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"Oh, mi querido, has descansado de este mundo injusto que no tuvo piedad ni con las almas inocentes. Irás a un lugar con seguridad, calor y comida. No escucharás el sonido de los drones ni de los bombardeos".

Son las palabras que pronuncia Ahmed Aaed, el pequeño cuidador de gatos en Gaza, en un vídeo publicado en redes sociales. El pequeño llora mientras se despide del cuerpo sin vida de Leo, su inseparable amigo felino.

Ahmed tenía solo ocho años cuando comenzaron los bombardeos que intensificaron la crisis humanitaria en la Franja de Gaza. Su vida cambió radicalmente, pero desde entonces ha decidido dedicarse al cuidado de las plantas y los gatos callejeros, en medio de la destrucción.

Su historia se ha difundido a través de redes sociales y medios internacionales, como Al Jazeera. Cada día que pasa, el niño muestra cómo, a pesar de las dificultades extremas, encuentra consuelo y propósito cuidando de estos animales.

El pequeño jardinero

Desde aquel 7 de octubre de 2023, Ahmed ha vivido desplazamientos frecuentes con su familia debido a los bombardeos y la violencia constante a la que está sometida la Franja de Gaza. En cada sitio al que llega, el niño se lleva consigo sus plantas y sus queridos animales.

Mientras su entorno se volvía irreconocible, el pequeño ha mostrado una resiliencia ejemplar pese a la escasez de alimentos, medicinas y recursos vitales. El cultivo de sus huertos y el cuidado de estos animales, como Simba y Leo, se ha convertido en su refugio de paz en medio del caos.

Conocido también como el pequeño jardinero, usa su plataforma en redes para mostrar al mundo su pasión por las plantas y los gatos.

Ahmed comparte consejos sobre la agricultura urbana e historias cotidianas en su cuenta de Instagram y YouTube. Inspira esperanza y resiliencia a miles de personas dentro y fuera de Gaza.

Leo

En mayo del año pasado, el niño palestino adoptó a Leo, un gatito perdido entre las ruinas de la ciudad. Cuidar de los felinos le aporta paz en medio de la destrucción, y Leo le brindó un consuelo que no sentía desde hacía tiempo.

"Tus ronroneos me protegían del ruido constante de los drones", dijo el pequeño. Sin embargo, cuando la familia se quedó sin comida durante dos días, el gatito enfermó.

El bloqueo y la escasez de recursos complicaron cada aspecto de la vida. Cuando no había comida para los humanos, resultaba imposible encontrar alimento para los animales.

Una ayuda inexistente

Los servicios veterinarios eran casi inexistentes, pero consiguieron encontrar una clínica que todavía seguía operando. Sin embargo, las medicinas eran extremadamente escasas.

Ahmed se expuso al mundo para pedir ayuda. Empezó a alimentar a Leo y a su otro gato, Simba, con patatas, calabazas y parte de su propio pan. Pero no fue suficiente. El animal se fue deteriorando, y Ahmed lo acompañó hasta el final, sintiendo culpa e impotencia.

"Perdóname por no haber sido capaz de salvarte". El niño llora mientras susurra, por última vez, a lo que ha sido su consuelo durante las noches de bombas y destrucción. El vídeo ha sido compartido por Al Jazeera y ha dado la vuelta al mundo.

Un proyecto vital

Pese a las tragedias vividas, Ahmed no ha renunciado a su proyecto vital. Usando humildes recursos, transformó la azotea de su casa en una pequeña huerta, donde cultiva hortalizas y cría gallinas para alimentar a su familia.

El joven tiene el ambicioso sueño de multiplicar su modelo de huertos. Cree que, de esa manera, más personas que sufren la crisis alimentaria puedan sobrevivir y ayudar a otros animales necesitados de refugio.

A medida que la hambruna se agrava, menos tutores pueden ofrecer una vida sana y segura a los animales. Muchos han sido abandonados, otros se han perdido entre los escombros.

Leo no logró sobrevivir a la crisis, y cada pérdida se suma al dolor colectivo de Gaza. El Comité Internacional de la Cruz Roja advierte que la ventana para salvar vidas se cierra a cada día que pasa.

Mientras tanto, Ahmed y otros niños tratan de mantener viva la esperanza en una tierra donde la vida y la muerte conviven a diario. Su historia, multiplicada en mensajes y publicaciones, es símbolo de resistencia frente a la adversidad y de ternura en tiempos de guerra.