Valeria y Patricia se conectan desde sus casas para impartir una hora de clase online. "Como se hace en directo, los niños se conectan, preguntan sus dudas en tiempo real y es todo más dinámico", cuenta Patricia

"La gente se piensa que programar es muy difícil pero no es así. Basta con ser ordenado. Al final lo que tienes que hacer es dar instrucciones cortitas y muy ordenadas a una máquina", añade. "Utilizamos un montón de plataformas gratuitas a las que todo el mundo puede acceder y que te facilitan el proceso un montón, porque puedes construirlo por bloques, como si fueran un puzzle", explica.

Con ello han hecho pequeños proyectos que quieren dar respuesta problemas del día a día. "Como un robot capaz de echar agua en un vaso", cuenta Valeria, "para que mi hermano no tenga que estar pidiéndomela a mí todo el rato".

Fomentar la curiosidad

Valeria fue quien le enseño a Patricia el Minecraft, un popular videojuego entre los más pequeños, en el que tienen que construir estructuras, recolectar objetos, extraer minerales y pelear con monstruos para sobrevivir. "Jugar simplemente ya es muy divertido pero si logras programar un personaje para que construya lo que tu quieres, lo es más", dice Valeria.

"Minecraft tiene una opción para programar tu personaje con unos bloques, como si fueran unos vídeos tutoriales. Además, está dividido por edades, con lo que puedes entrar en los vídeos que más te convienen", explica Patricia.

Según su experiencia el interés por la ciencia es el mismo en niños y en niñas cuando son pequeños pero empieza a disminuir en las niñas sobre los 10 años. "Cuando son adolescentes ya es muy difícil recuperar esa curiosidad", destaca. El truco, según la profesora, para atraer a las niñas a la tecnología es mostrar que sirve "para hacer cosas divertidas". "Todo lo que te imagines se puede programar", señala.

Esto fue lo que cautivó a Valeria y es el mensaje que ella intenta pasar a sus amigas. "En mi colegio ninguna iba a clases de robótica y ahora hay muchas que van. Piensan que esto es cosa de chicos, que es aburrido, pero luego, cuando lo prueban, la mayoría dice que le encanta", cuenta.

"Es muy importante tener a alguien como Valeria de referente", explica Patricia. "Cuando damos charlas, las niñas se pueden fijar en mí, que soy mujer e ingeniera, pero al final estoy muy alejada de su edad. Valeria es una niña como ellas, una apasionada de la tecnología y cuando ella les habla se sienten mucho más identificadas", dice.

En 2018, la fundación Inspiring Girls, dedicada a fomentar la ambición profesional de las niñas, eligió a Valeria Corrales como Niña Inspiradora del Año en España. "Así las niñas se pueden fijar en mí y a lo mejor se atreven a probar la tecnología. Yo soy una niña normal, si yo puedo hacerlo ellas también", dice.

Y a las que todavía no se han atrevido a hacerlo, Valeria les deja un consejo: "Que lo prueben. Si no les gusta no pasa nada, pero que lo prueben y vean que con la tecnología y la programación se pueden hacer un montón de proyectos súper creativos”.