El Congreso de Granada

del PP de Andalucía

no sorprendió en demasía

a la audiencia ensimismada



por el speech de Isabel

Díaz Ayuso y sus consejos

de libertad a Moreno

para hacer y deshacer



sin acatar el mandato

del timón anquilosado

que no obedece ni el Tato

y mueve Pablo Casado.



No hubo sorpresa, decía,

y Juanma salió investido

con libertad renovada:

“Isabel, vale, canía,

que yo presido el partido

y De Arco no eres Juana”.



Un sopapo a las portadas

sacudió María Torres,

la karateca dorada

que merece nuestro ole



y otro sopapo cayó

en el cachete encarnado

del partido Ciudadanos,

que ya no es lo que creyó



el confiado votante

cuando puso su esperanza

en el partido naranja.

Por detrás y por delante



la idea se hace mijillas.

Al nuevo centro centrado

le clavó otra banderilla

el jerarca Maldonado.



El Metro llegando al centro

el anhelo alimentara

del sufrido malagueño

que quiere dejar en casa



el coche para bajar

a ver la Semana Santa,

la Feria o la Navidad

y del autobús se cansa,



porque la bici, parece,

que además de ser cansado

se va a poner aún más caro.

La movilidad no mueve



el corazón usurario

que la cartera te aprieta

del municipal erario,

ahora con las bicicletas.



Y recordamos de nuevo

con dolor sobre la sien

el valor frente al malevo

que le pega a una mujer,



las puñaladas sin manos

que asestan llenos de inquina

tantos perros desalmados

destrozando su autoestima



con un “fea, inútil, gorda,

no me sirves para nada”

sacando crueles tajadas

escondidos tras la sombra



del conformismo y el miedo.

No hay que aguantar ni una más,

no hay que dejarlo pasar.

Del Congreso a los colegios



no permitamos que falte

en el amor el respeto.

Que nadie se quede quieto.

Que la mujer sea de nadie.