"Y en la recta final, el corredor más longevo de esta carrera recorriendo esos diez mil metros...", Miguel se quita la gorra mientras sigue corriendo y recibe la ovación del público, "...en la recta final, todo el mundo apoyándolo...", Miguel pisa alfombra roja emocionado, "...nuestra campeón... llegando a la meta, recorriendo los últimos metros...", Miguel ya está ahí, "¡Miguel García Velasco!". Recibió una medalla por llegar a la meta y un trofeo por ser el corredor de más edad.

Tiene 85 años, sale a correr todos los días algo más de una hora y fue el más aplaudido en su llegada a la meta de la carrera popular de Torcal - La Paz. Ya está inscrito en la próxima media maratón de Málaga. Miguel García parece inasequible a la edad y, según explica en conversación con EL ESPAÑOL de Málaga, parar no entra en sus planes mientras pueda valerse por sí mismo: "Si este es mi vida, mi ilusión, ¿para qué lo voy a dejar? Algo hay que tener en la vida. Hay que pasar la vida distraído y con calma", define.

A Miguel siempre le ha gustado y ha practicado deporte, anda, corría, pero sobre todo toreaba. "Hice varias novilladas por ahí... Había que entrenar y estar preparado. Pero cuando me hice mayor, lo dejé y me casé", relata. Estudió "las topografías" y logró un puesto laboral en Obras Públicas. Una vida estable y encarrilada... a la que le faltaba algo.

"Empecé a ir al gimnasio en la ciudad deportiva de Carranque. Allí me entró el gusanillo de correr y, desde entonces, no lo he dejado. Eso es muy importante. Yo entreno todos los días hora y pico. He tenido suerte y no he tenido muchas lesiones más que pequeñas y poquillas", narra Miguel.

Una trayectoria de corredor popular que le ha llevado a participar en las pruebas más humildes de barrio hasta maratones en Madrid, Portugal o Valencia -donde consiguió su mejor marca, 2 horas y 38 minutos para 42,2 km-. "Ya no corro maratones, me viene muy largo", dice, "de momento", matiza.

Miguel García Velasco, en lo alto del pódium Cedida

"Yo tengo fondo para dos horas y pico o tres horas, pero el ritmo es muy lento", indica Miguel: "Cuando era más joven intentaba ir con el pelotón y las ovaciones eran para todo el mundo, pero como ahora voy solo casi de los últimos, las ovaciones son para mí casi. A esta edad, hacer una carrera y terminarla, y entrar bien con todo el mundo aplaudiéndote... Me dan ganas de llorar".

Una profunda emoción que siente cada vez que cruza la meta y que se complementa con las felicitaciones de su familia y su mujer, que le apoyan y animan pero le dicen "que tenga cuidado": "Me he caído un par de veces o tres. Me han tenido que llevar al hospital y todo. La alzada mía de pie no es muy alta y en las baldosas hay muchas cosas raras. Voy con mucho cuidado".

Si salen a pasear por Málaga, es posible que algún día le vean. Cada día corre por la pista de la ciudad deportiva de Carranque, por la Malagueta, por Huelin, por Teatinos. "Cambio de itinerario mucho para que no sea tan pesado", explica.

"Lo que siento cuando salgo a entrenar es que es mi sino, mi afición. No me aburro ni nada de eso, lo hago con mucho gusto. Me apetece y me sienta bien", explica, pero no se queda ahí el imparable Miguel: "Estoy muy activo todo el día. Tengo perrita, la saco de paseo, voy al Mercadona, todo el piano por las tardes, que estudié música también..."

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