Málaga

Pues ya es oficial: el Café Central de Málaga ha cerrado sus puertas después de más de un siglo de andadura. Y así aparece en el mundo real y en el virtual, en la Web de Webs, el buscador de Google: "Cerrado permanentemente". Un cartel rojo que nadie nunca pensó que pudiera colgar de uno de los locales más carismáticos, simbólicos, legendarios y queridos de la capital malagueña. Un duro mazazo no sólo para la ciudad, sino también para Rafael Prado, el empresario que lleva al frente del local toda su vida, que heredó de sus padres y sus tíos, el lugar donde nació y creció.

Pero como quien dice, todo lo que tiene un principio, ay, tiene un final. Las herencias y las relaciones familiares son muy trabajosas y pueden dar al traste con cualquier cosa, incluso con el bar más señero que se precie: aquel en el que se fraguó la clasificación cafetera que los malagueños empleamos diariamente.

Encontrarse en Google este aviso le rompe el corazón al más pintado. Google

Solo, largo, mitad, corto, sombra… Hay mucha poesía pragmática en los tipos de café que se fraguaron en el Central y que tantos problemas nos ha causado a los malagueños fuera de nuestras fronteras. Cuántas malas caras nos ha procurado pedir un semilargo en el Starbucks de Piccadilly Circus o, sin ir tan lejos, en los Abades de Loja (donde saben perfectamente qué es una nube, no me digas tú a mí. Menos nuestra compañera Isabel Vargas, ¡qué malafollá tienen los 'granainos'!).

Abierto según las crónicas de la época en 1920, el Café Central se perderá (¡Dios no lo quiera, la esperanza es lo último que de verdad se pierde!) como lágrimas en la lluvia, del mismo modo que está desapareciendo el resto de los negocios históricos de Málaga capital.

Un azulejo cafetero para el recuerdo

En ocasiones, atesorar momentos felices es lo único que nos queda. Y porque perder un lugar que ha supuesto un espacio de encuentro, que igualaba a propios y extraños, a vecinos con foráneos, es duro, recordar su existencia para rendirle tributo es más que necesario. Es por ello que el Ayuntamiento de Málaga anunció que colocará en un espacio público el clásico azulejo del Central donde se describen los distintos tipos de cafés.

Diez tipos de cafés para diez tipos de malagueños. Café Central

Y aunque parece ser que este cartel, elaborado por Amparo Ruiz de Luna, tiene ya nuevo lugar de descanso en el número 4 de la calle Ramón Franquelo, en la puerta del museo de la peña Juan Breva -lo cual ya sería repetitivo, la verdad, porque allí estará el mosaico de El Piyayo- nosotros aquí, en EL ESPAÑOL de Málaga, no nos resistimos a imaginar otros lugares para el descanso de tan señalada señal, uno por cada tipo de café que se toma en la provincia.

Solo: en La Cónsula, la Escuela de Hostelería de Málaga

El café solo deja bien claro que es cien por cien café, cero leche. Un café negro como el corazón de un inspector de Hacienda y negro como el día a día de los camareros antes de idearse la clasificación cafetera del Central. Si ahora lo tienen complicado para recordar los cafés de cada persona (es maravilloso que, en cualquier grupo de amigos, cada cual se lo pida a su manera, sin repetirse), ¿cómo sería cuando tenían que adivinar la cantidad justa siguiendo las vagas indicaciones de los clientes?

En la puerta de La Cónsula deberían montar un altar a los fundadores del Café Central.

Es por ello que quienes más deberían rendir tributo a los fundadores del Central son los empleados de la hostelería, ya que gracias a la herencia tipológica cafetera su vida es un pelín más sencilla, reduciendo considerablemente las ganas de matar a más de un parroquiano pejiguera. ¡Eso bien merece un beso al mosaico cada mañana al entrar a clase!

Largo: en Cafés Santa Cristina

Un café largo es un 90% café y un 10% leche. Y si el Central hizo suya la forma de pedir los cafés, no menos largos fueron en Cafés Santa Cristina en hacer de su producto una marca típicamente malagueña.

Esta lata la pones a la venta en Wallapop y te sacas un buen pellizco.

Asociado a los desayunos en la calle y los pitufitos, muchos malagueños no entienden que se pueda tomar otro café que no sea Santa Cristina: si en tu casa no hay una lata de Santa Cristina es que no eres de Málaga. Es por ello que esta empresa debería estar muy agradecida y rendir homenaje al legado del Central, principalmente cuando casi el total de su promoción se basa en la imagen de las distintas medidas cafeteras.

Semi largo: en la propia fachada del edificio del Central

Con un 80% de café, el color del semi largo se aclara ya bastante porque lleva un par de dedos de leche. Y con otro par de dedos, pero de frente, se llega a la conclusión de que el lugar más apropiado para colocar este mosaico es en la fachada del edificio en el que hasta ahora ha estado el Café Central.

El azulejo debería instalarse en la fachada del edificio que durante un siglo arropó el Central. F. M. R.

De esta manera, se reconoce el punto exacto donde ha permanecido desde hace más de un siglo este local que deja una profunda huella en la herencia social, cultural y localista malagueña.

Solo corto: en el puerto de Las Pedrizas

Un solo corto es como el solo, pero, pues eso, con menos cantidad; un 70% del vaso o así. Un chute pequeñito y rápido para calentar el cuerpo en los días de frío, muy apreciado por los buenos cafeteros.

En mitad de Las Pedrizas colocaríamos el mosaico del Central. Google

Y aunque no hay manera de relacionar este tipo de café con el puerto de montaña de Las Pedrizas, allí, con permiso de Antequera, se podría colocar el azulejo de marras para que todo aquel que llegara del interior de Andalucía aprendiera cómo se piden los cafés en nuestra provincia. ¡Aquí nada de leche manchada, monstruo!

