"Tienes ELA". Una oración, dos palabras y nueve letras han marcado para siempre a Adrián Fernández, un chaval de 24 años vecino de la Estación de Cártama. Esta enfermedad degenerativa llegó a su vida en diciembre de 2022 y su forma de enfrentarse a la enfermedad ha conmovido a las redes sociales. Como él mismo dice, se niega a quedarse en la cama hasta que "no pueda ni respirar". "Prefiero vivir pensando que me voy a recuperar y disfrutar del momento", asevera.
El primer aviso llegó cuando sufrió una caída en bicicleta. Adrián es un chico muy deportista desde siempre y tras aquella caída se dio cuenta que algo no iba bien. Comenzó a cojear y no solo eso, notó falta de fuerza en las piernas y en la mano derecha, con hormigueo, le costaba subir los brazos e incluso se caía si no estaba muy atento a su caminar.
Tras tres largos ingresos hospitalarios, decenas de pruebas que no llevaban a ninguna parte y muchas hipótesis de qué tenía, los médicos pusieron nombre a lo que le ocurría: ELA, esclerosis lateral amiotrófica, que afecta a algo más de un centenar de personas en Málaga y más de 800 en Andalucía.
Una enfermedad degenerativa, sin cura y aún muy desconocida para la mayoría, para desgracia de Adrián, que utiliza las redes para exponer su caso y hablar de su rutina con esta. “A mí me lo dijeron por descarte. No había nada genético, no encontraron un motivo exacto de por qué la tengo. Y eso duele. Que te digan que te está cortando la vida y no sepan decirte por qué no es fácil de digerir, dicen que es una ELA esporádica”, cuenta.
Pero Adrián es muy positivo, tiene claro que no va a rendirse por más que tenga asumido hacia dónde le llevará la enfermedad. “Sigo entrenando y esforzándome todos los días. Pienso que me voy a recuperar algún día, dice con la determinación de quien aún tiene mucho que vivir.
Siempre fue un joven apasionado por el deporte, el motor y la vida al aire libre. “Siempre he hecho deporte: fútbol, gimnasio, bicicleta, skate… Estaba de un lado para otro siempre”, recuerda. Su amor por el motor, y más concretamente por las motos, está por encima de todo. “La tengo ahí, llena de polvo. Eso es lo que más me duele. Yo antes me iba de ruta cada semana, pero la ELA me ha impedido volver a conducirla", lamenta.
Adrián habla con una madurez despampanante y asegura que la ELA le ha cambiado físicamente, pero también mentalmente. Cree que le ha hecho mejor persona. "Antes me preocupaba por tonterías. Ahora valoro lo importante. Me siento mejor mentalmente, más fuerte, aunque ya no sea para el resto el de antes", dice.
La enfermedad ha limitado muchos aspectos de su vida diaria: necesita ayuda para vestirse, ducharse, e incluso para partir su comida. “Las escaleras son un reto complicado. Todo lo tengo que hacer con más cuidado, porque si me caigo puede ser un problema. Pero trato de seguir saliendo, entrenando, disfrutando con los amigos; aún conduzco mi coche con cuidado… trato de estar lo más entretenido posible, a fin de cuentas”.
El entorno ha sido clave para saber llevar bien un diagnóstico tan doloroso. "Si yo estuviera solo, esto sería muy chungo. Pero tengo amigos que me ayudan en todo, mi familia, mi entrenador Ignacio... Incluso el pueblo entero se ha volcado hace unos días organizando un evento solidario para ayudarme", declara.
Dejó los estudios y un sueño que siempre tuvo: su propio negocio de lavado de coches, que le iba muy bien y con el que llegó a comprarse su deseado BMW. "Cuando las cosas se me complicaron, tuve que dejar el negocio, lo vendí", recuerda.
Ahora su energía se centra en mantenerse activo y ser ejemplo para otros, pero también para él mismo. "Intento ayudar a otras personas que viven cosas parecidas con mis vídeos. Y también visibilizar la causa para que se invierta más en investigación. Por mucho que yo haga, lo importante viene de arriba", añade.
Una imagen de Adrián el día del certamen.
Pero a pesar de las dificultades, Adrián ha seguido sumando nuevas experiencias a su vida desde que tiene ELA. Se presentó a un certamen de belleza local donde acabó finalista y se alzó con el premio de míster simpatía. "Nunca me hubiera imaginado en algo así. Me convencieron, fui y acabé de finalista. Lo disfruté muchísimo y creo que sin haber estado así, jamás habría participado", confiesa.
Aunque el motor de su moto lleve años sin arrancar, Adrián no para de acelerar con el de la esperanza, que enciende su vida. ¿Qué le diría a alguien que, como él, recibe un diagnóstico devastador siendo joven? No se piensa la respuesta: "Que no se hunda. Que viva el día. Que aunque haya días malos, todo puede mejorar. Lo importante es tener una mentalidad positiva y no quedarse atrapado en lo que vendrá".