Luto, sobriedad y recogimiento. Tres palabras que definen el Viernes Santo malagueño. Pero solo a medias. Poca queja puede haber con la propuesta cofradiera presentada por las hermandades del día. Lo que derrumba por completo esta construcción alegórica es el carácter que desprende la ciudad y que rompe con lo que se espera de la jornada

Vendrán balances sobre el nuevo (que no novísimo) recorrido oficial. Algunos serán duros; otros, más amables. Pero en todos ellos debe primar una cosa por encima de todo: la concreción a la hora de diagnosticar fallos y beneficios. Y en esa amalgama descriptiva, ha de constar en posición prioritaria alguna idea de la ciudad sobre la que transcurre esta celebración. No tiene sentido el aforamiento desmedido de calles en las que cualquier ciudadano sabe disfrutar de los cortejos sin necesidad de agentes uniformados vallando paredes. Como tampoco hace justicia a la suntuosa Semana Santa que las procesiones pasen entre terrazas, bares y un ambiente propio de un parque de atracciones. Sea como fuere, todo eso llegará mañana. Mientras tanto, vivamos el recuerdo del penúltimo día: 

Dolores de San Juan

Cada vez que una crónica vuelve a recoger el testimonio penitencial de los Dolores de San Juan, los lugares comunes parecen vertebrar todo el discurso. Y quizá, pese a la dificultad añadida que esto supone para el periodista, no deja de ser un motivo de orgullo para los hermanos de la corporación. El seguimiento de un guion idéntico, perpetuo, conocido y reconocible, permite entender que el presente tiene su explicación en un pasado vivo. Si hubiera que cumplir con lo visto, habría que destacar la compostura nazarena, el silencio combativo con el entorno, la belleza de los conjuntos... Así fue la salida de la hermandad de los Dolores, en imágenes.

Descendimiento

La cofradía del Descendimiento busca conquistar entornos cofrades fuera del centro histórico. Quizá sea la asignatura pendiente durante el año (algo que llevaría a no depender Cuaresma tras Cuaresma de peticiones de ayuda), sin embargo, eso no quita que su estación de penitencia aguardara especial conexión con el lugar. Ayuntamiento, jardines de Pedro Luis Alonso, la venia ante la Ciudad... un oasis de tranquilidad ante la congestión urbanita. Así fue la procesión del Descendimiento, en imágenes.

Monte Calvario

Desde la Victoria partió un camino de nazarenos que poco a poco comenzó a adentrarse en calle Granada. Después de los problemas presentados durante la Cuaresma para llenar trono y cortejos, la corporación fue capaz de cumplir con creces con su cometido. La teatralidad de la estampa convierte al público es un personaje más de la escena. Para destacar. Como también es reseñable el recogimiento que produce ver al misterio del Señor avanzar en silencio, contagiando esa sobriedad a un pueblo que todavía no termina de asumir el carácter asonoro que también existe en la jornada. Así fue la estación de penitencia del Monte Calvario, en imágenes.

Amor

Unos pocos minutos después, las puntas negras se esfumaron, dejando vía libre a los capirotes blancos. La hermandad del Amor salía desde Fernando el Católico. Cofradía estudiantil, vinculada a los Olivos y a Maristas, encontró el cobijo de sus raíces cuando pasó por el conocido colegio victoriano. Su paso por la tribuna principal fue prueba irrefutable del asentamiento estilístico de esta formación: primero, con las cornetas de la Esperanza después del ansiado estreno en Sevilla; con la Virgen, Eloy García de la Expiración, que interpretó Saeta cordobesa a su vuelta por la Cruz Verde, haciendo gala del buen trabajo realizado por los hombres de trono. Así fue la procesión del Amor, en imágenes.

Santo Traslado

Más allá de la característica impronta del Viernes Santo, esta jornada destaca por la deslocalización de las cofradías participantes. De la Malagueta a la Victoria, pasando por el Centro y Molinillo, pero sin olvidar la Trinidad. La Soledad de San Pablo recuperaba las calles de su barrio tras salir desde su casa hermandad. Sandalias, romanos, pebeteros... Una estampa tan identificativa que se siente como propia. El conjunto de la Virgen lució especialmente bonito, con un arreglo lumínico compuesto a base de candelabros y tulipas en el frontal del cajillo que ofreció más luminosidad al conjunto. Precisamente, la falta de visibilidad había sido un problema desde hacía tiempo, y la junta ha intentado buscarle solución. El exorno floral, compuesto por flores en tonos rosas, enmarcó la implorante escena de la talla. Así fue la salida del Santo Traslado, en imágenes. 

Piedad

En la frontera con Capuchinos, el barrio del Molinillo aguardaba la llegada de la Virgen de la Piedad. Las tornas se cambiaban y no era el pueblo el que se acercaba a la capilla callejera, sino que era la capilla la que se abría al pueblo. Como siempre, las dificultades para encajar el extenso protocolo dentro del cortejo impidieron que durante el recorrido oficial los penitentes pudieran ir cerca del trono. En cuanto al conjunto, los lirios se entremezclaban con la templanza que emana de la talla de Palma Burgos. Así fue la procesión de la Piedad, en imágenes. 

Sepulcro

Casi sin darnos cuenta, la Semana Santa se consumió en un suspiro. La cofradía oficial de Málaga dejó la puerta entreabierta, esperando a que el Domingo de Resurrección la luz vuelva a iluminarse. Entretanto, toca ser paciente durante unas horas. La estampa de la jornada la ofreció la Virgen de la Soledad, cruzando por la plaza del Obispo, con la candelería encendida aferrándose a un tiempo que se iba escapando poco a poco: "Qué forma de iluminar el dolor", escribían en Twitter. No hay más verdad que la que se ve. Así fue la procesión del Sepulcro, en imágenes. 

Servitas

Sensación extraña la que dejó la Orden Tercera de Siervos de María a su paso por la tribuna oficial. Es cierto que nada puede enturbiar la imponente talla de Fernando Ortiz, pero en el conjunto hubo detalles que se escaparon a lo esperable. El cortejo (dio la sensación de ser algo más escueto que otros años) avanzó muy cerca del Sepulcro, por lo que los sonidos de la banda de música de la Esperanza se entremezclaban con el silencio. Tampoco se adelantó la oscuridad, llegando a entrar el trono en la Constitución con algunos focos encendidos todavía. 

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