Johanna Tojl (36 años) huyó de su Croacia natal "con 6 o 7 años, por la guerra [de la antigua Yugoslavia]". Emigró a Venezuela junto a su familia, donde creció y estudió "ingeniería industrial y un posgrado en dirección de proyectos". Cuando la crisis se hizo insoportable en el país latinoamericano volvió a emigrar, esta vez a Angola. En su capital, Luanda, Johanna trabajó más de 10 años en proyectos de construcción. "Pocas veces me dejaban bajar al terreno por ser mujer. La mayor parte de las veces tenía que estar en la oficina", cuenta. Hace ocho meses perdió su trabajo y decidió emigrar a España, donde ninguna puerta se abrió. "En un solo día envié cerca de 210 currículos... No me han llamado para nada".

Ahora, Johanna es una de las diez mujeres que esta semana hacen el curso de formación de "Women Can Build", un proyecto europeo liderado por la Fundación Laboral de la Construcción, en colaboración con la Agencia para el Empleo del Ayuntamiento de Madrid y organizaciones de otros cinco países europeos que quiere fomentar la inclusión de mujeres en el sector de la construcción. "A mí no me cuesta bajar al barro", cuenta mientras coloca una baldosa en el suelo. "De hecho me gusta. Aprender los oficios, ponerme los guantes y trabajar en el terreno. Sólo quiero una oportunidad", dice.

Durante diez días, las diez participantes tendrán la oportunidad de aprender distintos oficios del sector: albañilería, pintura, electricidad, solados, alicatados y placa de yeso. En el taller de la Fundación, donde se imparten las clases, la motivación se palpa nada más entrar. "¿Hacemos un descanso?", pregunta el formador. Y como respuesta encuentra un "no" rotundo de sus alumnas. "Vienen con muchas ganas, quieren aprenderlo todo, no paran de trabajar desde que entran aquí", cuenta el formador Juanma Guillén.

Las diez mujeres del taller de formación escuchan al formador, Juan Guillén. Beatriz Donlo

Separadas en parejas, instalan un suelo de baldosas ante la atenta mirada del profesor. "¿Ves lo que están haciendo?", me dice mientras señala las figuras que van creando con las baldosas. "Les he dicho sólo que hicieran un suelo y mira, haciendo figuras y todo", dice con orgullo. "Llevo dando formación desde 2006 y he trabajado tanto con hombres como con mujeres. La verdad es que ellas son mucho más creativas, tienen más gusto y lo hacen con más arte y atención a los detalles. Los hombres somos más mecánicos", refiere.

Más de 70 mujeres se apuntaron a este curso de formación, el primero de este tipo que hace la Fundación Laboral de la Construcción. "La selección se hizo luego en base a la motivación y las posibilidades de continuidad", explica Beatriz Oliete, responsable del proyecto de la Fundación Laboral. La idea es que, después de esta primera toma de contacto, tengan una reunión de orientación de empleo donde se establezca un itinerario de formación y salida profesional.

"Hay mucha demanda de trabajadores cualificados. Y aunque sea un sector muy masculinizado, si ellas se forman tendrán una ventaja competitiva", dice Beatriz Oliete. "Pero para eso tiene que conocer el sector y saber que ellas también tienen cabida en él", añade.

El proyecto, que incluye a seis países europeos –España, Portugal, Italia, Francia, Bélgica y Alemania- pretende ser un impulso a reducir el paro femenino. "Este proyecto europeo combate la desigualdad directamente en un sector que se considera masculino, atrayendo a mujeres que por distintas razones no se habían asomado al empleo en la construcción. Es un proyecto maravilloso al que además daremos continuidad”, dice el delegado del Área de Gobierno de Economía, Innovación y Empleo del Ayuntamiento de Madrid, Miguel Ángel Redondo. 

Para darle difusión, los organizadores han reunido varios testimonios de mujeres que ya han abierto el camino en este sector y están trabajando en la construcción. "Cuando tuve conocimiento del curso y vi los testimonios me despertó mucho la curiosidad. Es un sector donde casi no hay mujeres y donde creo que es importante que empecemos a meter cabeza", dice Estefanía Moreno.

A sus 28 años lleva un mes en paro tras haber trabajado en hostelería. "Ésta es una oportunidad de hacer algo distinto y que me está gustando mucho. La gente cree que la construcción es para hombres porque lo asocia con la fuerza pero eso no es verdad", destaca.

Mitos y trucos

Ese es uno de los papeles del formador: desmentir mitos y enseñar trucos para facilitar un trabajo que es exigente físicamente pero que, no por eso, deja de estar apto a las mujeres. "Les enseño cómo coger las herramientas para no dañarse la espalda, cómo utilizar los materiales sin hacer esfuerzos innecesarios… pero vamos que eso se lo enseño a los hombres también, que no tenemos que acabar molidos", cuenta.

