Centella fue una perra que pasó toda su vida encerrada en uno de los muchos cheniles de la protectora Salvando Peludos. Murió hace un año y medio, arropada por el cariño de los voluntarios que la cuidaron hasta el final. Son ellos quienes hoy siguen pronunciando su nombre para no olvidarla.
"Necesitamos mantener siempre vivo su recuerdo, para que algo así no vuelva a ocurrir", afirma Cristina Marcos, directora de Comunicación de la organización. Los retratos de Emilio Cuenca inmortalizan a los perros y gatos más luminosos que, sin embargo, continúan viviendo en la sombra.
Así nació Peludos en el centro, una iniciativa de sensibilización y fomento de la adopción responsable. "Queremos acercarnos a las personas para mostrar qué significa la protección animal y lo hermoso que es formar una familia multiespecie". En el centro comercial ABC Serrano de Madrid, la exposición será visible hasta el sábado 20 de septiembre.
Mientras promueve la adopción, Salvando Peludos sigue trabajando en labores de concienciación. En esta tarea se han unido los fotógrafos Emilio Cuenca, Ana Palacios, Alexandra García, Merly Martínez y Estela de Castro.
Con sus lentes buscan reflejar la esencia de la protectora, y de esa mirada colectiva ha nacido esta exposición itinerante. "Este trabajo muestra que un refugio no se limita a trasladar perros y gatos de un hogar a otro", subraya Fernando Sánchez Ocaña, fundador de Salvando Peludos.
Cristina y Filomena.
De las fotografías surgen distintas narrativas que enseñan los lados más desconocidos de un refugio de animales. Lugares de recuperación, vínculos que trascienden las jaulas, familias que se forman y, sobre todo, los animales menos visibles.
Historias en imágenes
Ana Palacios ha querido capturar el amor que inunda Salvando Peludos. Desde 2013, el santuario ofrece una segunda oportunidad a animales de granja, víctimas de la industria, que ahora encuentran un espacio seguro.
"Hacía meses que no veía estas fotos y me emociona revivir la complicidad que tenéis con vuestros animales", expresó durante la inauguración. Sus imágenes muestran la intimidad de la vida cotidiana del refugio: rescates, cuidado veterinario, rutinas y gestos de ternura.
Fernando, Sara y Kalea
Por su parte, Estela de Castro inmortalizó a voluntarios y trabajadores en retratos vibrantes. "He fotografiado a más de 70 familias multiespecie, y este santuario siempre me abre las puertas", afirma entusiasmada.
Cada fotografía dota de identidad a cada uno de los seres que forman parte de ella, ya sean humanos o no. Este proyecto es el reflejo de la esencia de un trabajo donde el valor de una vida no depende de su especie.
"Queremos subrayar la importancia de nombrar experiencias no normativas, la capacidad de las palabras para cambiar un significado en la mente y la potencia del lenguaje visual para mostrarla".
Un homenaje a Centella
El homenaje más íntimo llega con Peludos Centellas. Emilio Cuenca ha dedicado parte de la exposición a los animales menos visibles, aquellos que rara vez captan la atención. "Queríamos una palabra con varios significados, que nos recordara de dónde venimos y quiénes somos", explica.
Centella es la promotora de este proyecto. Sus imágenes mantienen vivos los recuerdos de perros y gatos que merecieron otra oportunidad. Con su cámara ha retratado a Ramona, una perra dañada por el sobrepeso tras años de explotación reproductiva, o a Mikita, una gata paralítica.
"Hay belleza en todas partes. Todos los animales son preciosos; la edad, las canas o la movilidad reducida no les restan valor". En Salvando Peludos intentan, cada día, que no se apague su chispa, que sigan brillando para encontrar un hogar.
Una presencia social y política
"Este tipo de iniciativas son indispensables", asegura José Ramón Becerra, director General de Derechos de los Animales. Durante la inauguración, en una entrevista con Mascotario, recordó que el abandono es consecuencia de la falta de concienciación social.
Azahar, uno de los perros de Salvando Peludos.
El director adelantó que se está trabajando en un plan de acción contra el abandono en España. "Queremos contar con expertos y profesionales para identificar los factores que lo provocan". Con datos objetivos, se busca diseñar medidas claras y aplicables en todas las instituciones.
El abandono, señaló, no solo causa sufrimiento animal, sino también elevados costes económicos que deben asumir las administraciones. "Necesitamos instituciones más proactivas, que apoyen y refuercen estas iniciativas".
Nuevos vínculos
La realidad es que hay mucha gente voluntaria peleando día a día para que esos animales vuelvan a tener un hogar. Las campañas como Peludos en el centro muestran otra cara de la relación con los animales.
Esos animales que han perdido, o que nunca han tenido un hogar, aquí vuelven a sentirse queridos. Reciben la sonrisa de la gente que los ve e incluso la posibilidad de ser adoptados.
"Esto nos permite mirar el abandono desde la esperanza, no desde la rabia, el miedo o la frustración", concluye Becerra. Peludos en el centro no es solo un proyecto para los animales: es también una oportunidad para que muchas personas reconstruyan vínculos familiares y afectivos.
