Málaga

Rocío Molina y el Niño de Elche caminan en la misma dirección desde hace mucho tiempo. Lo extraño era que aún no se hubieran encontrado tras ofrecer cada uno propuestas transgresoras (y algo polémicas en el caso del ilicitano). La coreógrafa malagueña ha estrenado esta semana su nueva performance en la Bienal de Venecia donde ha sido reconocida con el prestigioso León de Plata.

La bailaora presentaba Carnación, una arriesgada reflexión sobre los límites del deseo, en el Teatro alle Tese. Molina le bailaba al goce mientras Niño de Elche le ponía voz. Olalla Alemán, Pepe Benítez, Maureen Choi y el coro compuesto por la agrupación Cantori Veneziani y proyectoeLe les acompañan en este viaje por los sentidos.

La artista aborda las tensiones que el deseo produce, ya sea en plena creación de una obra o en su forma más carnal, en una pieza donde la música sacra y la electrónica se dan la mano. Carnación, cuyo título alude al proceso pictórico de coloración de la carne, permito colocar al espectador en un lugar de encuentro entre la violencia, los cuidados, la ternura, la represión y el placer.

Rocío Molina y Niño de Elche funden su talento en 'Carnación'. Simone Fratini

De esta manera, explican en un comunicado, "las posibilidades del baile y de la voz nos conducen a abandonar etiquetas superficiales para comprender la capacidad de liberación de la danza en un mundo constreñido por el materialismo y la competitividad". Una celebración de la fiesta, la represión y el placer íntimo de la atadura con el sello de dos creadores muy atrevidos.

La obra, una coproducción de la Bienal de Venecia, la Bienal de Sevilla, y el festival Grec de Barcelona, cuenta con la codirección escénica de Juan Kruz Díaz de Garaio Esnaola, la colaboración en el diseño escénico y de vestuario de Julia Valencia, el diseño de vestuario de Leandro Cano y la iluminación de Carlos Marquerie.

El León de Plata

Molina es la primera artista flamenca elegida para recibir este galardón. El jurado ha destacado de ella su capacidad para "recrear la tradición desde una aguda perspectiva contemporánea". La coreógrafa destacó al recibir el premio el valor de "la fragilidad, que de la mano de la renuncia y el desapego" la han guiado "hasta la honestidad".

"Me pregunto: ¿a qué, a quién debo dedicar este premio? Y entiendo que el esfuerzo hoy me ha traído aquí. Pero la realidad es que el esfuerzo no te lleva a ninguna parte. Los imperios conseguidos, los éxitos, las obras, los aplausos tienen, por el hecho de haber sido acabados o poseídos, peor final que las cosas reales, que son verdaderamente las que permanecen en el tiempo", señaló.

La malagueña quiso dedicar el reconocimiento a su actual compañera: la fragilidad. "La fragilidad, quien de la mano de la renuncia y el desapego, me guio hasta la honestidad, todas ellas hijas del miedo", sostuvo. También tuvo palabras de agradecimiento para su madre, su padre y su hija.

La malagueña luce orgullosa con su León de Plata.

McGregor señala además que Rocío Molina ha construido "su propio lenguaje artístico" articulado a través de "coreografías vanguardistas, extravagantes y poderosamente crudas donde el flamenco tradicional se encuentra con el baile moderno y con impulsos (improvisaciones)". 

En esta edición Rocío Molina comparte palmarés con otro icono de la danza internacional, Saburo Teshigawara, quien se ha llevado el León de Oro. Ambos reciben estos premios en el marco del XVI Festival Internacional de Danza Contemporánea de la Bienal de Venecia que se celebrará hasta el 31 de julio bajo el lema Boundary-less.

El León de Plata, dedicado a jóvenes talentos de la danza, ha recaído en ediciones anteriores en artistas e instituciones como Anne Teresa De Keersmaekers Performing Arts Research and Training Studios (2010), Michele Di Stefano (2014), Dana Michel (2017), Marlene Monteiro Freitas (2018), Steven Michel y Théo Mercier (2019), Claudia Castellucci (2020) y Dona Doherty (2021). 

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