Málaga

Laura Baena (Málaga, 1981) se ha convertido en una de las voces más autorizadas para hablar de maternidad y conciliación en este país. La publicista fundó hace ocho años una comunidad feminista online con el objetivo de romper el mito de la madre perfecta y luchar por la igualdad. Bajo el lema 'yo no renuncio', la activista creó en 2015 una asociación para mentalizar sobre la necesidad de una conciliación real.

La malagueña cuenta ahora su historia de no conciliación en Yo no renuncio (Lunwerg, 2022), una fantástica guía de supervivencia para mamás donde explica cómo tuvo que dejar de lado su carrera profesional cuando tuvo a su primera hija. Su relato, lleno de reveladoras estadísticas e íntimos relatos de compañeras de lucha, pone sobre la mesa los asuntos más espinosos a raíz de la desigualdad de género

"El libro, al igual que que el Club de las Malasmadres, es un acto de sororidad porque, a través de la experiencia personal, Laura consigue acompañar a las mujeres a que se sientan menos solas y alzar la mirada feminista para reivindicar un nuevo modelo social de maternidad", señala la socióloga Maite Egoscozabal en el prólogo donde describe a Laura como "una mujer valiente, capaz de poner en palabras emociones que muchas mujeres viven a diario".  

La activista parte de su propia experiencia en el libro para ahondar en una realidad invisibilizadora aunque afecte a cientos de miles de mujeres en España: cómo ser madre acaba penalizándolas a nivel laboral y personal. La autora plantea una conciliación real trasladada a la sociedad y a las empresas porque "sin conciliación no conseguiremos una verdadera igualdad".

¿Cómo vivió aquello de ser madre y darse cuenta de que no podía conciliar, ni compatibilizar la maternidad con sus aspiraciones laborales?

Con frustración. Al principio no me di cuenta tanto de que la realidad social es esa en España y que le pasa a todas las mujeres, sino que lo viví como una experiencia personal propia. Más allá de que fuera mujer madre de la desigualdad, me decía: "Soy una persona que lleva trabajando cinco o seis años, y de repente es madre, pero no por ello es menos profesional". ¿Por qué no se entiende que ahora mismo sea la misma profesional y necesite organizar mi tiempo laboral de otra manera? No significa trabajar menos. Simplemente necesitaba entrar antes y salir antes para recoger a mi hija y seguir adelante con mi carrera profesional. No me lo creía. Ese pensamiento de 'ahora valgo menos por ser madre' me rondaba. Te apartan de ciertos proyectos y no entiendes nada. Sólo pides salir a las 17:30 para llegar a recoger a tu hija de la escuela infantil. Poco a poco se te van cayendo las vendas. Te das cuenta de que este sistema nos ha engañado y nos ha hecho creer que sí que podíamos ser mujeres madres profesionales y realizarnos. Me lo había creído a pies juntillas. 

Llega a afirmar que "ser madre y profesional en este país no es posible". Qué horrible…

Ser madre y profesional a la vez no es posible. A las madres se nos penaliza, se nos castiga, se nos empuja a renunciar, se nos aparta del mercado laboral y se nos manda a casa. Aunque no te lo digan directamente. Las medidas de conciliación actuales son una trampa y hay muchos silencios cómplices. Te hacen creer que no eres suficiente y lo peor es que muchas lo sentimos así. Sentí que no podía ser esa superwoman que se esperaba de mí y que yo tenía que renunciar. Esa renuncia se veía como una elección. Yo no he elegido irme a casa para cuidar de mi hija y renunciar a mi carrera profesional por la que llevo luchando diez años porque ahora no se entiende que tengo que conciliar. Al final acabamos siendo cómplices de esta mentira.

¿Cuándo dejará de ser la madre el rival más débil de una empresa?

Cuando el sistema y la sociedad quieran cambiarlo realmente. El problema es que impera un modelo laboral que sólo prima el trabajo productivo y este sólo se ve como el trabajo remunerado. No se pone en valor la maternidad ni el trabajo reproductivo. No somos conscientes del gran problema social que vivimos por la falta de reemplazo y de futuro. Ya no se trata de que entienden cómo se siente una mujer cuando es madre y tiene que renunciar a su carrera. Cada una de nosotras vive una crisis muy dura y encima callamos. Es que están los datos ahí. Hay una fuga de talento femenino, no hay equipos paritarios y la tasa de fecundidad cae. ¿A qué esperamos? Si no lo hacen por nosotras, que lo hagan por el futuro de esta sociedad. Hay que empezar a hablar de un modelo laboral distinto y de entender la flexibilidad como una parte inherente del trabajo y no como un favor que hacen o como algo que tenemos que acogernos sólo las mujeres. Todas estas medidas de jornada reducida, de excedencia o de jornada de cuatro días son una trampa si volvemos a hacerlo sólo las mujeres. Como ha pasado con el teletrabajo en la pandemia. 

