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Caminar por las calles de Málaga este histórico lunes negro es hacerlo por una ciudad sin bares, sin terrazas, sin comercios bullendo con su plenitud habitual. Apenas unos pocos negocios hosteleros han decidido mantener sus persianas levantadas tras el gran apagón, limitando sus servicios a platos fríos y preparados con antelación. Al menos en aquellos que hacen funcionar su maquinaria exclusivamente con la electricidad.

Los únicos ‘supervivientes’ han sido los que siguen alimentando sus cocinas del tradicional gas. Este es el caso del restaurante All Rice, localizado en la avenida de las Américas, en dirección a la estación y al centro comercial Vialia.

Justo al pasar por la puerta del local, una pareja permanece sentada comiendo en la terraza; otra lo hace en el interior. Y, apostado a las puertas, como esperando que regrese la luz perdida, se encuentra Alain San Martín Dupoin, encargado de la arrocería.

“Nos hemos visto afectados por el apagón y gracias a que hemos tenido material para eventos externos hemos podido cocinar arroces para la gente y hemos dado un menú un poco más reducido aprovechando los productos que se pueden perder antes”, explica a EL ESPAÑOL de Málaga.

Dentro del caos controlado en el que se ha convertido la ciudad durante las horas transcurridas desde que el suministro desapareció, son muchos los que al ver en funcionamiento la arrocería han acudido a ella.

Alain, de origen canario, confirma que son muchos los que se han pasado por el negocio. “Gente inusual, turistas, gente perdida que no tenía recursos; incluso hemos dado de comer a gente que no tenía dinero en efectivo”, expone. Un detalle nada menor si se tiene en cuenta el enorme problema con el que muchos se han topado al no disponer de dinero en metálico. A todos ellos, “mínimo les hemos dado un plato de paella y una botella de agua”.