Naomi Replansky tiene 101 años. Es poetisa, judía, lesbiana y muy mayor por lo que ha sobrevivido ya a la gripe española (el mismo año en el que nació), la gran depresión económica, el Holocausto y hasta a la defensa de su identidad sexual en una familia trabajadora neoyorquina en los años 30.

Su mujer, Eva Kollisch, tiene 95 años. Es escritora, profesora de literatura, periodista, feminista y también judía. Tuvo que huir de Austria para refugiarse en Reino Unido con 13 años y de allí emigrar a EEUU, donde pudo reunirse con sus padres. Ha pasado por los ecos del crack económico del 29, el Holocausto y el éxodo de una Europa que se rompía en pedazos.

La pareja vive esta pandemia con la sensación de que han sobrevivido a todo y a cosas peores. En su apartamento de una habitación en el Upper West Side de Nueva York, aseguran que estar en casa no es un sacrificio para quienes han sufrido lo que ellas. "El encierro no me molesta. Mi inestable marco puede soportar más confinamiento", contesta Naomi por correo electrónico al 'New York Times' mientras confiesa que se relajan escuchando un vinilo de Marian Anderson, concretamente 'Spirituals'.

Eva Kollisch y Naomi Replansky. LENA ROSA HANDLE (INSTAGRAM @ARTISTSAWAY)

Replansky nació en el Bronx de Nueva York en 1918. Ese año, la gente moría por las calles de la Gran Manzana de la mal llamada gripe española y los niños menores de cinco años eran uno de los grupos más afectados. Pero Naomi había nacido con espíritu de resistencia. 

Superó las olas de polio y fiebres tifoideas que acechaban cada año a la población y comenzó a escribir una poesía combativa donde las respuestas están tras cada verso y donde su realidad se imponía a una sociedad que la rechazaba por judía y por lesbiana.

Su mujer tuvo que salir huyendo de un país que se hundía frente al nacismo. Sus padres, arquitecto y escritora, tuvieron que reinventarse en EEUU donde acabaron vendiendo aspiradoras y dando clases de inglés para salir adelante. Eva recuerda cómo le tiraban piedras por la calle o la llamaba "sucia judía" siendo sólo una niña de 9 años.

Ni siquiera la asunción de su sexualidad fue tranquila. Casada con dos hombres y madre de un hijo, conoció a Naomi cuando ya era una mujer madura, en la década de los 80 y mientras las mujeres habían sido sus amantes, nunca sus parejas. Las presentó la literata Grace Paley en una lectura de la poetisa y entonces el mundo les parecía mucho más tranquilo que en la primera parte de sus vidas.

Feministas, amantes de la literatura y libres de muchas presiones, Eva y Naomi encontraron los caminos rectos que las llevaban una a la otra y a más de 30 años de convivencia que ahora se enfrente a otra traba más, la pandemia del coronavirus.

Sus biografías están llenos de hitos que las han hecho duras de tanto enfrentarse a la vida: Eva estuvo trabajando años en una fábrica de automóviles en Detroit, colocando los parabrisas mientras que Naomi se ganaba la vida como oficinista y operadora de tornos para poder escribir sus libros de poemas. 

Su primera colección de poesía se publicó en 1952, a sus 33 años, 'Ring Song' en Scribners. Fue excepcionalmente acogida y hasta nominada al National Book Award. Tenía el respeto de los poetas, que veían en su obra influencias de Blake y de César Vallejo, pero no toda la crítica entendió sus temas: la homofobia, la pobreza, los judíos... Así que no soportó esa exposición máxima y huyó a Los Ángeles. No volvió a publicar otro libro hasta 1994 pero se granjeó buenas amistades en el sector durante todos esos años al convertirse en la traductora oficial de los libros de Bertolt Brecht en EEUU.

Y es que a estas dos mujeres también les ha unido su activismo de izquierdas. Naomi perteneció al Partido Comunista en los años 40 y Eva organizaba una partida sindical troskista por la noche en la cadena de montaje de vehículos donde trabajaba. Los derechos humanos, la gente sin recursos, la libertad han sido temas que han ido y venido siempre en sus escritos.  

Hasta que ha llegado este nuevo confinamiento, Naomi y Eva tenían una vida muy callejera. Eran de las que daban grandes paseos, compraban en mercados de agricultores y almorzaban fuera de casa tras pasar un mañana en un centro budista de meditación. 

Se muestran confiadas de que se va a salir de esto, como se salió de la crisis económica, de otras pandemias o de la persecución nazi. Y no están preocupadas por ellas, sólo por las generaciones que vienen y que tendrán que lidiar con una nueva forma de vida. Por eso son, quizá, un ejemplo viviente de que esto también pasará y que lo único que importará es qué huella deje en nosotros y cómo lo enfrentemos.

Un libro para vivir

Meirav Kampeas-Riess quiso hace unos años recordar la vida de su abuela, una judía superviviente del campo de Auswitch, donde entró sola siendo una joven, que a sus 96 años sigue viviendo en Israel disfrutando de la vida. 'El pequeño libro de los Grandes Valores' (Alienta. Planeta) viene a recordarnos que de "esto" (pongamos el nombre que queramos a la desgracia) también vamos a salir y que mujeres como éstas son el vivo ejemplo (y hasta un ejemplo vivo) de que la resiliencia es la mejor manera de seguir sobreviviendo con valores.

"Mi abuela es un símbolo de fuerza, resiliencia y ganas de vivir. Desde ahí tenemos que respirar todas las energías de que los que han pasado por estos holocaustos y siguen adelante con sus vidas. Tenemos que aspirar a eso, leer y empaparnos de estas historias de supervivientes y sacar esas fuerzas", asegura Meirav, confinada en su casa de Madrid con sus dos hijos.

Esta profesora de hebreo advierte de que "siempre hay luz al final del túnel", nos deprimamos o apostemos por vivir las cosas con valores: "Cada vez que me caigo emocionalmente digo: 'si mi abuela pudo pasar todo lo que pasó, ¿quién soy yo para quejarme sobre lo que me pasa ahora mismo?'. Intento coger de cada historia lo mejor: qué ha hecho para sobrevivir, para empezar de cero su vida y ver la vida que llegaron a construir", añade.

Además hasta se puede ver algo positivo en esta crisis frente a otras pandemias o guerras que ha sufrido la humanidad en este último siglo. Hoy no hay, como en otras épocas, "hombres llenos de temor y hombres llenos de amor", como explica en el libro sobre el Holocausto: "Es la primera vez que todos estamos unidos. No hay buenos y malos. Da igual que tengas mucho dinero en la cuenta o no, a quien le toca, sufre igual".

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