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Durante los últimos años, los coches eléctricos de segunda mano se han convertido en una alternativa atractiva para quienes buscan reducir costos y emisiones. Sin embargo, dos especialistas del sector, Pascual y José, advirtieron que detrás de las aparentes ventajas hay desafíos técnicos y económicos poco mencionados, especialmente relacionados con la degradación de las baterías y los costes de mantenimiento a largo plazo.

Lo que se oculta tras el “ahorro eléctrico”

Según explicó José, mecánico especializado en vehículos eléctricos, en el canal de YouTube Victric, muchos compradores ignoran que los módulos de batería pueden presentar fallos parciales que resultan costosos y difíciles de detectar antes de la compra. “Lo que más me preocupa son los problemas de módulos de batería, sobre todo en verano, cuando las pérdidas de eficiencia se disparan”, comentó.

Un solo módulo dañado puede afectar el rendimiento completo del sistema y obligar a reparaciones que rondan los miles de euros.

Pascual, antiguo propietario de una tienda de coches eléctricos, coincidió en que los costos reales de estos vehículos van más allá de la carga y el consumo. Explicó que, aunque los motores eléctricos requieren menos mantenimiento que los de combustión, siguen existiendo componentes sensibles: compresores de aire acondicionado, sistemas de refrigeración y reductoras.

Cada dos años como máximo conviene revisar el coche en un elevador, inspeccionar la suspensión y los conectores, y comprobar que no haya fugas en el sistema de refrigeración”, añadió.

Las marcas y modelos con más incidencias

Ambos especialistas identificaron modelos con patrones de fallas recurrentes. En el caso de los Volkswagen ID.4 y Audi Q4, apuntaron que los problemas más frecuentes están relacionados con módulos de batería defectuosos y fallos en la bomba de calor, mientras que el Hyundai Kona y el Kia EV6 muestran mejor rendimiento a largo plazo.

José lo resumió con claridad: “Un rodamiento roto en un Kona es mucho más barato de reparar que un módulo dañado en un ID.4”.

En cuanto al Tesla Model 3, Pascual señaló que es uno de los coches eléctricos más recomendables del mercado de segunda mano, siempre que se verifique la batería antes de comprarlo. De igual manera, recomendó cargarla completamente, compararla con la autonomía de referencia y observar si hay saltos de porcentaje anómalos; señales que podrían indicar un módulo defectuoso.

El mito del mantenimiento “cero”

A diferencia de lo que muchos suponen, los coches eléctricos no están exentos de mantenimiento preventivo. Los mecánicos recomiendan cambiar el filtro de habitáculo cada uno o dos años y sustituir el líquido refrigerante y el aceite de la reductora cada cuatro. Este líquido cumple una función crítica: refrigerar la batería y la electrónica de potencia sin conducir electricidad, lo que evita cortocircuitos en caso de fugas.

La regeneración de frenado, que aprovecha la energía de desaceleración, permite alargar la vida útil de las pastillas, aunque con el tiempo estas también se endurecen y deben cambiarse. En resumen, el coste de uso puede ser más bajo, pero no inexistente.

Un mercado que requiere conocimiento

Pascual y José coincidieron en que la falta de información técnica entre los compradores es el mayor riesgo del mercado de segunda mano. Muchos adquieren un eléctrico guiados por el precio o la marca, sin considerar la degradación de la batería ni el historial de mantenimiento. “Una avería en un módulo puede parecer menor, pero al poco tiempo puede fallar otro. No es solo un coche, es un sistema eléctrico complejo”, explicó José.