Del populismo al progresismo, a veces sólo hay un palmo. El que parece separar los argumentos de unos y otros que, bajo una misma bandera, ven como un exceso que un señor cumpla con lo que prometió en un programa electoral, al tiempo que entienden como "justo y necesario" que otro con atribuciones homólogas haga precisamente lo mismo en la comunidad de al lado.

Mientras vemos desde la barandilla si Putin sigue haciendo de las suyas, ahogando un poquito más nuestra economía por aquello del efecto dominó, en nuestro país el debate está ahora en esos términos, marcados sí o sí por una cesta de la compra que cuesta mucho y pesa poco. “¿Qué pasará? ¿Qué misterio habrá?” cantaba Raphael. “¿Qué sabe nadie?”, se respondía él mismo. Sabio y artista, andaluz ilustre. 

Aquí en Málaga, la salsa la pone estos días la visita de los miembros del comité evaluador del Boureau de Paris, que desde el martes ve con sus propios ojos lo que en estos meses le habían contado de esa ciudad en la que nació Picasso (al que conocen de sobra) pero que ahora destaca, además de por su arte, por su potencial innovador, sus planes de futuro y su ambición por seguir creciendo. 

“Durante mucho tiempo, a Málaga parecía darle vergüenza apostar a lo grande”, me comentaba esta semana una persona muy bien situada y reconocida en la capital que apostillaba algo así como “por fin, supimos darnos cuenta que no pasa nada por intentar ser los mejores, y pelear por ello, aunque luego no lo consigamos”. Esa es la diferencia entre la Málaga de los ‘90 y la de ahora. Así, cambió la percepción (aún en proceso de cambio, de mejora y de consolidación en la cúspide) y con ello, se ve ahora en condiciones reales de pelear por algo que supondría proyección, pero sobre todo, riqueza y prosperidad.

Defiende Málaga estos días su condición de digna candidata a albergar esa muestra dentro de mucho menos de lo que parece. 2027 no está tan lejos como apunta la cifra o como quiere creer nuestro subconsciente. Cuatro años y medio que serán cuatro raspados cuando haya decisión al respecto de la ciudad que ‘se lleve el Gordo’, motivo ese que persiguen todas las implicadas en el proceso abierto ahora. Si les parece mucho, echen un vistazo rápido al tiempo empleado en esta ciudad para cualquiera de sus grandes proyectos. O se afina mucho, o nos pilla el toro, a no ser que no lleve cuernos

Afortunadamente para Málaga, el consenso total entre administraciones ha servido para llegar hasta aquí y para asegurar que, pase lo que pase en las urnas (sea cuando sean las generales y deriven en lo que deriven las municipales) el que llegue seguiría defendiendo esa Exposición como si fuera propia. Lo que debería ocurrir con otras tantas cosas… como el asunto de los impuestos, donde no parecen ponerse tan de acuerdo, ni siquiera los de un mismo partido.