Málaga

Paca La Piraña (Almería, 1962) es a día de hoy uno de los mayores símbolos de la lucha trans en España. Nacida en el seno de una familia humilde, la exvedette empezó en los años 80 haciendo imitaciones musicales. Luego se pasó al transformismo y a la prostitución para sobrevivir en un mundo donde las mujeres transexuales eran sistemáticamente excluidas o utilizadas en la tele como mero fetiche.

En los 90, la exvedette conoció a Cristina Ortiz La Veneno en un club de Torremolinos. Su estrecha y duradera amistad floreció más tarde en el Parque del Oeste donde las dos se prostituían. Ambas aparecieron después en el programa Sálvame Deluxe de Tele5. Tras muchos espectáculos y mala vida, Paca decidió retirarse de los escenarios y volver a su Almería natal para cuidar de su madre.

La artista pasó de ser una digna limpiadora a coprotagonizar uno de los fenómenos de la ficción española de los últimos años: la biopic de La Veneno creada por Los Javis. A la pareja le costó horrores convencerla para que hiciera de sí misma en la serie. Y menos mal que lo hizo: su desparpajo, ordinariez y humor socarrón le han robado el corazón a medio país.

La artista se ha lanzado de nuevo a los escenarios tras su retirada para ser la recepcionista de El Gran Hotel de las Reinas, la rompedora gira oficial de Drag Race España con puesta de largo en el Starlite de Marbella y que muchos podrán ver en Torremolinos durante agosto.

"De niña, mi padre me llevó al médico. "Lo veo que es raro", decía. Me pusieron hormonas masculinas y certificaron que no era hermafrodita. Mi padre quería que jugara a los indios y vaqueros. Yo me iba con mi hermana Lola a jugar con las muñecas, a peinarlas y vestirlas", explica en una conversación con EL ESPAÑOL de Málaga donde no para de exhibir su poderosa personalidad.

Es una de las protagonistas del Gran Hotel de las Reinas, que inicia su gira en el Starlite de Marbella. ¿Qué le enganchó del escenario?

A mí no me tiene enganchada. Yo ya me retiré hace tiempo por motivos familiares. También se vivía una gran crisis. Querían pagar poco dinero. Los espectáculos los hacían en restaurantes. La gente estaba comiendo mientras tú bailabas. No atendían. Estoy acostumbrada a hacer un espectáculo donde la gente venga a verme, no a comerse un filete de ternera. Luego yo de mi casa no salgo por 50 euros. No me sale del chumino. Me fui enfriando y me retiré. Dejé de fumar y me puse gorda. Ahora ya no me entran los trajes (ríe). 

Los Javis la rescataron del olvido para la serie de La Veneno. ¿Cómo lleva lo de ser un icono trans tan mediático de repente?

A mí ya me conocían de cuando aparecía en Tele5. Salía con la Veneno, que en paz de descanse, en Salvame Deluxe. Pero claro, la serie ha sido un éxito rotundo. Vivimos un boom. Ha llegado a otros países. Yo he hecho de mí misma en la serie y he actuado como soy: espontánea, ordinaria a veces, discreta otras. A la gente le ha gustado mi forma de ser, mi forma de hablar, mis ocurrencias. Siempre me ha gustado hacer humor para que la gente se ría y esté a gusto a mi lado.

¿Le ha costado mucho llegar a ser usted misma y aceptarse?

Me ha costado porque nací en un cuerpo que no me pertenecía. Se sufre mucho. Menos mal que soy una persona positiva y he tenido una familia que siempre me ha apoyado. No eran ricos, pero tampoco he pasado hambre. Al principio no le gustaba que me vistiera de mujer por si se metían conmigo. Luego les decían: "Hemos visto a tu Paca. No hemos meado de risa con ella. Qué tipazo". Ahora estoy hecha una colchoneta. Pero con 20 años tenía una talla 38.

Hasta llegar aquí ha vivido muchas cosas: desde ejercer la prostitución a ser excluida de niña (le llamaban "mariquita"). ¿Cuánto duele ser diferente?

