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"Un día, cuando Trico tenía cuatro años, después de una ruta, se quedó completamente ciego. La retinopatía avanzó más de lo que nos esperábamos", cuenta Lorena Jiménez Corta (Madrid, 1991), experta en educación canina, en una entrevista con Mascotario.

Su camino profesional con perros ciegos comenzó a partir de su propia experiencia. Cuando Lorena adoptó a Trico, él tenía apenas un mes y medio. "Era muy torpe, pero pensábamos que era por ser cachorro".

Sin embargo, seis meses después seguía igual. El veterinario confirmó que padecía una retinopatía en ambos ojos, una condición que le haría perder la vista paulatinamente, quedando completamente ciego alrededor de los 10 o 12 años.

Pero la ceguera total llegó mucho antes. A los cuatro años, un día, al volver de una ruta, Trico se quedó completamente ciego. Lorena recuerda aquel momento, grabado en su memoria.

Una nueva realidad

"Cuando volvimos al coche, al bajarle se tropezó y se chocó con todo. Le movimos la mano delante de la cara y nada". Aunque Trico se adaptó rápidamente a su nueva realidad, fue Lorena quien peor lo llevó.

Esa tristeza le afectaba directamente: cuando ella estaba peor, él también. La reacción de los profesionales que consultó tampoco ayudó. "Me dijeron dos cosas: darle paseos de 10 minutos, siempre por los mismos caminos, y, sobre todo, no soltarle nunca".

Fue un choque, porque a Trico le encantaba caminar y jugar con la pelota. Aún más duro fue escuchar la sugerencia de buscarle un lugar de acogida. Mucha gente, cuando se entera de que su perro es ciego, lo abandona. Su respuesta fue una muestra de su compromiso inquebrantable.

Ese momento marcó un punto de inflexión: decidió formarse para ofrecerle una vida digna. Hoy Lorena es educadora canina y especialista en perros ciegos.

El olfato como vía de escape

Trico, el perro de Lorena.

"Siempre lo diré, aunque suene duro: lo mejor que le pasó a mi perro fue quedarse ciego, porque empecé a tratarlo como se merece".

Comenzó a darle todo lo que realmente necesitaba. Antes lo sacaba a pasear, le daba de comer y lo mimaba, pero no lo trataba como a un perro en plenitud. Una vez que aprendió a entender sus necesidades reales, empezó a quererlo de la forma más auténtica.

Cuando todo cambió, el vínculo mejoró. Trico se tranquilizó y empezó a ser más feliz. En casa tiene su mapa mental, conociendo a la perfección el lugar de cada cosa, por lo que Lorena debe tener cuidado de no mover objetos.

Han desarrollado un vocabulario, un lenguaje especial para comunicarse en el día a día. Lorena insiste en que los perros, para quienes el olfato es su sentido principal, viven la ceguera con total normalidad.

Hoy en día, el peludo practica mantrailing y detección, actividades que fortalecen su vínculo y le aportan calma y relajación. Todos los días realizan juegos de olfato durante al menos 15 minutos.

Un vocabulario especial

La vida con Trico requirió ajustes mínimos, pero cruciales. En casa, por ejemplo, es importante mantener el orden, sin cambiar las cosas de lugar.

En estos años han desarrollado un vocabulario especial para guiarlo. La orden "cuidado" la usan para que frene ante un obstáculo, mientras que "escaleras", "arriba" y "abajo" sirven para subir o bajar niveles.

Lorena aprendió la diferencia entre cuidar y sobreproteger. Deja que Trico resuelva sus propios problemas, acompañándolo, en lugar de rescatarlo de inmediato. "Así aprendió a ser autosuficiente".

Coser las heridas

Con el tiempo, continuó teniendo problemas oculares. A pesar de haberse quedado ciego a los cuatro años, el año pasado tuvieron que extraerle los ojos debido a cataratas y alta presión ocular.

Lorena notó que la enucleación le dio un respiro, pues ya no sufría dolor ni la incomodidad de las gotas que debía recibir varias veces al día. Actualmente, no tiene glóbulos oculares, pero sigue siendo un perro completamente normal.

Aunque al principio a Lorena le costó mucho afrontar los cuidados postoperatorios, aprendió a gestionar la limpieza y la recuperación. Ahora, desde que le cosieron los ojos, a Trico le encanta que Lorena le acaricie esa zona.

La felicidad que la gente confunde con vista

A pesar de su ceguera total, Trico se mueve con tanta soltura que mucha gente no nota su condición. Lorena incluso le había puesto un arnés con la frase "soy ciego", porque "hay personas que lo ven y creen que se apartará, y le dan un rodillazo al pasar".

Hoy, la reacción de la gente es de admiración. Muchos se sorprenden cuando Lorena confiesa que su peludo es ciego. "Parece que ve", le dicen con frecuencia.

"Mi perro no ve, pero la gente no lo nota, por cómo se mueve y se relaciona". Trico disfruta de una vida plena: nada, hace paddle surf y participa en ejercicios de detección de comida, su gran pasión.

Lo esencial es entenderlo. "La gente cree que, por tener un animal ciego, dejará de vivir. Y no es así". Un perro puede seguir siendo independiente, autónomo y feliz, siempre que sus necesidades estén cubiertas. En el momento en que los entiendes, todo cambia.