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Cada primavera se repite la misma imagen en los bosques de pinos: largas filas de orugas descienden de los árboles en busca de un lugar donde completar su metamorfosis. Detrás de esta escena natural se encuentra la oruga procesionaria del pino que devora las acículas debilitando los árboles, sino que también supone un grave riesgo para personas y animales debido a sus diminutos pelos urticantes. 

En Málaga se ve todos los años. Su temporada empieza en febrero o marzo, pero este año, debido a las altas temperaturas se adelantaron a enero y todas las zonas en las que hay pinos ya están repletas de estas orugas. Por lo que, tanto personas y animales deben tener especial cuidado, porque el roce de estos animales tiene numerosas consecuencias.

Todo apunta a que el cambio climático ha sido quien ha llenado los parques de procesionarias este enero, haciendo que múltiples grupos de orugas bajen desde los bolsones de las copas de los pinos hasta el suelo. Ese aumento de las temperaturas ha sido el pistoletazo de salida a la aparición de la plaga de procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) un mes antes de lo previsto y haciendo que sea posible que estén presentes hasta abril o incluso mayo.

Por ello, desde el Colegio de Veterinarios de Málaga inciden en que la prevención y el tener, por parte de los ayuntamientos, un plan de control para estas orugas es fundamental, ya que pese a que “realmente es una polilla, la preocupante es la larva que forma una oruga” por sus diminutos pelos urticantes, según Paz Miguel, veterinaria y miembro del grupo de trabajo de Medicina Felina del Colegio de Veterinarios de Málaga. 

Estas orugas, al tocar con sus pelos puede afectar tanto a las personas como a los animales. Estos tienen toxinas en la piel que libera en el roce y puede causar “síntomas muy variados”.

En el caso de los animales, la experta sostiene que “dependiendo de la zona en la que afecte, genera una inflamación más o menos aguda, que puede incluso complicar la deglución, la capacidad respiratoria, puede producir vómitos y en casos muy severos puede llegar a producir hasta convulsiones”.

 

En este sentido, ante esta alarmante situación, la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA) recuerda a las Administraciones locales la importancia de contemplar entre sus actuacionesimprescindibles campañas de prevención anuales que se ejecuten en la temporada de otoño, y que contribuyan a minimizar los perjudiciales efectos de esta plaga.

De esta manera, el director general de esta asociación, Jorge Galván, señala que “una vez hemos comprobado que la plaga de procesionaria se está adelantando cada vez más debido a los efectos del cambio climático, es imprescindible que seamos nosotros quienes nos adelantemos a los peligros que esto puede llegar a ocasionar”.

Cabe recordar que el pasado mes de noviembre, el Ayuntamiento de Málaga, a través del Servicio de Parques y Jardines del Área de Sostenibilidad Medioambiental, comenzó a aplicar de tratamientos biológicos preventivos contra la procesionaria en los parques periurbanos y zonas forestales de la ciudad con masas de pinar. Estas actuaciones las realizan de forma periódica en los meses de otoño con el objetivo de evitar la aparición de orugas de la plaga de procesionaria del pino en primavera.