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Europa lleva ya varias semanas soportando temperaturas inusualmente altas. La Comunidad de Madrid continúa activando el aviso amarillo, advirtiendo de que el calor puede llegar hasta los 38 grados en la zona del centro y el sur de la región.

Según el sistema de monitorización de mortalidad diaria (MoMo), durante la primera ola de calor del verano han fallecido 6.108 personas, de las cuales 269 murieron por complicaciones derivadas del exceso de temperatura en casos de enfermedades crónicas.

Este fenómeno afecta también de forma directa a los más de 30 millones de animales de compañía que viven en hogares españoles. De hecho, según certifican colegios veterinarios de todo el país, este verano se ha registrado un aumento de las consultas relacionadas con el impacto del calor en las mascotas.

Más de la mitad de los animales de compañía que acuden a las clínicas con un golpe de calor severo no logran sobrevivir. Por eso, es fundamental concienciar a la población y tomar las precauciones adecuadas.

En los últimos días, se han hecho públicos nuevos datos recogidos desde abril de 2025 por Invoxia, una empresa francesa especializada en dispositivos conectados con inteligencia artificial integrada.

Las razas más vulnerables

Durante los dos últimos años, han recopilado información mediante rastreadores biométricos de salud para perros, que monitorizan en tiempo real signos vitales como la frecuencia respiratoria.

A partir de datos meteorológicos nacionales, Invoxia ha analizado la evolución de miles de perros en Europa, con especial atención a las razas braquicéfalas, comparando su respuesta durante periodos de temperatura normal y olas de calor.

Un gato acalorado, tomando el aire de un ventilador. Istock

El número de alertas emitidas por los GPS Biotrackers de la empresa francesa se ha disparado: en abril de 2025 se registraron 4,2 veces más alertas que en diciembre de 2024; en mayo, 4,8 veces más; y en junio, hasta 7 veces más.

Estos picos confirman una intensificación del estrés térmico, especialmente en razas más vulnerables. Se trata, sobre todo, de los perros braquicéfalos como los bulldogs, carlinos o bóxers.

Estas razas tienen, por genética, vías respiratorias más estrechas y, por lo tanto, una predisposición anatómica que dificulta su respiración. En situaciones de altas temperaturas, esto complica aún más su capacidad de disipar el calor mediante jadeo.

También presentan mayor riesgo los perros procedentes de climas fríos, como los huskies o los siberianos, que no están adaptados a las temperaturas del verano español. Así como los animales mayores o con enfermedades respiratorias.

Acciones simples

Los perros son especialmente sensibles al aumento de temperatura, mucho más que los gatos. Un golpe de calor puede aparecer rápidamente y poner en riesgo su vida.

Entre los principales signos de alerta se encuentran: letargo, salivación excesiva, problemas digestivos, e incluso convulsiones, pérdida de consciencia o frecuencia cardíaca acelerada.

Durante las olas de calor, es recomendable seguir ciertas pautas, para proteger el bienestar de tu mascota:

  • Pasear en las horas más frescas, a la sombra o en contacto con el agua.

  • Asegurar una hidratación constante.

  • Mojar su pelaje o las almohadillas de sus patas también puede ayudar a reducir su temperatura corporal.

La tecnología también puede ser una gran aliada: los biotrackers permiten monitorizar en tiempo real parámetros como la frecuencia respiratoria o incluso detectar fibrilaciones auriculares.

Cuidado con la piel

Aunque los gatos suelen tolerar mejor el calor que los perros, gracias a su estilo de vida más sedentario y mecanismos propios de termorregulación, también pueden sufrir golpes de calor, especialmente si pasan muchas horas expuestos al sol.

Son animales que suelen pasar más tiempo dentro del hogar, dónde tienden a resguardarse en lugares frescos y guardar reposo. Utilizan su saliva para lamerse y refrescarse, porque su capacidad de regulación corporal es limitada.

Pero algunas razas tienen cierta propensión a desarrollar un tipo de cáncer de piel que se llama carcinoma de células escamosas, que se puede activar con la radiación solar.

El gato persa, el siamés y el himalayo, especialmente aquellos con pelaje de color claro, expuestos a la radiación ultravioleta, pueden padecer esta enfermedad. 

Por eso, durante el verano, es recomendable evitar que tomen el sol durante muchas horas y que, en general, pasen mucho tiempo en entornos de mucho calor.