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Es habitual que quienes conviven con gatos acudan a internet o a la consulta veterinaria preocupados por conductas que no logran comprender.

Maullidos sin sentido aparente, indiferencia, movimientos extraños o esa tendencia de algunos felinos a aislarse son solo algunas de las razones que disparan la alerta entre los dueños.

Con la mirada puesta en los múltiples diagnósticos que circulan por redes sociales, cada vez más personas se preguntan si su mascota podría ser "autista". ¿Pueden los gatos realmente padecer este trastorno o se trata de un mito que responde a la proyección humana?

El veterinario Manuel Manzano, en un vídeo de YouTube, sitúa el tema en el centro del debate y ofrece una respuesta clara y argumentada a partir de la experiencia clínica de un profesional veterinario.

No existe en los gatos

Desde el primer momento, el veterinario es contundente: "El autismo es una enfermedad exclusiva de los humanos; no existe en los gatos".

Explica que, aunque algunas personas puedan observar comportamientos en sus mascotas que recuerdan a los de personas con autismo, como falta de comunicación, reacciones extrañas o indiferencia, atribuir esto a un síndrome autista en gatos es un error conceptual.

Aun así, el experto comprende el desconcierto de los tutores ante ciertas actitudes, ya que es cierto que hay situaciones en las que los felinos muestran conductas que podrían interpretarse como signos de este trastorno.

El origen

El veterinario desglosa cada uno de esos comportamientos y localiza el origen real detrás de ellos. Por ejemplo, los maullidos persistentes y aparentemente inmotivados suelen indicar que el gato está pidiendo algo, como comida, o incluso puede ser una forma de manifestar dolor.

"Antes los gatos tendían a esconderse cuando sufrían, pero ahora muchos buscan la compañía del dueño, a quien ven como una fuente de confort y seguridad", explica el especialista.

Respecto a la falta de comunicación o la actitud arisca, suele estar asociada a la vejez, a la pérdida de audición o a una situación de estrés en el entorno doméstico. "Son muy sensibles y pueden verse fácilmente afectados por cambios en el ambiente, lo que se expresa en una menor interacción".

El aislamiento y la búsqueda de soledad, por otro lado, siguen siendo la respuesta más frecuente de los gatos ante una dolencia física. "Si un animal que antes era sociable se esconde y deja de participar en la vida familiar, es muy probable que esté enfermo, tenga fiebre, sienta dolor muscular o haya sufrido una lesión".

Un problema subyacente

Cuando no responde al nombre, puede tratarse de enfado, pérdida auditiva o simplemente estrés. El profesional remarca que, lejos de ser un signo de autismo, son respuestas naturales a molestias físicas o emocionales.

Los movimientos extraños, como el balanceo o el andar en círculos, tampoco deben relacionarse con el autismo. "En estos casos tenemos que pensar en problemas neurológicos o en el oído interno", precisa el veterinario.

Si eso ocurre en gatos ancianos, lo más frecuente es que se trate de demencia senil. Y si el gato reacciona de forma exagerada a estímulos táctiles o visuales, generalmente revela un problema doloroso subyacente.

Sensibilidad y prudencia

Sobre cómo deben proceder los tutores, el especialista invita a actuar con sensibilidad y prudencia. Insiste en que nunca se debe forzar a un gato a salir de un rincón si busca estar solo, pues eso solo puede agravar el problema.

Recomienda acercarle la comida y el agua, hablarle con calma y ofrecerle alimentos diferentes para despertar su apetito. Como parte de la valoración en casa, sugiere administrar —siempre bajo criterio veterinario— un antiinflamatorio durante un máximo de tres días.

"Si el animal mejora, el origen más probable del comportamiento es un dolor físico". Añade que, en caso de sospechar pérdida auditiva, una sencilla prueba consiste en hacer ruido con un vaso y una cuchara justo antes de darle de comer.

Un error

Si el gato no reacciona ante esos sonidos a los que está acostumbrado, es momento de ir al veterinario. "Hablar de autismo en gatos es un error; lo que sí existen son comportamientos que nos avisan de que algo no va bien".

Subraya la importancia de interpretar esas señales no como episodios misteriosos o patológicos en sí mismos, sino como indicios de que un animal necesita observación, paciencia y, si persisten los síntomas, atención profesional.

No hay lugar para el mito del autismo felino, pero sí para la empatía y el conocimiento a la hora de cuidar la salud de los gatos.