Málaga

Juan Jesús García Vivas (Ronda, 1976), conocido profesionalmente como Jon Nazca, trabajó como camarero para poder pagar su primera cámara. Aquella Nikon réflex le costó sudor y esfuerzos, además de un dineral (200.000 pesetas de la época, imagínense). Quién hubiera imaginado que aquel joven entusiasta de la fotografía acabaría siendo uno de los finalistas al Pulitzer este año.

El profesional malagueño, colaborador en la prestigiosa agencia Reuters desde 2006, ha sido reconocido en los premios más importantes de periodismo con una imagen del volcán de La Palma hecha desde la ventana de una casa evacuada. "Ser finalista es algo muy grande. No va a cambiar mi forma de ser, pero ayuda el reconocimiento", cuenta durante una entrevista con EL ESPAÑOL de Málaga.

Cuando le mandaron felicitaciones a las once de la noche del pasado 9 de mayo pensaba que se habían equivocado. "Me llegaron mensajes en masa. Me da mucho respeto estas cosas. Me abrumó tantos elogios. Para mí los Pulitzer están a la altura de los Nobel. Tienen el mismo impacto de reconocimiento. Aquí hay ganadores y además hay dos finalistas en cada categoría", explica. 

El fotógrafo malagueño en el mirador del Time con el volcán de La Palma de fondo.

Ha quedado finalista en la categoría de Mejor Foto del Año por esta imagen. Jon Nazca / Reuters

En primer lugar, ¿cómo se siente uno cuando es reconocido a este nivel?

Es un poco difícil de asimilar. Estas cosas nunca te las esperas. Cuando hago mi trabajo no estoy pensando en ganar premios. Ha sido una sorpresa porque no sabía que la agencia había presentado mis fotos. Estoy contento porque los ganadores son mis colegas. En mi categoría ha sido reconocido un equipo de compañeros de La India con su cobertura de la pandemia. Hemos ganado todos en general.

Está nominado en la categoría de mejor foto gracias a una imagen cotidiana donde se ve la lava al fondo a través de la ventana de una cocina. ¿Cómo surgió la idea?

Llegué al tercer o cuarto día de la erupción del volcán. No pude ir al día siguiente porque no había combinaciones de vuelos posibles. Quería hacer algo diferente a la foto del volcán, algo muy impactante pero accesible a todos. Me pregunté cómo podía plasmar todo lo que estaban sufriendo con las evacuaciones. Había mucha tensión entre la gente. No pude hacer la foto antes porque la vivienda estaba cerrada. Estuve ocho días. En el penúltimo la hice de milagro. Me acerqué a las cosas rurales. Ya desde fuera me imaginé la imagen. 

¿Cómo vivió cubrir un desastre natural de tal calibre?

Ver un volcán en erupción es algo tremendo. Te quedas asombrado. No eres consciente de que la naturaleza sea capaz de hacer algo así hasta que estás allí. Es muy impactante. No te puedes imaginar que sale tanto fuego y tanto ruido de debajo de la tierra. 

Ha llegado a fotografiar desde partidos de fútbol, noches estrelladas, protestas independentistas en Barcelona, o la salida de la Pantoja de los juzgados en Málaga.

Los fotoperiodistas cubrimos de todo. Cuando me preguntan qué hacemos hago el símil del médico de cabecera. Política, deportes, espectáculos, noticias de última hora, reportaje en profundidad. Hacemos de todo. Le pongo todo el empeño y me esfuerzo mucho, pero sin suerte no podría hacer este trabajo. Me dejo llevar por la suerte y por mi intuición. A veces vuelves sobre tus pasos. Últimamente me apasiona mucho hacer fotos de astros, eclipses, la luna. Es algo que me atrae bastante.

Hablaba de la suerte, pero ¿cómo entrenan la mirada los fotógrafos?

Una vez te dedicas a esto de lleno debes tener mucha paciencia, fuerza de voluntad e ir más allá. También olvidarte de asuntos tuyos personales como fiestas y quedadas con amigos. Cuando llegas a un estado de adrenalina tal debes estar súper atento y concentrado. Como te despistes un momento, te pierdes la foto. También hay un gramo de suerte. Somos casi como detectives. Tienes que estar constantemente mirando en 360 grados porque como lo hagas como un ciudadano normal, paseando por la calle tranquilo, te pierdes todo. La mirada de un fotógrafo se trabaja a diario. Esto tiene un poquito de antropología. A lo largo de los años vas viendo cómo funcionan las cosas y cómo se comportan las personas. No se trata de ir a hacer las fotos simplemente. Hay un trabajo detrás que puede durar días. 

Quería preguntarle por los límites, justo ahora que se vive una guerra en Ucrania. ¿Es partidario de mostrar el horror tal y como se presenta?

Depende de cada persona. Considero que la fotografía es una profesión de servicio público. Debemos informar de las cosas buenas y de las cosas malas. Yo personalmente no quiero cubrir un conflicto así, pero no porque no quiera sacar esto. Simplemente no quiero. Cuando hemos tenido que sacar una imagen de alguien que ha fallecido no hemos tenido otro más remedio que hacerlo.

La precariedad laboral es una constante en su sector.  

Puede ser. Poco a poco se van consiguiendo cosas. Esta profesión es muy bonita. Somos necesarios para el funcionamiento de la sociedad. Aportamos nuestro granito de arena. Precariedad hay por desgracia en cualquier profesión. 

Otra imagen de Nazca trabajando. Jorge Guerrero

Trabajó como camarero para poder pagar su primera cámara, una Nikon réflex. ¿Qué queda de aquel joven entusiasta?

Casi todo. Le ha pasado a mucha gente con una vocación muy concreta. Hay que hacer lo imaginable para empezar. La cámara me costó un dineral. No sé si fueron casi 200.000 pesetas de la época. No era profesional todavía. Aún la tengo. Mi familia me animó a hacerlo. Y por cierto, la profesión de camarero es muy digna. En ese momento me gustaba fotografiar, pero ni por asomo sabía que iba a acabar dedicándome a ello. 

¿Cómo es trabajar para una de las mejores agencias de información del mundo?

No por estar en una agencia eres mejor fotógrafo. Alguien autodidacta tiene el mismo valor que el que está trabajando en una agencia. No miro a los compañeros por encima del hombre. Hay que ser humilde. Trabajar en una agencia te da la oportunidad de hacer muchas coberturas potentes. Siempre estás jugando en la Champions. Son partidos de Champions constantes. Uno detrás de otro. 

Ha llegado a publicar algunas de sus fotografías en portadas de importantes cabeceras como New York Times, el Wall Street Journal, el Washington Post y Le Monde. ¿Cuál es el mejor regalo que le ha dado esta profesión?

Evidentemente ser finalista del Pulitzer. El mayor logro es conocer a tanta gente y estar cada día en un escenario distinto. Hoy puedes estar haciendo un partido de fútbol y mañana estás montado en un barco. Te dices a ti mismo: "Jamás entraría aquí si no fuera por mi profesión". La mayor satisfacción de mi oficio es conocer a gente tan distinta. Suena tópico, pero es así. 

Noticias relacionadas