A la hora de explicar la resistencia del mercado a incorporar a mujeres, el formador señala a los fabricantes de materiales: "Por ley, un hombre sólo debe cargar con 25 kilos de peso y una mujer con 15 kilos. Pero luego los fabricantes de cemento por ejemplo, hacen sacos de 50 kilos. ¿Qué sentido tiene? Esto es una traba más", denuncia.

Raquel Cuenca y Johanna Tojl colocando el suelo. Beatris Donlo

Durante las clases, Guillén les dice que cojan los sacos entre dos o que los rompan para dividirlos. "Es una de las cosas que más me ha sorprendido, que no hace falta la fuerza bruta para hacer este trabajo", cuenta Raquel Cuenca, de 42 años.

Raquel es profesora de formación de formadores y vio en este taller una oportunidad de ampliar sus conocimientos. "Vine con la idea de que aprendiendo un oficio de estos luego podría también dar formación sobre el tema. Pero la verdad es que la práctica me está gustando mucho y no me importaría dedicarme a ello".

El sector de la construcción es uno de los más masculinizados donde sólo un 9% de los trabajadores son mujeres. Para ello han contribuido muchos de los estereotipos de género que se han asociado este tipo de trabajos a lo largo de décadas y que talleres como estos intentan desmitificar.

"En la obra las quería ver yo". Si se pudiera hacer un ranking de los comentarios machistas más utilizados para denostar la lucha por la igualdad, éste seria uno de los más utilizados. Pero que se olvide el que crea que estas mujeres le tienen miedo a la construcción. O que, cuando reclaman la igualdad, no estarían dispuestas a hacer determinado tipo de trabajos.

No sólo están dispuestas a ello, sino que lo ven como una oportunidad. "A mí me hubiese gustado estudiar arquitectura. Pero en su día, en Argentina, era una carrera muy masculinizada también y muy difícil para que una mujer se hiciera un hueco y terminé estudiando ADE", cuenta Silvina Arjanda, que lleva en España más de dos décadas.

Una de las trabajadoras durante el taller. Beatriz Donlo

Ahora, a sus 48 años, y tras haber perdido el empleo como administrativa en una cadena de restaurantes, encara esto como una oportunidad: "A la arquitectura ya llego tarde, pero a través de esta formación quizás pueda acercarme a la construcción sostenible, los nuevos métodos respetuosos con el medio ambiente que siempre me ha gustado mucho".

Acabar con los estereótipos

Rompiendo con los prejuicios de género, las mujeres podrán entrar en sectores nuevos y rentables. "Son sectores con salarios mucho más competitivos que otros servicios que están mucho más feminizados, como la limpieza por ejemplo", dice Beatriz Oliete. "Y sin embargo, cuando una mujer llega a una agencia de empleo para buscar trabajo, esas son las primeras vacantes que se les ofrece. Las propias técnicas nos dicen que no caen en que hay otras oportunidades en las que ellas a lo mejor pueden encajar. Esperamos ampliarles el espectro con estos cursos", analiza.

Alejandra Bravo, de 18 años, es un ejemplo de esos estereotipos de género. Tiene 18 años y estudió un grado medio de estética. Pero ahora ha decidido cambiar los pinceles y brochas de maquillaje por las brochas de pintura de paredes. "Me gustaba la estética pero creo que es de esas cosas que estudias y te das cuenta luego que no es lo tuyo. Me gusta mucho más esto", dice mientras pega una da las baldosas con cuidado para que quede cuadrada con las que ya están en el suelo.

Cuando piensa en su futuro, Alejandra se ve en el sector de la construcción: "Me ha sorprendido porque se me da bien. Creo que a veces las mujeres también tenemos prejuicios y yo misma pensaba que a lo mejor hacía falta mucha fuerza o cosas así y la verdad es que luego descubres que podemos hacerlo todo al igual que los hombres. Que no hay ningún impedimento para trabajar en este sector".

Alejandra, en un momento del taller. Beatriz Donlo

A la hora de imaginarse en una obra, donde la mayoría de compañeros serán hombres , ninguna se achanta. "Resistencias va a haber, claro que sí. Pero las vamos a romper, como siempre hemos hecho. Tenemos el mismo lugar en la vida que los hombres", dice Silvina. "Habrá prejuicios y habrá algún comentario machista como en todas partes, pero quiero creer que la mayoría de los hombres serían compañeros", dice Raquel.

"Estamos en el siglo XXI. Comentarios ignorantes siempre va a haber pero ya no hay ese machismo de antiguamente. Sobre todo porque las mujeres han cogido las riendas en muchos campos. Que ni se lo piensen", les aconseja Guillen. "Y sobre todo, que sigan adelante con estas ganas. Que no hay nada que no puedan hacer".

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