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El salto exponencial dado por Málaga en los últimos años también se deja ver en la apuesta por los espacios de coworking. La crisis de la Covid, que tan fuertemente azotó al mundo entero, forzó a reconfigurar las maneras, también, de entender el desarrollo del trabajo, abriendo una puerta antes impensable a este tipo de proyectos.

Una variante del inmobiliario en el que la capital de la Costa del Sol ha adquirido una posición destacable, no sólo en el número de intervenciones, sino en el grado de ocupación que tienen los mismos.

Pero dentro de la amplia gama de iniciativas hay algunas especialmente singulares, dotadas de un valor añadido que excede con mucho la funcionalidad exigida para estos espacios. "La gente puede pensar que es un coworking, pero el ambiente, el mobiliario, la decoración, incluso el perfil de gente que admitimos no es la que va a un coworking", remarca David Martín, CEO de Longline Capital, quien dice con orgullo: "Aquí no permitimos que venga nadie en chanclas o con un patinete; no permitimos que vengan de cualquier forma".

Esta es la firma que está detrás del bautizado como Longfellow Executive Club, un espacio de trabajo situado en el corazón mismo de Málaga. Su emplazamiento es una señal más del carácter exclusivo con el que Martín imaginó años atrás este proyecto. El espacio, de unos 300 metros cuadrados, se localiza en la cuarta planta de uno de los edificios diseñados por Fernando Guerrero Strachan en la calle Larios.

El simple acceso a su interior ya permite identificar la propuesta casi única. Al menos en la capital de la Costa del Sol. Justo en la puerta de entrada, un pequeño dispositivo permite a los clientes acceder colocando su huella dactilar, maniobra que se repite en cada uno de los 8 despachos que hay delimitados en el interior.

Interior de uno de los despachos.

La primera imagen es la de una recepción que está operativa en horario de oficina. Desde este punto, un universo marcado por la elegancia en todos y cada uno de los detalles, muestra de la labor de interiorismo realizada por Lago Interioriza.

"A medio camino entre lo hotelero y lo museístico"

"El proyecto ha sido concebido como una boutique a medio camino entre lo hotelero y lo museístico", explica David, quien durante la visita presume de las espectaculares vistas que se pueden contemplar desde los ventanales que dan a Larios. De telón de fondo, la Catedral.

No es el único cuadro que los usuarios del Longfellow Executive Club pueden visualizar a diario. Otra seña de identidad es la apuesta por el arte. A las obras de varios artistas locales hay que sumar la presencia destacada del arte de Puigmartí. Su firma está presente en algunos de los despachos con obras como Colour Nebula o UII SEC.

La intervención ejecutada sobre el inmueble, inaugurado como centro de negocios el pasado mes de julio, cuida hasta el extremo sus características, conservando la riqueza de sus suelos, por ejemplo. El pasillo evoca al de un hotel de lujo, la sala de juntas a un club neoyorquino, el office a un cocktail bar

"Tenemos un estándar de calidad o de exigencia alto", remarca el CEO de Longline Capital, quien subraya la apuesta de la empresa por recibir y alquilar espacios a un perfil profesional "de alto nivel". "El objetivo es que cuando vengan aquí se sientan rodeados de sus congéneres", insiste.

Tras la puesta en marcha meses atrás, el grado de ocupación ronda el 60%, explica, existiendo conversaciones abiertas para cerrar la contratación de varios despachos. "Estamos haciendo una selección bastante minuciosa para que quien entre no genere ninguna discordancia ni ningún malestar con el resto", defiende.

De los 8 despachos habilitados, el más grande es el número 8, que tiene espacio para diez puestos de trabajo. "Viene a funcionar como un hot desk de los tradicionales coworking, pero adaptado a despacho de dirección", expone. Y ello queda constatado al ver butacones, obras de arte y hasta una cabina independiente para hacer videollamadas.

"Nos hemos encontrado con una singularidad y es que muchos de los perfiles de clientes que pensábamos que podrían querer un despacho individual, como dueños de fondos de inversión que tienen un patrimonio neto por encima de los 300 millones de euros, han preferido ese espacio compartido y disponer de su sillón y de su escritorio. Lo hacen porque vienen a Málaga durante un tiempo y lo que quieren es estar en una sala con más gente, integrarse, comunicarse", valora.