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El 17 de octubre de 2018 dos importantes narcotraficantes neerlandeses acudieron a una inmobiliaria que en ese momento estaba situada en la Carihuela de Torremolinos, un lugar de la Costa del Sol que conoce bastante bien la comunidad holandesa.

Allí los dos sujetos formalizaron un contrato para alquilar una nave del Polígono Santa Teresa de Málaga. Se suponía que eran empresarios de importación y exportación de frutas.

En aquellos días la organización criminal formada por al menos 15 personas y liderada por Marco Conrnelius Huijsman y Hans Leendert Martinus Verheij, a la que pertenecían los dos carihuelos de adopción, estaba muy pendiente de un portacontenedores que había partido desde un puerto de Costa Rica justo una semana antes de aquel día de papeleo en pleno corazón del turismo en Torremolinos.

Un momento de la operación policial.

Aquel navío transportaba un contenedor que les haría aún más millonarios. El secreto de toda la trama eran 4.855 paquetes que contenía cada uno un kilo de clorhidrato de cocaína que llegaron al puerto portugués de Setúbal.

La logística la tenían bien establecida estos narcos holandeses. Una vez la droga llegaba a territorio de la UE la enviaban a una nave del Polígono El Nevero de Badajoz. De ahí, cambiaban el camión con remolque por otro y después se dirigían a Málaga.

Las transacciones se camuflaban como importaciones de piñas y otras frutas, ya que algunos investigados rezaban como administradores societarios de empresas supuestamente dedicadas a esos negocios de importación.

El 22 de octubre de 2018 el contenedor con cocaína llegó sobre las 20:30 a la nave industrial de Badajoz y a las 22:18 otro camión partió hacia Málaga con unas medidas de seguridad de película en la que los miembros de esta organización criminal realizaron un convoy de varios vehículos separados entre ellos por 10 kilómetros resguardando que el remolque con el contenedor llegase sin problemas a Málaga.

Su destino final era el número 23 de la calle Valle de Niza del Polígono Santa Teresa, la misma nave que había sido alquilada seis días antes. Allí terminó llegando un camión Renault Magnum con un contenedor marítimo a las 5:25 de la mañana del 23 octubre.

Mientras tanto, los agentes que estaban realizando el seguimiento por carretera habían solicitado la presencia de un equipo de intervención especial porque se temía una respuesta con armamento de guerra en el asalto. Se tomaron todas las medidas de seguridad posibles para detener a estos narcos que estaban en plena faena.

Y ese momento llegó a las 7:30 cuando un equipo del GAR de la Guardia Civil estampó uno de sus vehículos contra la puerta de la nave industrial, pillaron in fraganti a 8 de los 15 narcos condenados por estos hechos en la sentencia de la Audiencia Nacional de la que fue ponente la Magistrada Ana María Rubio Encinas. De la intervención del GAR quedó huella digital en Google Maps, donde se pueden ver los daños en el portón de la nave.

Este clan de narcotráfico había sido hasta la fecha el más potente en cuanto a alijos de cocaína detectado porque el valor de aquella droga era de 934 millones de euros en el mercado.

Con esas futuras ganancias tenían de sobra para pagar alquileres de las naves industriales que controlaban en los Polígonos del Arroyo de Miel, de Alhaurín de la Torre, del Guadalhorce y del Polígono Santa Teresa. Cada lugar mencionado cumplía una función con concreta, porque esta organización criminal la formaban personas completamente profesionales.

Durante los registros realizados en las viviendas de la Costa del Sol de los condenados; en municipios como Benalmádena, Alhaurín de la Torre, Marbella, o Fuengirola se descubrió un objeto que en ese año 2018 no eran tan común y que mostraba el poder económico que puede otorgar el narcotráfico.

A uno de los dos capos neerlandeses de esta causa, se le intervino una cartera fría para conservar criptomonedas. En ese octubre de 2018 el Bitcoin era de unos 6.300 dólares, hoy en día está en 120.000 dólares.

En la sentencia no se hace constar que esos monederos contengan cantidad alguna de criptos, pero se hace raro pensar que un capo del narcotráfico comprara una cartera fría antes que las criptomonedas en un momento el que el mundo crypto estaba comenzando a crecer.

Otra idea de la sofisticación de la organización criminal fue el hallazgo de móviles de encriptados con el sistema Encrochat, aquel que se hackeó, y que facilitaba muchas conversaciones secretas a grandes organizaciones criminales.

Sin duda, habían aprendido de gente de gran linaje en el narcotráfico. Daniel Montero indicó en este mismo medio hace 7 años que dos de los investigados se habían reunido en el hotel Higuerón de Córdoba meses antes de ser detenidos con un tal José Ramón Prado Bugallo, más conocido como Sito Miñanco. Lo que es seguro que allí no quedaron para discutir si la porra antequerana se inventó antes que el salmorejo.

Para los dos capos de la trama, la Audiencia impuso las penas más altas, fueron Marco Conrnelius Huijsman y Hans Leendert Martinus Verheij. Al primero le condena a 11 años y 11 meses de cárcel por tráfico de drogas y falsedad en documento oficial y al segundo a 11 años y medio por el primero de los delitos. A ambos se les impone el pago del triple del valor de la cocaína aprehendida que fue, en concreto, de 934.314.469,94 euros.

Para los 13 condenados restantes las penas oscilaban entre los 6 años y los 11.

Esta sentencia prueba la existencia de una red criminal multimillonaria que conseguía importar casi 5 toneladas de cocaína, y también producía MDMA en cantidades industriales en Málaga. Pero sobre esto último se publicará información próximamente.