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Una nueva muestra ha llegado al Museo del Automóvil y la Moda de Málaga con motivo del Día Mundial del Refugiado que se celebra cada 20 de junio. En esta ocasión se titula Hestia y se estrena con la colaboración de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado.

La exposición, que estará en el MAM hasta el próximo 31 de agosto que lleva por título Hestia (diosa griega del Hogar), alberga tres conjuntos de prendas-objeto confeccionados por la diseñadora malagueña Andrea Rubio con residuos textiles pre y posconsumo.

Junto a estas prendas, la muestra se completa con fotografías en las que tres refugiados lucen las prendas protagonistas, según han explicado a través de un comunicado.

La presentación ha contado con la presencia de la delegada territorial de Inclusión Social, Juventud, Igualdad y Familias de la Junta de Andalucía en Málaga, Ruth Sarabia; el coordinador en Andalucía Oriental de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), Francisco Cansino; y las codirectoras del MAM, Elvira Carrera y Mar González.

Hestia, tributo al refugiado

Hestia es una muestra que recuerda a todas aquellas personas que se han visto obligadas a huir de su tierra natal. Por tanto, el conjunto de prendas que forman parte de esta exposición representa el viaje forzoso que muchas personas experimentan desde sus países de origen hasta lugares seguros. Simbolizan la idea del hogar, el que dejan atrás una vez emprenden su viaje para habitar en otro hogar, y en el que viven e interactúan durante su viaje.

Tres modelos migrantes

Esta colección pretende visibilizar esta etapa del proceso migratorio que, en muchos casos, es la más peligrosa ante la falta de vías legales y seguras. Por ello, junto a los trajes hay tres fotos de modelos luciendo las prendas.

Papa, Sidy Fall y Jean Jacques son tres personas refugiadas que han dado un paso al frente para convertirse en modelos ante la cámara, luciendo las creaciones de la diseñadora Andrea Rubio. La exposición incluye una serie de fotografías que los retratan, complementando así la muestra con una dimensión humana y visual.

Cada una de las prendas presentadas está inspirada en las historias personales de estos tres protagonistas, relatos que han servido como punto de partida para las confecciones que el público podrá descubrir en esta exposición.

Conjunto 1: Hestia y el fuego. Top de crochet y pantalón plisado

El primer conjunto explora la espera y la resistencia frente a las inclemencias del clima. El top está tejido a mano con cuerda de escalada abandonada en el monte, mientras que el pantalón, de estructura amplia y con bolsillos funcionales, ha sido confeccionado con tejido recuperado de cubre coches defectuosos.

Ambas prendas simbolizan la incertidumbre del momento previo al viaje migratorio, cuando el frío y el calor marcan el paso del tiempo cerca del mar. Además de su valor estético, estos elementos están diseñados para transformarse en herramientas útiles durante el trayecto: la cuerda del top puede tener un uso funcional, y los pantalones crean espacios que pueden convertirse en áreas habitables.

Conjunto 2: Hestia y la noche. Falda estructural y mochila

El segundo conjunto representa la imposibilidad de descansar durante el trayecto migratorio. La falda está elaborada con tejido reutilizado de cubre coches y cuenta con una estructura plegable inspirada en el origami, que permite expandir su diámetro hasta convertirse en una tienda de campaña. La acompaña una mochila hecha con lona textil de tiendas desechadas.

Esta propuesta plantea la necesidad de crear refugios portables y adaptables, que permitan descanso y protección frente a la intemperie.

Conjunto 3: Hestia y la mar. Chubasquero transformable y pantalón impermeable

Este conjunto refleja la travesía por mar, uno de los tramos más duros del viaje migratorio. Tanto el chubasquero como el pantalón están confeccionados con materiales de cubre coches reutilizados, adaptados para resistir la humedad y la exposición prolongada al agua.

El chubasquero es transformable: mediante cremalleras puede pasar de chaqueta a abrigo, adaptándose a diferentes necesidades del trayecto. Estas prendas evocan el estado constante de caladura, donde el cuerpo del migrante se funde con el entorno marino, sin espacio físico ni mental para el descanso.