No pudo empezar peor

la semana malaguista.

En la grada celestial

se fue a sentar un señor

que coloreó su vida

de blanquiazul lealtad



sobre el verde, en el banquillo,

desde el palco o en la grada,

en su Málaga adorada

que desde que era un chiquillo



le cautivó el corazón

que no soportó el envite

de este enero que a traición

se llevó al cielo a Benítez.



Pocos sitios más vacíos

ahora mismo puede haber

que el banquillo en Martiricos

que el lunes, “hasta más ver”



le dijera a su inquilino,

el “peleón” José Alberto,

por sus escasos aciertos

que hasta aquí llegó el camino.



A bailar con la más fea

ha tenido que aprender

el veterano de Ikea

puesto que a todo el plantel



no es plan de cambiar entero

y de rositas se queda.

Que cortar hay mucha tela,

pero el sueño del ascenso



se aleja, si lo tuviera

el club en algún momento.

Buena suerte, José Alberto,

la puerta se queda abierta.



Se les rompió el amor, mísero fin,

a Cristina Borbón y a Urdangarín.

Primero Noos, luego unas fotos

dejaron a su amor hecho unos zorros.



La moraleja es propicia:

de los Borbones casados,

son ya tres los divorciados.

Orejas tiesas, Letizia.



Para que Málaga sea

en el dos mil veintisiete

sede de la exposición,

e impulsar esa tarea

que hasta el éxito nos lleve

se creó una comisión



por el gobierno central.

Opino que eso está bien,

mas no vayan olvidar

que hay que mandar un papel.



No vayamos a tener

un “lo tenía en el spam”,

“el adjunto me olvidé”

o “hay tiempo, no pasa ná”.



Al cierre de esta edición

de versos inquisidores

se disiparon los sustos

y el papelito llegó.

El orden de los factores.

no alteró al fin el producto.



Que la vivienda es un drama

Málaga lo sabe bien.

Desvelos de madrugada

abundan en el Perchel



de familias que han vivido

décadas en una casa

que ahora tienen que dejar.

Ya de todos es sabido

que con dinero se arrasa

cualquier cosa en mi ciudad;



espero al menos un guiño,

un poco de humanidad,

una muestra de cariño

por quienes dejan atrás



los años que allí vivieron

la gloria de un barrio viejo.

Málaga, cuánto te quiero

y qué poquito te entiendo.