A más de 1.200 metros de altitud, en la vertiente almeriense de Sierra Nevada, una pequeña localidad vive ajena al turismo masivo. Bayárcal, con poco más de 290 habitantes, presume de ser el pueblo más alto de la provincia.
Llegar hasta aquí no es casualidad. Hay que querer hacerlo. Y quizá por eso la experiencia resulta tan auténtica. Bayárcal no se ha transformado para agradar al visitante: sigue siendo un pueblo pensado para quienes lo habitan, y eso se nota especialmente en la mesa.
El casco urbano conserva la arquitectura tradicional de la Alpujarra: casas blancas escalonadas, calles empinadas y plazas pequeñas. La iglesia de San Francisco Javier marca el centro vital del municipio, mientras que alrededor se despliega un paisaje de montaña que invita a caminar, respirar hondo y bajar el ritmo.
Rodeado por el Parque Natural de Sierra Nevada, Bayárcal es un destino ideal para el cicloturismo o simplemente para perderse entre caminos rurales.
En los últimos años, además, se ha convertido en punto de referencia para los más aventureros gracias a la tirolina conocida como Camino del Cielo, una de las más largas de Andalucía, que permite sobrevolar el valle con vistas espectaculares.
Pero si hay algo que verdaderamente sorprende en Bayárcal es su cocina. Una gastronomía de montaña, pensada para combatir el frío y alimentar jornadas largas, que sigue muy presente en los bares y restaurantes del pueblo.
Las migas son uno de los emblemas locales, acompañadas de productos de la matanza, pimientos fritos o sardinas en temporada. En invierno aparecen los potajes de legumbres, la olla de nabos, las gachas o las carnes guisadas a fuego lento.
Uno de los nombres propios es el Restaurante Talama, convertido en punto de encuentro tanto para vecinos como para quienes llegan recomendados. Su cocina se apoya en el recetario tradicional de la zona: carnes, guisos de cuchara y platos pensados para el clima de la sierra.
Junto a Talama, los bares del pueblo cumplen una función esencial. Son establecimientos sencillos, sin pretensiones. Hay cocina cotidiana, recetas conocidas y raciones generosas.
