En un rincón entre Colmenar y Alfarnate, cada Navidad aterriza la magia gracias a la Circoescuela Fantasía. En el año 2006, Gregorio Sánchez, maestro de profesión, decidió iniciar un proyecto donde los niños fueran los protagonistas, uniendo grandes ideas que le apasionaban, como el concepto de granja escuela, el circo o el teatro. 

El motivo principal por el que Gregorio lo creó fue por su hijo Abraham, que tiene síndrome de Down. Cuando el pequeño nació, su vida dio un giro de 180 grados. Cambiaron de casa e incluso de pueblo, readaptaron su ocio y trabajos… Hicieron todo lo posible para que la vida de Abraham fuera lo más feliz posible.

Gregorio no podía enviar a su hijo a un campamento de vacaciones con otros niños porque este tenía más de treinta años y tenía unas necesidades diferentes a las de un niño pequeño. No existía nada en el mercado del ocio andaluz pensado para “niños grandes”, de 0 a 90 años. Así lo relata la hermana de Abraham, Lola, que en la actualidad lidera el proyecto.

“Esto está preparado para todos. Desde personas con síndrome de Down como otras personas que cuentan con otro tipo de discapacidad o movilidad reducida. Vienen muchos peques con autismo. Todas nuestras actividades están diseñadas para que cualquier niño pueda realizarla sea cual sea su necesidad social”, prosigue.

En Circoescuela Fantasía pretenden lograr que el centro sea un lugar de ocio, juegos y convivencia, así como de reposo y armonía para "los niños grandes". Tanto es así que durante las fiestas navideñas, la circoescuela se convierte en el epicentro de la Navidad. ¡Hasta el mismísimo Papá Noel está allí hasta que le toca marcharse a repartir regalos por el mundo!

La escuela arrancó con un proyecto en el que los niños pasaban un día en el circo. Todos los talleres estaban relacionados con el panorama circense. En el taller principal los peques tenían que preparar un número de circo y al final del día lo interpretaban. "Pero mi padre, que siempre ha sido un tipo muy creativo, que jamás para, decidió que iba a transformar el circo en un poblado tan navideño como él. Es que él literalmente es Papá Noel, se parece muchísimo, es el más auténtico que hemos tenido en la Costa del Sol. Así que durante los primeros años se convirtió él en Papá Noel y a partir de ahí le metimos a un equipo de elfas y a Mamá Noel. El proyecto empezó a popularizarse y empezaron ya a venir los coles y las mamás querían traer a sus hijos", declara.

Y así fue como la circoescuela comenzó a abrir los fines de semana. Familias particulares llevaban a sus hijos para que cumplieran el sueño de conocer a Papá Noel, pero también a lo largo del año, pues cuentan con otros proyectos como la granja-escuela o la escuela de caperucita. También sueñan con tener uno relacionado con la Pascua en Semana Santa. "Mi finca tiene como dos apartados. La de arriba y la de abajo, donde tenemos unas casitas temáticas que representan los cuentos más clásicos que se les cuentan a los niños desde pequeños como Caperucita, Los tres cerditos o Hansel y Gretel. Y además tenemos animales, tenemos unos corrales, la casita de los tres cerditos... Los niños no se aburren", cuenta, entre risas, Lola.

También han estrenado recientemente un nuevo proyecto relacionado con Halloween, invención de la hija de Gregorio. "Desde que lo cogí hace cuatro años, cuando se jubiló mi padre, lo tenía en mente, era una prueba de ver cómo funciona el mercado. Halloween estaba en todas partes y los niños están muy pendientes a esta fiesta. Estamos muy contentos con los resultados que hemos tenido", sostiene.

Navidad, a tope

Para todos aquellos que estén pensando llevar a sus peques a la Circoescuela Fantasía, hay malas noticias. Lola y su equipo están a tope. "Estamos colapsados. Esto es una empresa familiar, una pequeña empresa. Pero estamos creciendo cada vez más, año tras año, por suerte. El boca a boca nos funciona muy bien y cada edición las familias y coles reservan con más tiempo de antelación", desvela la directora del centro.

Para que se hagan una idea de cara a la próxima Navidad, el precio de la entrada este año es de unos trece euros por persona. Los niños menores de dos años entran gratis. Cada visita es una actividad muy divertida, para toda la familia, y dura de 10.30 a 13.30 horas. A lo largo de este periodo, grandes y pequeños ayudan a Papá Noel en su fábrica navideña. Envuelven regalos y ponen lazos, ayudan a clasificar el correo postal, escriben su carta en la casa de Mamá Noel e incluso pueden alimentar a dos ovejitas.

Lola y su familia son cordobeses pero han vivido toda la vida en Málaga. Se mudaron a Fuengirola cuando ella apenas tenía nueve años. "Me siento más malagueña que cordobesa, es la realidad", confiesa. Ha dedicado gran parte de su carrera profesional a la producción en televisión, pero no quería que el negocio familiar que fue la ilusión de su padre se perdiera. Es por ello por lo que tomó las riendas de la circoescuela y asegura que no puede ser más feliz con este cambio de vida.

"A mí esto me llena mucho. Creo que es fundamental que este tipo de actividades se mantengan. Nosotros no tenemos ni una pantalla en nuestro centro. Aquí se fortalecen ítems como la interacción con los maestros, la destreza manual o el contacto con la naturaleza. Es un tiempo de ocio que van a tener los niños viviendo una experiencia totalmente real y ajena a las pantallas. Es muy necesario que esto nunca falte tal y como está todo", explica. 

Pero si de algo está orgullosa Lola, es de su equipo. Cree que son la clave de que los niños lleguen y salgan de la escuela encantados y repletos de ilusión. "Estamos muy tematizados con unos trajes espectaculares. Mamá Noel tiene un traje nuevo, súper nórdico, con su falda de cuadros, su chalequito... Cuidamos mucho los detalles para que los niños entren en el mundo de la fantasía de lleno", dice Lola, que acoge en su centro desde alumnos de infantil hasta niños de sexto de Primaria. Por ello, adaptan siempre las actividades en función del nivel formativo de los niños.

"Ahora mismo somos ocho monitoras, tengo una encargada, un jefe de mantenimiento, tres cocineras, un par de actores... ¡Y hasta Papá Noel! Lo que me encanta es que la paridad está cubierta en mi plantilla. Y además apoyamos a los pueblos contratando a personas de las zonas rurales. Tenemos una plantilla de mujeres que son madres que saben manejarse perfectamente con los chiquillos y encima pertenecen al ámbito rural. Eso es un plus, porque en ocasiones en pueblos de interior pocas alternativas tienen más allá de dedicarte a la agricultura. Y tengo a las mejores. Tengo un equipo humano fabuloso. Tenía que decirlo", zanja con una sonrisa.