Málaga

El año 2014 queda en el recuerdo de Salva Reina (Las Palmas de Gran Canaria, 1978) como uno de los más grandes de su carrera. Bordó su pequeño papel en La isla mínima de Alberto Rodríguez, uno de los mejores thriller de la historia de la filmografía de nuestro país. Desde entonces, el actor malagueño se ha convertido en uno de los rostros andaluces de referencia en el cine español.

El monologuista no ha parado de hacer series y películas ni siquiera con una pandemia de por medio. Atrás quedaron aquellos años de estudiante en Granada mientras cursaba una licenciatura de Ciencias del Deporte. Antes de los 18 años, el intérprete ya hacía animaciones infantiles y trabaja para varias compañías de teatro. "No he tenido miedo de buscar mi camino, de descubrir mi vocación y luchar por ello", cuenta en una conversación telefónica con EL ESPAÑOL de Málaga.

El gestor cultural ha estrenado este mes Con quien viajas, ópera primera de Martín Cuervo donde interpreta a un joven con patillas y sin muchas habilidades sociales. Una comedia aderezada con unas gotitas de thriller en la que Reina se sube a un coche para compartir viaje con tres desconocidos desde Madrid hasta Cieza. Pronto volverá a la cartelera con Confinamiento incluido de Miguel Martín, una película sobre el confinamiento que vivimos los españoles durante tres meses.

En primer lugar, ¿cómo has pasado este año y medio?

Se pararon las actuaciones en directo. Tuve mucho trabajo con la sala Cochera Cabaret porque tuvimos que aplazar todo. Afortunadamente cuando acabó el confinamiento volví a currar. He podido enganchar varios proyectos de ficción. La cultura es un sector como otro cualquiera que necesita de ayudas y apoyo institucional. Quizá en la pandemia se ha puesto más en valor nuestro trabajo. Todos han echado mano de un libro, una película, un disco. Incluso algunos han hecho visitas virtuales a museos. Esta crisis ha servido para que muchas personas se dieran cuenta del valor real de la cultura. 

Ha vivido unos cuantos rodajes durante la pandemia. ¿Harto de tanto test?

(Ríe). Ciñéndonos a lo que toca. Soy un especialista en pruebas de antígenos, PCR y todas esas cosas. Afortunadamente si hay test, hay trabajo. Así que no me importa todos los que me tenga que hacer. 

También ha sufrido la crisis sanitaria como dueño de la Cochera Cabaret en Málaga. ¿Gestionar una sala cultural hoy día es de valientes? 

Sí. Pero siempre ha sido así, en cualquier época. Gestionar un espacio cultural es bastante vocacional. Se trata de una actividad que no se hace por dinero, sino por amor al arte (y perdóname la expresión). Algunos nos llaman valientes y otra gente utiliza términos más despectivos (ríe). Es una labor complicada.

Ya está en cines Con quien viajas, una película sobre un extraño viaje en Blablacar. ¿Cuál ha sido la manera más rara de conocer a gente?

Me has pillado por sorpresa. Tengo un amigo de Zaragoza al que conocí en un avión de vuelta de un viaje largo. Me hice más amigo de él charlando un ratito allí que de las personas con las que compartí esa experiencia tan intensa.

¿Echa de menos hablar con gente desconocida en la barra de un bar?

No soy de los que lo echa de menos porque lo sigo haciendo (ríe). Suelo hablar con los vecinos en el ascensor o con alguien que tenga al lado en cualquier medio de transporte. Soy una persona que cree en la bondad de la gente. Al final conocer a gente nueva te la oportunidad de abrir tu mente a otras opiniones, a otro mundo.

¿Qué le parece que nos comuniquemos menos que nunca en un mundo tan hiperconectado?

Me resulta curioso que puedas hablar con una persona de Países Bajos, Mozambique o Alemania y no conozcas a tu vecino de enfrente. Esto para mí es motivo de debate. Vivimos una época donde ser individualista es lo más importante. Vamos todos hacia una misma dirección y nos movemos mucho por moda. Apenas tenemos personalidad. También es verdad que podemos hablar con gente con nuestras mismas inquietudes a miles de kilómetros mientras uno se conecta desde cualquier pueblo perdido.

Su personaje tiene problemas a la hora de socializar. ¿Nos dejamos guiar muchas veces por nuestros prejuicios?

Completamente. Es muy negativo dejarte llevar por los prejuicios. Lo más sencillo cuando conoces a alguien es etiquetarlo y ubicarlo en una caja estanco. Lo bonito es descubrir a gente que quizá parece otra, con un caparazón enorme. Y que te sorprende.

Interpreta a una persona con muchos tics que está mal vista. ¿Cuál ha sido la etiqueta que le han colgado que le haya molestado más?

(Carcajada sonora). Algo que me ha podido lastrar ha sido ser una persona que busca el sentido del humor a las cosas y la risa a la hora de trabajar. A nivel actoral y en otros aspectos de la vida me han llegado a considerar alguien poco de fiar o no muy serio. Esa etiqueta me molesta. Que den por hecho que eres una persona desenfadada o despreocupada porque cuando estás con él te muestras como una persona cachonda, me parece un error. 

Es un actor muy versátil que pasa de la comedia al drama sin inmutarse. ¿A qué reto le gustaría enfrentarse en un futuro?

Me gustaría que siguieran confiando en mí como actor. Me motiva que me planteen cosas que no he hecho nunca. Incluso cuando me proponen retos parecidos, intento buscarles las vueltas y crear un personaje único. Me conformo con seguir currando. Si puede ser con un papel completamente diferente a lo que me he enfrentado a lo largo de mi carrera, mejor.

Ha estrenado muchos proyectos en plataformas. ¿Qué valor le ve a ir al cine hoy día?

Me parece un acto maravilloso. No puede desaparecer esa liturgia maravillosa de ir al cine. Como se ve en una pantalla grande, no se ve en ningún lado. Mira el teatro cuando apareció la televisión. Todos creían que iba a desaparecer y ha resistido decenas de vicisitudes. Cada vez hay más avances tecnológicos al alcance de tu mano en tu casa que a lo mejor invita a quedarse en el hogar. Pero el cine no va a desaparecer nunca.

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