Cuando cerraron los colegios, las madres y padres se imaginaban que los niños en casa iban a estudiar al menos un rato mientras ellos teletrabajaban. Si pasan cinco horas al día en clase, con cinco asignaturas diarias, en los cálculos mentales de cualquiera estaba que, por lo menos, los deberes les iban a tener en activo una hora

Ilusos. En la mayoría de los colegios, los niños llevan tres días escolares invirtiendo entre 10 y 15 minutos en hacer una ficha o dos hojas al día, y sus profesores, 15 minutos en escribir un mensaje en la plataforma elegida por el cole en el que se indica qué dos páginas tienen que hacer.

Ni siquiera se les mandan deberes de todas las asignaturas que están en su horario para ese día y se va alternando: un día inglés, otro ciencias, y matemáticas y lengua, a veces está y a veces ni se le espera. Sin noticias de arte ni de música, no está previsto. Y sólo los profesores de educación física han sorprendido al enviar vídeos para que los más pequeños puedan hacer ejercicios divertidos sin salir de casa, una ayuda para cuando el encierro se prolonga.

Además, el problema es que no todos los colegios están trabajando de la misma manera y y aquí, duele decirlo, la escuela pública no está al nivel de la 'telescuela'.

Por ejemplo, en el Colegio Suizo, un centro privado, se ha establecido unas horas en las que los alumnos se conectan por videoconferencia con los profesores para una especie de miniclase. O tratan de que sus alumnos no pierdan el ritmo con deberes que les ocupen gran parte de la mañana.

Mientras que en algunos centros no pueden ni compartir con los padres y madres el material interactivo que utilizan en clase porque no tienen derechos para su reproducción fuera del aula. [sic]

Los psicólogos advierten de que las clases no pueden sustituirse por deberes, porque son mucho menos interactivos y los alumnos los conciben como aburridos, por lo que establece como mucho dos horas de tiempo máximo de estudio en esta situación. ¿Dos horas? Una hora y 40 minutos más de lo que muchos están dedicando hasta ahora.

Otros centros han optado por enviar a sus alumnos a casa con varios cuadernillos fotocopiados y con, al menos un libro, para leer en estos 15 días. Suerte la suya. A muchos profesores parece que no les dio tiempo a preparar en un solo día más material extra y ni siquiera a facilitar un ejemplar a cada niño de la biblioteca que tienen en el aula. Ahora andamos todos como locos en busca de plataformas y alternativas tecnológicas donde poder facilitar nuevas fichas y trabajos.

Crear rutinas

Está claro que es una situación nueva para todos los sectores pero el éxito del encierro radica en que todos, profesores, alumnos y padres se tomen en serio la suspensión de las clases y no se perjudique a ninguno. Y más cuando en otros países donde también se han cancelado las clases casi dan el curso ya por amortizado.

El psicólogo educativo Francisco de los Santos advierte de que, en estos casos, es bueno para los niños que están encerrados que se mantenga cierta rutina a la hora de levantarse y hacer deberes o tener contacto con sus profesores. Pero si una de las tres patas falla, los padres tendrán que asumir ese vacío, las explicaciones que necesitan los menores, además de su trabajo.

De hecho, ya funcionan por grupos de whatsapp algunas hojas o actividades que empiezan a paliar la falta de indicaciones que se han sufrido en algunos colegios y que mantiene a los niños en activo.

"En mi cole me han dicho que hagan los deberes que les queda para acabar con los libros del segundo trimestre y que descansen", explica a MagasIN la madre de una niña de Primaria en un colegio público de Madrid.

"En el instituto de mi hijo se supone que envían un correo con lo que tienen que hacer pero no llegan bien y nadie sabe qué tiene que hacer cada uno", aclara otra de un centro diferente.

Unicef indica que en el cuidado de los niños en la crisis del coronavirus, "en caso de cierre de escuelas, la guía incluye recomendaciones para mitigar los posibles impactos negativos en el aprendizaje y el bienestar de los niños. Esto significa tener planes sólidos para garantizar la continuidad del aprendizaje, incluidas las opciones de aprendizaje remoto, como estrategias de educación en línea y transmisiones de radio de contenido académico, y acceso a servicios esenciales para todos los niños. Estos planes también deben incluir los pasos necesarios para la eventual reapertura segura de las escuelas".

Unos consejos que parecen no ser fáciles de poner en marcha en España porque lo cierto es que la mayoría de los colegios no tienen habilitadas fórmulas para hacer telescuela: no se han planteado dar clases online, aunque sean reducidas y adaptadas a los alumnos; no hay audios o vídeos especiales y las plataformas de comunicación sigue siendo bastantes precarias por lo que acabamos tirando de fotocopias e impresiones.

Está claro que 15 días no es nada y no tiene por qué afectar al desarrollo de los alumnos pero si esta situación se alarga, los centros deberían plantearse lo que queda del curso de otra forma porque al ritmo de dos hojitas diarias, los niños no llegan al final en condiciones y dependiendo de los niveles de estudios que estemos hablando es una faena.