Somos las mujeres por desgracia las que solemos renunciar en el trabajo.

Más del 95% de personas que se acogen a la jornada reducida son mujeres. Todas las medidas de conciliación tienen nombre de mujer porque no se han hecho con perspectiva de género y porque no se está atacando el problema desde la base. Si no existe corresponsabilidad, si los hombres no se implican en el cuidado y no entendemos que la sociedad y las empresas también deben implicarse, las que renunciamos somos nosotras. 

¿Qué nota le da a los diferentes gobiernos de España en materia de conciliación?

No me siento representada por la política de este país. Cuando me siento a hablar con cada uno de ellos y de ellas sí que tienen la conciencia de la importancia que tiene la conciliación a nivel transversal, y de lo necesario que sería un plan nacional de conciliación. Pero luego, ¿qué se hace?

El Gobierno presentará en septiembre el anteproyecto de la Ley de Familias, que incluye una renta crianza (prestación mensual de 100 euros por hijo). Usted aclara en el libro que estas medidas que se plantean no cambiarán esta inercia.

Todo es muy propagandístico, enfocado a la campaña electoral. Cada uno propone medidas que son parches. La medalla se la ponen ellos. Nosotros buscamos un plan nacional de conciliación que cuente con el consenso político de todos los partidos. De nada nos sirve ahora hacer un libro blanco de los cuidados para que cuando cambie el Gobierno además de mandar a la porra el Ministerio de Igualdad mande ese libro blanco a la basura. No tienen ningún sentido la política como está planteada. Sabemos de la importancia de las leyes como palanca de cambio. Necesitamos la política para poder cambiar. Pero se van poniendo parches a un problema que hay que atajar desde la base. Hacer unos permisos de siete días cuando tienes una hija enferma no soluciona la conciliación. Hay que forzar ese cambio y entender el modelo laboral de otra manera. La gente está cansada de este sistema laboral donde sólo priman las horas. La pandemia ha demostrado que otro modelo laboral es posible, pero no interesa.

Entre las creencias de las que habla su libro menciona esa de "él me ayuda". ¿Cuándo se verá la ayuda de la pareja hombre como algo normal y no un acto de bondad?

Cuando ellos ejercen de padres son aplaudidos y cuando somos nosotras se da por hecho que lo hacemos. Si alzamos la voz encima nos quejamos o que no queremos lo suficiente a nuestros hijos. Es increíble. Eso se rompe con la educación. Soy partidaria de la pedagogía a los hombres. No hay que darles la espalda, sino que hay que concienciarlos. Esto es cosa de hombres. La corresponsabilidad no sólo es el "él me ayuda" o "haz lo que te diga". Se trata de responsabilizarse y de que la carga mental hay que compartirla. No puede ser que los hombres sean unos héroes por cuidar a sus hijos y nosotras unas malasmadres. Hay que romper los estereotipos. 

He pensado mucho en la película Cinco lobitos cuando el novio se va a currar y ella se queda sola con la cría recién nacida. ¿Es una estampa más habitual de lo que creemos?

Sí, totalmente. Es la realidad. Siete de cada diez mujeres se sienten solas durante la crianza de sus hijos, según nuestros estudios. Si no forzamos nosotras el cambio, no va a ocurrir porque ellos no se ven llamados a estos temas, o son corresponsables en casa pero luego no lo dicen en la calle. No vayan a pensar que son unos calzonazos si son padres comprometidos. Todo eso hay que romperlo porque son los privilegios que tienen los hombres por el mero hecho de ser hombres. Una de las medidas que podrían cambiar esa situación porque esto repercute en el mercado laboral es el tema de los currículums ciegos. Con ellos no se pudiera hacer esa discriminación entre hombre o mujer, o entre una edad u otra, o si tienes edad fértil para ser madre. Todas esas cosas ilegales que se hacen en las entrevistas de trabajo. Ayer leía que sólo el 6% de las empresas utilizan los currículums ciegos. La mitad de las empresas no ponen en práctica medidas de igualdad. Ante ese panorama es muy difícil que nosotras podamos romper la inercia de un país abocado a no tener futuro por dos cosas: porque las mujeres cuando son madres deben renunciar a su carrera profesional y porque muchas renuncian a ser madres. Fenomenal para las que renuncian porque lo eligen libremente. Ser madre no es la panacea. Muchas lo postergan porque no se dan las condiciones. Y eso no puede ser.

¿Cuánto daño ha hecho el mito de la superwoman y del amor incondicional?

