Málaga

Joyerías, administraciones de lotería, restaurantes, tiendas de comestibles, comercios de calzado, ferreterías, grandes almacenes de familias malagueñas pudientes. Multitud de negocios han desfilado por la calle Marqués de Larios desde su inauguración hace 130 años. A día de hoy muy pocos resisten, entre otros motivos por el elevado precio del alquiler, los pisos turísticos, el desembarco de multinacionales y la proliferación salvaje de franquicias.

Uno de los más longevos en la popular vía es Quiosco Arturo, una tienda de prensa con más de 70 años de vida. Arturo Ferrer la abrió en 1945 con la ayuda de sus padres. "Antiguamente no era un quiosco como este. Estaba al fondo de la calle, frente al portal número nueve. Tenía un mueblecito para exponer los periódicos y un banco", resume Arturo Ferrer hijo durante una charla con EL ESPAÑOL de Málaga.

Más que el amor por los periódicos, fue la necesidad lo que empujó a Arturo padre a abrir el comercio en la céntrica calle. Corrían tiempos difíciles en la posguerra. "Todo era muy complicado en esos momentos. Mi padre vio que la prensa era un trabajo que podía desarrollar. Sus hermanos se dedicaban a la hostelería. Lo vio como una salida. Hacía falta trabajar de cualquier cosa", reconoce.

El actual dueño de Quiosco Arturo posa frente a la tienda de prensa. I. V.

600 ejemplares al día

Arturo empezó en el negocio familiar con 20 años. Su padre, impedido porque no tenía los miembros inferiores completos, necesitaba ayuda y sus progenitores ya no vivían para echarle una mano. Corría el año 1989, un momento de relativa prosperidad para la prensa en papel. "En aquella época podíamos vender unos 600 ejemplares al día entre los periódicos locales y las cabeceras nacionales", asegura.

Para entonces el quiosco ya se había trasladado al portal número ocho de la popular vía malagueña (esto ocurrió en 1969). Desde entonces, Quiosco Ferrer ha visto echar la persiana de numerosos comercios locales que aportaban un sello inconfundible a la calle. Sin ir más lejos el bar La Cosmopolita, que tenían justo al lado. "Era un importante punto de reunión para mucha gente. Toda una atracción. La mayoría iba por el ambiente que había en el bar y en la calle", recuerda.

La fisionomía de la famosa vía ha cambiado bastante desde entonces, al igual que el precio del alquiler de los locales y viviendas allí ubicados. "A nosotros nos subieron el alquiler progresivamente. Nos hemos ido adoptando. El alquiler comparado con aquellos días no tiene nada que ver. Llegamos a pagar 50.000 pesetas, 300 euros al cambio, en los años 90", relata el dueño de la tienda ubicada en la quinta calle más cara de España.

En la tienda vende una gran variedad de revistas para todas las edades. I. V.

A la subida del precio del alquiler se suma una gran crisis estructural que lleva golpeando muchos años a los medios de comunicación impresos. "La venta de periódicos ha bajado mucho. Ahora se trata de una crisis estructural. Hay medios digitales y las nuevas generaciones no leen prensa escrita, sino redes sociales", resume.

Prensa internacional

A pesar de la crítica situación, el quiosco sigue ofreciendo un amplio catálogo de periódicos y revistas. Se distinguen sobre todo por tener cabeceras internacionales. En un expositor al fondo de la tienda hay reunidos medios como The New York Times, Die Welt, Financial TimesFrankfurter Allgemeine, Daily Mirror y Le Monde. "Antes venían bastantes extranjeros, pero ahora con el tema de los cruceros se ha potenciado mucho. Pero se ha cortado con la pandemia", se lamenta.

-¿Cómo habéis pasado esta crisis mundial?

-Muy solos. No cerramos nunca porque nos consideraron esenciales. Una cosa es que pudiéramos abrir y otra que viniera la gente. He vivido días en los que pasaban horas y horas y no veía a nadie.

Otra foto del quiosquero. I. V.

-¿Cómo resistís en esta calle, una de las más caras de España para alquilar?

-Abriendo a las siete de la mañana y cerrando a los ocho de la noche.

Trabajar en la Gran Vía malagueña se antoja por momentos un verdadero privilegio a pesar de las franquicias, el turismo masivo y la subida del precio del alquiler. "Si no hubiera estado aquí hubiera cerrado", se sincera el competente vendedor. Muchos quioscos han echado el cierre en los últimos años. Otros se han reconvertido al negocio del suvenir. "Pero les ha venido mal por la pandemia", admite.

Entrada al bloque donde está el Hostal Larios. I. V.

Otro de los negocios familiares que sigue en pie en la céntrica vía es el Hostal Larios, inaugurado hace 37 años. Salvador Espíldora fue el encargado de abrir el establecimiento, que pasó a manos de su hijo Juan Andrés en los años 90. "Esperamos que siga abierto mucho tiempo", desea Juan Andrés hijo durante una charla telefónica con EL ESPAÑOL de Málaga.

La pandemia ha asestado "un mazazo" al pequeño hostal con 16 habitaciones: estuvieron cerrados 15 meses. El 14 de julio pudieron abrir sus puertas de nuevo. "El mal momento lo hemos pasado todos. Nosotros nos hemos llegado a plantear el cierre", se sincera el joven, que cuenta que han bajado los precios y que "hay que seguir abiertos para tener un margen de beneficio y no perder dinero".

"Nos lo esperábamos un poquito peor, pero la cosa remonta. La evolución está siendo positiva. A partir de septiembre si baja otra vez la cosa", reconoce el hijo del dueño y trabajador del hostal, que admite que las previsiones para nada superan las de 2019.

Dos cucuruchos de Casa Mira en la calle Larios. Casa Mira

Para Juan Andrés hijo, trabajar en pleno Larios es "un motivo de orgullo y sobre todo de respeto porque se trata de una calle histórica y emblemática, la vía principal en Málaga". "El 50% de los clientes se aloja por la céntrica ubicación. Otros lo hacen por el precio. Tenemos buenas vistas y un balcón que mira directamente a calle Larios", destaca el joven, que cree que si cerraran, la zona perdería "un cachito de su esencia y tradición".

A los dos negocios familiares se suman en la popular vía la histórica Farmacia Mata y la heladería por excelencia de los malagueños, Casa Mira, emblemas absolutos de una calle que debería cuidar sus comercios tradicionales para no dejar de ser ella misma y convertirse en una céntrica calle más del mundo atestada de franquicias y multinacionales. Hay mucho en juego.