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Quien se dedica al narcotráfico de cierto nivel hace ya tiempo que perdió la vergüenza de exponerse en redes sociales y una gran mayoría de ellos eliminaron la palabra discreción del diccionario.

Por eso, las imágenes del pasado sábado 30 de agosto en la Playa Ancha de Casares (Málaga) que publicamos en este reportaje ya no impresionan.

Una tarde tranquila de playa en la Costa del Sol se convirtió en unos minutos en un trasiego de una cifra millonaria de drogas.

La embarcación utilizada en el alijo, y que fue grabada por un bañista, no era la típica narcolancha con casco semirrígido, se usó otro tipo de embarcación rápida más convencional.

La escena parecía propia de un videoclip rodado sin permisos administrativos, pero fue todo real. Según Víctor Méndez, de Narcodiario, la nave utilizada en Casares se construyó en Cambados, la localidad de las Rías Baixas que es cuna de una de las organizaciones criminales más poderosas que ha conocido España.

La posición del todoterreno cerca de la orilla y la embarcación situada en una zona de la Playa Ancha sin delimitación de boyas no dejan dudas de que lo que estaba sucediendo era ilegal.

Todo ocurrió en unos tres minutos a pesar de la parsimonia que tenían los protagonistas del suceso. Entre tres personas descargaron dos paquetes forrados de plástico con forma cuadrada y con poco grosor. No eran los fardos de hachís habituales, pero sí pueden coincidir con la forma que se está transportando la cocaína.

Forrajes similares han sido detectados en cascos de buques mercantes, que adosan buzos especialistas en inmersiones de cierta profundidad en puertos brasileños como el de Santos. En estas intervenciones se habla de cantidades de unos 150 a 300 kilos de cocaína. La Guardia Civil está investigando el asunto, y es muy probable que vuelva a unir a Galicia y Andalucía.

Probablemente si los autores de estos hechos hubiesen intervenido con todas las caras al descubierto, nadie los habría grabado. Su error fue no actuar de forma uniforme. Algunos se colocaron camisetas en la cabeza, otros gorras y los últimos sin taparse.

Ningún bañista les reprendió. Simplemente dos personas grabaron la acción tras percatarse de que lo que veían sus ojos no era muy normal. El shock es bastante grande cuando se ve por primera vez algo así y si no había agentes fuera de servicio en la zona las intervenciones ciudadanas en estos casos se cuentan con los dedos de las manos.

El temor de que esas personas estuviesen armadas es alto y sin duda no es descartable.

Una más

El crecimiento del narcotráfico en las costas de Málaga es exponencial. En Casares ya se intervino un alijo de cocaína la madrugada del 10 de marzo en una playa. En aquella ocasión siete personas acabaron arrestadas y también iban armadas. Lo hacían para proteger esa droga que tenía un valor de más de 3 millones de euros para ellos.

Las dinámicas del crimen organizado en la Costa del Sol siempre van a la vanguardia. Si desde una organización criminal se ha dado luz verde para realizar alijos similares, sin duda habrá más. Los podrán hacer de forma más discreta y con unas embarcaciones igual de potentes que una narcolancha convencional, y visto los resultados lo mejorarán.

Esta adaptación de alijos evidencia que la estructura de combustible del narcotráfico no para de crecer y se ofrecen nuevas posibilidades para que organizaciones criminales estudien rutas nuevas porque pueden acceder a combustible en cualquier punto de las costas españolas. Su abanico se amplía. Y con ello dificulta las actuaciones policiales.