María Peláe (Málaga, 1990) se dio cuenta de que era flamenca cuando llegó a Madrid y el cumpleaños feliz no se cantaba por bulerías. Estoy ‘atacá’, cantaba Martirio allá por el año 1988, y así se siente ella hoy. “Llevo toda la mañana dando vueltas, haciendo footing por mi casa con los nervios. Me he tomado un café, pero creo que la valeriana cae enseguida”, dice riendo. Estos nervios se deben a que esta noche llega al Auditorio Cortijo de Torres, en Málaga, su tierra, “para formarla mucho”, dentro de su gira La que estoy formando.

“En Málaga nací y a Málaga quiero ir siempre”. La ciudad para ella siempre es un punto de partida y de llegada, porque en ella están “todas sus raíces y todos sus por qués”. En sus comienzos, se dedicaba a cantar en la desaparecida tetería Zouk para cuatro o cinco personas que se pedían zumos naturales. “Otro lugar que echo de menos es la bendita Botica, cerquita de la catedral, que formó parte de los primeros pasos del Kanka, de Vanesa Martín, de Carmen Boza o los míos propios. Sin ella, ninguno de nosotros hubiésemos empezado”

Es una pena perder sitios como estos, porque desde fuera dicen: ‘Madre mía, la que se está liando con la cultura en Málaga’, pero sinceramente, creo que se está luchando solo por la cultura a gran escala. Las salas que te dan oportunidades cuando nadie te conoce han cerrado. Es genial que existan museos y grandes recintos, pero para llenarlos primero tienes que dar unos pequeños pasos que si ya venían en equilibrismo, no quiero decirte en medio de la crisis que estamos pasando”, lamenta la artista.

Desde sus comienzos ya han pasado unos cuántos años. De hecho, nada tiene que ver el "rollazo" que tiene la María actual respecto a la que comenzó. “A mí nunca saben en qué registro meterme”, dice entre risas. Muchos la llaman la Lola Flores moderna, algo que la ruboriza y que "si lo escuchara su abuela, la enojaría y mucho". De hecho, como anécdota, la cantante está a punto de recibir la segunda dosis de la vacuna de Moderna, como no podía ser de otra forma, aunque María reconoce entre risas que pidió si le podían poner mejor una de “Folclórica”, pero no había.

"Cuando vine con esta nueva manera de producir con Casa de herrero, estaba "cagada". Yo venía de la canción de autor, en las salas, con mi guitarra, y venía también con muchas connotaciones, porque cuando una deja de cantar solo con su guitarra, a veces, tienden a decirle que es una vendida. Al final te acabas dando cuenta que a lo que a la gente le da coraje es que te vaya mucho mejor".

Empoderamiento, libertad y revolución

Su último tema, Mi tío Juan, es un canto a la libertad. Trata la historia de un hombre que "estaba deseoso" de probar la libertad que tenía en su cabeza, pero en su propia vida ya que por cuestiones sociales no podía. "Todos somos mi tío Juan, es una persona imaginaria, pero todos nos podemos ver reflejados en él", dice.

Cuando sacó este tema, allá por abril, la cantante cuenta que muchos le preguntaron si era necesario que sacara este tema. Ella, por su parte, respondía que era más que necesario si ellos se lo preguntaban. "La canción de Mi tío Juan me la han censurado en algunos medios. Cuando te mojas y al mismo tiempo está ocurriendo un mensaje de odio de manera paralela no me extraña que sigan ocurriendo casos como los de Samuel Luiz", dice.

Asimismo, relata que está percibiendo que el colectivo cada vez se calla menos. "Ya no hay silencio. Por ello, para hacer más ruido, creo que todo aquel que tenga un altavoz debe lanzar su mensaje, debe hablar. Más que nada porque puedes llegar a gente que no tiene ese altavoz y, entre todos, se puede crear un mundo un poquito mejor. Contra el discurso de odio, el amor gana".

Respecto al feminismo, Peláe también se sincera. "No solo hay machismo en el flamenco o en la música en general. Es que vivimos en una sociedad patriarcal que mancha todos los ámbitos".

"A mí me han llegado a decir: '¡Qué bien tocas la guitarra, la tocas como un hombre!', pero lo mismo pasa cuando bajas a comprar el pan o en otras empresas. No solo en la música", explica.

Carnavalera y muy "jartible"

Empezó a componer gracias a Martínez Ares. Le cambiaba la letra a sus comparsas con tan solo ocho o nueve años. "Hacía poemas. Ya ves tú el concepto de poema que yo tenía con esa edad, ¿sabes?", dice la artista entre risas. Asimismo, señala que sin duda, su primer recuerdo musical es carnavalesco. "Yo escucho un 3x4 y da igual de lo que estén hablando que me pongo a llorar. Soy la típica que cuando llega enero yo me conecto a Onda Cádiz y me trago todo desde la primera ronda, sin dudas", prosigue.

Asimismo, cree que ese amor al carnaval ha tenido mucha influencia en sus canciones, irónicas y con mucha picaresca. "En mis canciones hay mucho giro inesperado al final, hay mucho trasfondo y hay mucha ironía, igual que pasa sobre las tablas del Falla, donde creo que se hace, probablemente el humor más inteligente del mundo", dice.

Cada vez que queda con alguna amiga gaditana se lamenta de no poder hacer las comparativas tan graciosas que hacen ellas, porque el humor gaditano se lleva en la sangre. "Me da coraje, siempre digo 'hija de su madre', cómo no habré caído yo antes en decirlo", cuenta riendo. Además, cree que la magia del carnaval de Cádiz es que aprendemos a decir las verdades sin ofender a nadie, pero haciendo que la gente reflexione y le de una vuelta al tema.

Tu cara me suena

Tanto la comparan con Lola Flores que teme que cuando llegue al plató de la próxima edición del concurso de Antena 3 se encuentre con que tiene que imitarla. "Espero que no, porque como yo le de al botón y me salga, miraré a Lolita de reojo y diré 'Ay, señor de mi vida'", dice.

Asimismo, confiesa que cuando era pequeña era "chenoísta a muerte" y que le hace mucha ilusión compartir con ella proyecto televisivo. "La María de 12 años ahora mismo debe estar pegando saltos por la casa, te lo aseguro", concluye.

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