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Un torbellino sin freno. Una voz que resuena incansable desde el alma, sin dar tiempo a la pausa, como si fuese el último instante de nuestras vidas. Con la fuerza propia de quien se cree invencible. 

Así ha sonado este jueves Dani Fernández en la París 15 de Málaga, uno de los templos musicales de la capital de la Costa del Sol, a la que regresará este verano como protagonista del Festival Brisa. 

"Es mi sala favorita de España. Cuando vine aquí sentí que era una sala a la que me gustaría seguir viniendo mucho tiempo; Málaga, sois mi regalo, sois mi capricho", ha confesado en el arranque de la actuación.

Durante casi hora y media, Dani Fernández ha demostrado su capacidad de contraste. Del rugido incontenible, marca de la casa, a la pausa emocionada. Como dice una de sus canciones, coreadas por el auditorio enardecido, las letras apasionadas y la música desbordante han transmitido a los presentes "pura adrenalina y rock and roll"

Pero también ha habido tiempo para un mínimo respiro. El momento intimista llegó en la parte final del concierto, cuando tras dar por cerrado el espectáculo y con los espectadores a punto de iniciar la huida, saltó sorpresivamente, de improviso, con una guitarra acústica en las manos para elevarse sobre la barra para susurrar uno de sus temas. 

El artista en soledad, por más que estuviera arropado por varios cientos de personas, viviendo una especie de catarsis, un ejercicio de purificación, del que salió visiblemente emocionado.

El primer paseo de Dani Fernández en Málaga, dentro del OUIGO on tour, con la que la compañía ferroviaria de low cost ha celebrado la reciente inauguración de la nueva línea Málaga-Madrid, ha acabado siendo una fiesta con mayúsculas.

En su repertorio, no han faltado sus grandes temas, como Disparos, Bailemos o Dile a los Demás, que han hecho las delicias de los presentes, deseosos de que no acabase. En apenas cinco meses tendrán de nuevo la oportunidad de delitarse con su fuerza.