Cada persona es un mundo. Tiene que ver con tu forma de pensar y la familia que te toca. Siempre he sido una persona que ha tirado pa'lante. Nunca me he achantado cuando me han llamado mariquita, ni cosas de esas. He tenido mis depres, pero por otros motivos. De tener un cuerpo tan bonito a un troncho. O ver que te sale barba y pelos donde no tienes que tener. Se te va cayendo el pelo. Tienes que estar siempre con las hormonas. Quieres operarte para tener vagina y te piden tres millones. Te lo haces y tienes problemas de estética, de penetración. El ser una mujer no está en tener chumino. A lo mejor no te lo haces, pero lo pone en tu DNI.

¿Piensa que las mujeres trans deben demostrar el doble ante el implacable canón de belleza?

Observo que muchas que yo conozco les gusta tener los pechos, los culos y los labios muy grandes. Les gusta ser llamativas, mujeres explosivas. A mí no me ha gustado nunca. Como nosotras vivimos de nuestra imagen, de nuestro cuerpo, debemos cuidarnos más que los demás. Yo ya tenía el pescado vendio. Con 55 años me fui a cuidar de mi madre a Almería. Empecé una nueva vida de limpiadora. Estaba muy a gusto en la empresa y conmigo misma, que es muy importante.

En una entrevista contaba que dejó la prostitución para cuidar a su madre, y que veía el panorama (mataban a puñaladas a travestis) y que no tenía necesidad. ¿España es ya un país tolerante?

España ha cambiado mucho. No puedes meter a la gente en el mismo saco. Hay personas educadas. Hay otras que son misóginas, racistas... Nadie tiene por qué pegarte. El otro día vi en un vídeo como un tío pegaba tortas a dos mujeres trans. Si viene un tío a pegarme, me levantó y le pego un bocao en la cara o le hincó un tacón. Yo no dejo que nadie me avasalle de esa manera. Siempre he llevado cosas en el bolso. Cuando hacía la calle me echaba un hacha de partir pollos porque me daba miedo que algún hombre me hiciera daño. También venían skinheads a tirarnos una lluvia de piedras. Parecía que nos estaban lapidando. Todavía hay personas que se reúnen para meterse con alguien. Hay una minoría de dos o tres desgraciados que van a meterse con los maricones, las prostitutas, los que son diferentes.

En los últimos años, ha habido una guerra en el colectivo feminista porque hay mujeres que os niegan y os invisibilizan. ¿Qué le diría si las tuviera cara a cara?

Yo le daría una hija o un hijo trans, a ver qué hacía. El otro día una mujer se me acercó para decirme que me admiraba. Me contó que tenía un hijo trans y que le iba a pagar la operación para quitarse el pecho. Le dije: "Lo ideal es hacerla feliz". No es que nosotros queremos, es que nacemos así. Toda la vida tienes tus traumas, tus cosas. En mi vejez me está saliendo el bigote (ríe).

El Gobierno aprobó la Ley Trans hace un mes. ¿Se imagina haber vivido su juventud ahora?

La ley la veo muy bien. Una persona con 16 años puede decidir, pero no tiene la fuerza económica ni mental para saber lo que tiene que hacer. Siempre aconsejo que no sea lo primordial que tengas unos genitales equis. Primero tienes que manifestarte. No empieces la casa desde el tejado. Poquito a poco. Hay que tener apoyo por parte de la familia, la gente y los colectivos. Cuando me cambié el nombre del DNI me aconsejaron que fuera al endocrino, al sexólogo y al psicólogo. La vida de una transexual nunca ha sido fácil. Ni antes ni ahora. Es como cuando en un bote de garbanzos aparece uno diferente. Enseguida ponen ese garbanzo aparte. La gente te mira, se ríe, le da con el codo al otro. Siempre me ha gustado pasar desapercibida y ser una más en al multitud. Así evitas peleas y enrritaciones.

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