Mitad: junto a las primeras planas de plaza de la Constitución

El mitad no deja lugar a dudas: mitad café, mitad leche. 'Fifty fifty'. Al 50% los dos. Ébano y marfil a la malagueña. Es decir, con igualdad. Tal y como la que nos garantiza la Carta Magna a los españoles. ¿Y dónde se rinde pleitesía al triunfo del Régimen del 78, como lo llaman los siesos? Pues en la plaza de la Constitución.

Gracias a la Constitución podemos tomar el café que nos dé la gana. F. M. R.

En el suelo de este lugar, bajo la bandera, casi delante de la terraza del Central, encontramos un monumento que reproduce las primeras planas de los periódicos el día después de ser aprobada la ley suprema que nos rige. Aunque casi siempre están tapadas por las mesas y sillas de La Canasta, ¿qué mejor acompañamiento para estas portadas que un azulejo que nos libra del caos al ordenarnos en base al tipo de café que tomamos? Griten conmigo: ¡café para todos!

Entrecorto: en cualquiera de los sitios en los que actuó Invader

El entrecorto (como me gusta definir mi estatura) mantiene una proporción de 40% café y 60% de leche, y con él hemos dado el salto a las combinaciones cada vez más suaves. Estos cafés son para aquellos que disfrutan de sabores menos amargos y que ven la vida un poquito más dulce. Vamos, para los que están por la paz, por ser positivos y les parece bien, no sé, que el artista Invader coloque sus obras de arte en cualquier parte de la ciudad, por ejemplo.

Invader ya dio un buen puñado de ideas de dónde se puede colocar un mosaico.

E instaló un buen número repartido por la ciudad, dejando una gran cantidad de ideas para colocar la solería del Central. En el Palmeral de las sorpresas, en la Malagueta, en las calles Santa María, Bolivia, San Agustín, Madre de Dios, Vélez-Málaga, en las plazas Carmen Thyssen, San Pedro de Alcántara, de la Constitución, en la avenida Cánovas de Castillo… ¡será por sitios! ¡Invader no gana para azulejos!

Corto: en la entrada del Starbucks de plaza de Félix Sáenz

El corto es un 30% de café y el resto leche. Y, según algunos, muy corto hay que ser para ir en Málaga a un Starbucks para pagar un dineral por un café. Latte, para más señas. Como diría una madre: "¡Ni latte ni latto! ¡Un mitad de toda la vida!". Así que donde fueres, haz lo que vieres: aquí no se piden lattes, ¿estamos?

Los cafés de Starbucks sólo entran bien por el ojo. F. M. R.

Por ello, tras este arranque de amor propio por la patria chica, una de las opciones para el mosaico del Central podría ser la entrada de cualquiera de los Starbucks de la urbe, para recordar que hay más vida tras los cappuccinos, los vainilla latte y los‘caramel macchiato. ¡Si ni siquiera sabemos pronunciarlos!

Sombra: en el tendido de sombra de La Malagueta

Con una rebaja al 20% de café y un incremento al 80% de leche, un sombra es lo que se toman los muy nerviosos que están a punto de dar el salto al descafeinado de máquina en vaso largo. Porque un sombrita es muy cómodo y se bebe cuando uno no sabe qué pedir, por lo que se pide casi por defecto.

Tomarse un sombra en el tendido de sombra sí que tiene arte. Diputación de Málaga

Y aunque en La Malagueta, durante los toros, se toman muy pocos cafés -la cosa es meterse un buen copazo y poner perdido de cáscaras de pipa al de delante-, colocar el azulejo del Central en el tendido de sombra tendría cierta gracia metarreferencial, ¿por qué no? (Mejor eso que reconocer que se nos están acabando las ideas, ¿verdad?)

Nube: en la punta más alta de la (posible) torre del puerto

90% leche, 10% café, eso es una nube. Una leche manchada que sólo los ojos más entrenados son capaces de distinguir del sombra. Un café para los adolescentes que están empezando a beber café como los mayores. O para aquellos mayores que no son capaces de sentirse cómodos en la edad adulta y que, en realidad, quieren pedirse un Cola-cao pero les da apuro.

Y cerca de las nubes es donde emplazaríamos el azulejo del Central. Concretamente, en lo más alto de la futura torre del puerto de Málaga que, si todo marcha como quieren en la Casona, se terminará construyendo sí o sí. Ya se puede poner el personal tan farruco como quiera.

En lo alto de la torre del puerto estaría estupendo, para que los malagueños subieran en peregrinación a ver el mosaico.

Así, cerca del cielo, el mosaico cafetero se convertirá en un faro (ya que La Farola dejará de tener utilidad) que mostrará a los cruceristas que lleguen por mar qué es lo que importa de verdad en esta bendita ciudad nuestra.

No me lo ponga: en la puerta de la casa de Rafael Prado

El último tipo de café, el más etéreo, metafísico y con más retranca, es aquel que no te ponen. Y que "no me lo ponga" es quizás la frase que el último dueño del Central, Rafael Prado, podría decir al Consistorio para que no instalen el azulejo que le ha acompañado durante toda su vida en la fachada de su casa.

FOTO Rafael Prado: Imagen de Rafael Prado en un vídeo promocional de Café Central.

Después de todo, aunque supondría un gran homenaje para un hombre que ha trabajado muy duro para mantener a flote un negocio que ha llegado a cumplir cien años, también es cierto que se sabría dónde vive y, conociendo la guasa de los malagueños, seguro que más de uno timbraba en su puerta para ver si Rafael le sirve un último cafelito.

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