Hace poco más de un año, tomé probablemente una de las decisiones más importantes de mi vida. Hace poco más de un año, decidí parar para poder seguir. Hace poco más de un año, un alto en el camino se tornó absolutamente necesario. Hace poco más de un año, paré para recordarme que era necesario ser honesta y leal conmigo misma y con la persona que soy o que me gustaría poder ser. Hace poco más de un año tomé una decisión, “Sigue siendo tú y sé leal a ti misma”.
Porque al final y, parafraseando a Tatiana Ballesteros, “la lealtad siempre tiene un camino recto y, el camino recto nunca está al lado de esos lugares de donde tu sentido común te sacaría. La lealtad más absoluta es no traicionar tus instintos. Por eso hay que irse de los lugares donde tu sentido común te echaría a patadas”.
En diciembre de 2022 dije adiós a la que había sido “mi casa” durante toda una década. Un lugar que fue mucho más que la empresa en la que trabajaba y que se convirtió en “mi familia”. Pero entonces, si esta era “mi casa” y “mi familia”, ¿por qué irme? Supongo que, simplemente, porque crecimiento y desarrollo personal requieren reflexión. Pero no cualquier reflexión. Como decía la madre de una amiga mía, “para pensar hay que aburrirse”. Y así sentaba a los tres hermanos en el sofá de su casa de Cerrado de Calderón, para que los 3 niños aprendieran a pensar.
Qué crucial para el futuro de nuestras generaciones es enseñar desde edades tempranas la importancia de pensar, de reflexionar o de “meditar”, si queremos llamarlo así. Pero al final, esto no va de otra cosa más que parar para conectarnos un poco más a nosotros mismos y, por extensión, para conectar y relacionarnos mejor con los demás. Vamos, todos, como pollos sin cabeza, con el piloto automático, con el “necesito esto para ayer” y en resumidas cuentas, somos y estamos atrapados en una cultura de la inmediatez que poco a poco nos va desconectando de lo que realmente importa.
Y mientras vamos transitando ese camino llamado “parar para poder seguir”, entonces empieza el fenómeno. Nos vamos redescubriendo a nosotros mismos o, simplemente, empezando a entender quiénes somos, qué queremos y por qué estamos aquí. Vivir con propósito y sentirse pleno para poder ser un poco más feliz es algo que parece que se nos ha olvidado a muchos. En mi caso, se me había empezado a olvidar y por eso, decidí parar y hacer una pausa.
Parar y hacer pausas (cada uno las que pueda dentro de sus circunstancias) no significa, ni implica tirar la toalla. Hacer una pausa tampoco ha de ser considerado el fin de algo. Dar un paso atrás y decidir tomarse esa pausa es un acto de responsabilidad y de lealtad hacia uno mismo (Mensaje para “recruiters”, por favor, intentad evitar decir a candidatos que lo de poner en el estado de LinkedIN “Career break”, es contraproducente, que no les da buena imagen y que “no queda bien” en un CV).
Porque cuando damos un paso atrás, los siguientes pasos adelante serán pasos llenos de energía renovada y con una dirección y un sentido mucho más profundo. El siguiente capítulo va de mirar hacia dentro, pensar en lo que realmente nos llena y crear impacto tanto en nuestra vida personal como en la profesional. Va de disfrutar de mi pasión por las personas, dentro y fuera de las organizaciones en las que pueda estar. Va de encontrar el sentido de lo que me mueve y va de ser coherente con todo lo que haga en mi vida y que realmente me importa.
Estamos demasiado distraídos por muchos factores y actores externos. Hacer una pausa no es una caída , es una lanzadera para que sigas siendo tú pero, esta vez, con propósito. Es una forma de encontrar paz y tranquilidad pero hay que entender que para encontrarla, tenemos que mirar hacia dentro y centrarnos más en el SER.
¿Estamos dedicando algo de tiempo en conocer qué es lo que da sentido profundo a nuestra vida y que justifica nuestra existencia? o, ¿estamos atrapados en una especie de rueda de roedores en la que nos hemos metido sin darnos cuenta?
No sé en qué momento te encontrarás ahora mismo en tu vida pero, sea el que sea, te animo a que pares un momento y que te aburras. Que te dediques algo de tiempo sin móvil, sin pantallas, sin distracciones. Solo tú y tú. Y que transcurrido un rato, ese “aburrimiento” empezará a tornarse en “reflexión”. Esa es nuestra voz interior. Así que, como me dije hace poco más de un año, ayuda a tu voz interior a que no se ahogue entre tanto ruido.