Muchísimo. Se nos vende un amor romántico y un mito de la superwoman que cuando eres madres ya es la madre superwoman que puede con todo. Hemos pasado de la madre abnegada, que renunciaba a su vida y a sus deseos propios, a otra cosa peor: la madre superwoman que puede con todo con una sonrisa y que no se queja. No es posible. La mayoría de madres tiene la salud mental por los suelos. Perdemos salario y nuestro estatus económicos y social al ser madres, y perdemos la salud mental por el camino. Pretendo que las madres al final del libro cuenten su historia y rompan el silencio. Si nosotras no rompemos el silencio nadie va a venir a romperlo. Al Estado le sale muy barato el hecho de que las mujeres tiremos el carro de la conciliación y la corresponsabilidad. Durante la pandemia hemos dado pasos atrás en la igualdad y muchas personas han renunciado para poder cuidar. 

Uno de los principales problemas es que todavía se asume mujer con el rol de cuidadora invisible. ¿Cómo cambiamos esto y se equilibra la balanza?

No nos olvidemos de que somos la generación sándwich. Vamos a quedarnos ahí aplastadas. Al ser madres más mayores en la misma edad vamos a compaginar el cuidado por arriba y por abajo: vamos a cuidar a nuestros padres y a nuestros hijos. Eso es una auténtica locura. Casi el 98% de las personas cuidadoras en España son mujeres. ¿Por qué la mayoría de las mujeres han cuidado a los mayores? Se trata de mujeres precarizadas que están en el subsuelo sin poder salir de una economía muy complicada para subsistir, y al final son ellas las que ejercen de cuidadoras. Esto hay que ponerlo en valor, y si no se pone en valor económico no vamos a poder salir de ahí. La mochila del cuidado nos la han dado, y como no reconozcamos el trabajo del cuidado no se va a salir.

La culpa atraviesa todo el libro. ¿Cómo de difícil va a ser despojarnos de ese sentimiento?

Es constante. Al final acabas acostumbrándote y silenciándola a veces para poder seguir adelante. Más del 90% de las mujeres les cuesta cuidarse y si se cuidan, lo hacen con culpa. Si hasta para sacar diez minutos y cuidarte estás sintiéndote culpable. Tengo puestas mis esperanzas en la generación que viene, y en que vea que hemos luchado por romper con esa culpa y que ellas no se lo lleven. Veo a mi hija mayor de diez años y con esa edad tienen un empoderamiento femenino brutal. Espero que ellas no sienten esa culpa por todo. Hagamos lo que hagamos nos encontramos con esos juicios externos que nos hacen mucho daño. Hay mucha gente que se queda en el discurso de "somos las mujeres las que tenemos que romper con las creencias y la culpa". Ahora en Instagram te encuentras muchos discursos vacíos del tipo "el cambio está en ti". Esto no se puede sola. Debemos apoyarnos en medidas y en la sociedad. 

"La maternidad nos regala habilidades que nos convierten en grandes organizadoras", asegura.

Para mí es súper duro escuchar a tantas mujeres, que han tenido que frenar sus carreras o que las han despedido, que creían que habían elegido. Muchas me escriben llorando tras leer el libro y me dicen: "Creía que había elegido y me he dado cuenta de que he renunciado". Se dan cuenta ya cuando sus hijos han crecido. Cuando se quieren reincorporar al mercado laboral no encuentran ninguna oportunidad. Es brutal. Por eso son tan importantes los planes de reincorporación laboral tras la maternidad. Ser madre es un plus. Lo he visto en mujeres de mi propio equipo. Sacan rendimiento a una hora, a un minuto, porque el tiempo para ti tiene un valor incalculable cuando eres madre. Aprendes a organizarte y a ser productiva en menos tiempo. Cuando te preguntan en una entrevista de trabajo: ¿Qué has hecho durante estos siete años? ¿No has trabajo?". No, perdona, he ejercido madre y es un trabajo. 

¿No le aterra los partidos políticos que nieguen rotundamente o quieren derogar unas leyes contra la violencia machista y hablen en términos de violencia doméstica o intrafamiliar?

Eso miedo lo deberíamos tener todas por momentos. No se puede negar la violencia de género. Es como si niegan que la falta de conciliación o que las mujeres renunciamos a nuestra carrera al ser madres. No podemos negar una realidad. La violencia machista es la mayor desigualdad que sufren las mujeres. Debemos seguir concienciando a los que pueden votar esas políticas. No podemos quedarnos calladas ante esos mensajes. Con derogar esa ley lo que hacen es apartarnos más a las mujeres y mandarnos a casa. Yo lo vivo el mismo miedo que tú. Tenemos que despetar a todos y hacerles ver que por ahí no podemos pasar. 

Noticias relacionadas