Publicada
Actualizada

"La mejor manera de ayudar a los animales es educando a las personas que tienen una relación con ellos, y también a aquellas que no la tienen, buscando cambiar su perspectiva", cuenta Victoria Lacalle, psicóloga clínica, experta en violencia y activista por los animales.

Desde que era una niña, esta conexión la ha llevado a confrontar la crueldad, fundar movimientos de activismo digital y gestionar personalmente colonias de gatos, desafiando a las instituciones y, en ocasiones, al destino.

Ahora, combina su activismo y el cuidado animal con la terapia individual. Empezó a fusionar la psicología y el animalismo escribiendo artículos con el objetivo de sanar la relación entre humanos y animales.

"Aunque inicialmente había separado los dos roles, me di cuenta de que esta división no era realista", cuenta. Por ello, Victoria aborda las profundas consecuencias emocionales de dedicarse al bienestar animal.

Victoria Lacalle con un gato rescatado. Victoria Lacalle

En este ámbito, aunque sea invisible, la fatiga, la compasión, la ansiedad y la depresión son el pan de cada día. "La clave para sostener el activismo reside en sanar tu propia historia".

Según la psicóloga, quienes ayudan a los animales a menudo tienen muchas dificultades de gestión emocional y una herida interna importante. Estas personas, inconscientemente, conectan con la vulnerabilidad animal y, en realidad, están salvándose a sí mismas en lugar de a los animales.

Las heridas propias

En muchos casos, la dedicación extrema surge de carencias personales: "Hay mucha gente que a lo mejor no ha tenido un apego seguro en su vida, no se ha sentido querida, cuidada y aceptada nunca, y de repente llega un animal y le da todo eso de golpe".

Sin embargo, la experta advierte que los animales no están para ese propósito. De hecho, afirma que muchos animales están haciendo "terapia" a sus dueños y que esto es muy injusto.

Por esto, sanar nuestra propia historia es fundamental para que esta no afecte a los demás. Si la relación con los animales se da desde la carencia, la desesperación o la necesidad de dependencia, "es imposible hacer las cosas bien".

El síndrome de fatiga por compasión se define por un estrés muy grande ante la percepción de que "la demanda es mucho mayor de mi capacidad". Esto genera una sensación constante de que, por mucho que haga, nunca va a ser suficiente.

Según ella, creer que dedicarse tiempo a uno mismo cuando los animales sufren es un gesto egoísta es una opinión hipertóxica. "Si no te priorizas, no podrás gestionar nada de forma efectiva".

Además, dado que el 70% de las personas en este ámbito son mujeres, existe una presión social adicional que dificulta que se prioricen a sí mismas antes que a la familia, el trabajo o los animales.

Límites conscientes

"El problema es intentar dar siempre el 100%. Es desgastante. La clave es ser consciente de tus limitaciones". La psicóloga subraya que, aunque pueda parecer sesgado por su profesión, "la terapia es imprescindible" y "no la libra nadie".

Los métodos de prevención primarios incluyen pararse a escucharte cómo estás, qué necesitas y darse prioridad. Sin embargo, enfatizó que si no hay una decisión consciente de sanar, la sanación no ocurrirá.

En su experiencia, hay personas que, por priorizar los casos animales, llegan a cancelar constantemente sus propias sesiones de terapia. También aconseja cuestionar la posición de "víctima" y asumir la responsabilidad personal.

Una revolución educativa

La falta de herramientas de gestión emocional no es exclusiva del activismo; es un problema de que "no se educa a los niños y a las niñas" en autocuidado, autoestima ni gestión emocional.

Según ella, se necesita un avance en el ámbito educativo. Incluir la empatía hacia los animales en el currículo escolar, como incorporó la asociación PRODA en LOMLOE 7/2023, es fundamental.

Victoria Lacalle con un gato rescatado. Victoria Lacalle

"La lucha contra la violencia tiene que ser contra toda forma de violencia porque en el momento en el que tú dejas una grieta se va a colar", afirma categórica. "Nunca jamás se puede justificar ningún tipo de violencia, ninguna, ni hacia un mosquito".

La falta de apoyo estructural

Victoria critica la falta de apoyo estructural para los voluntarios. Argumenta que la gente en protección animal sufre un "aislamiento social enorme" y que la administración debería pagar a profesionales para dotar a los voluntarios de herramientas psicológicas, ofreciendo charlas y creando grupos de apoyo.

"Lo fundamental es cambiar la estructura y que se responsabilicen los que son responsables". Denuncia la situación actual donde los activistas acaban haciendo el trabajo de la administración de forma gratuita, incluso donando materiales a centros municipales.

"Se puede cuidar a los animales y cuidarte a ti misma", concluye, "pero sí que tienes que cambiar mucho el rol en todas tus áreas de tu vida".​