Hacía tiempo que las autoridades italianas no capturaban a mafiosos fugitivos en la Costa del Sol, pero todo volvió a su cauce hace unos días. La Policía Nacional, a través de su grupo de localización de fugitivos en Málaga, detuvo en Marbella a Ciro Marigliano (24 años), Stanislao Marigliano (67 años) y Michele Sannino (48 años). Los tres pertenecen al clan Formicola-Marigliano de la Camorra y, como era de esperar, son familia: Stanislao es el suegro de Michele y el abuelo de Ciro.
Cada uno tenía cuentas pendientes con la justicia italiana. Stanislao era buscado por el Tribunal de Apelación de Nápoles por receptación de bienes robados con el agravante de pertenencia a la mafia; Michele, por contrabando de tabaco según el Tribunal de Apelación de Salerno; y Ciro, por un intento de asesinato que supuestamente cometió junto a su hermano en octubre de 2023.
De hecho, la violencia en su entorno no es nueva: en febrero del mismo año, Ciro fue víctima de un intento de homicidio en su barrio, presuntamente orquestado por dos miembros del clan Aprea-Valda. Ajustes de cuentas, cosas de la Camorra. Lo llamativo del caso es que estos tres mafiosos eran buscados por delitos muy distintos, lo que evidencia la diversidad criminal de la mafia italiana. Tráfico de drogas, extorsión, contrabando, atracos, de todo.
El clan Formicola-Marigliano opera principalmente en San Giovanni a Teduccio, un barrio del este de Nápoles con una larga tradición mafiosa. Durante décadas, este territorio ha sido un epicentro del crimen organizado, aunque en tiempos recientes su imagen se ha suavizado gracias a su icónico mural de Maradona. Sin embargo, la realidad es que el clan sigue controlándolo con mano de hierro.
Los tres fugitivos fueron localizados en Marbella por un error común entre los mafiosos: las visitas familiares. En plena Navidad, el deseo de reunirse con sus seres queridos les jugó una mala pasada. Pero si eres un prófugo buscado por la Polizia di Stato y la Direzione Investigativa Antimafia, recibir visitas no es la mejor opción. Más extraño resulta aún que tres miembros del mismo clan, en situación de "latitante", decidieran vivir en la misma zona de Marbella. Un claro fallo de seguridad para una organización acostumbrada a ofrecer cobertura a sus fugitivos.
La clandestinidad es parte inseparable de la vida de un mafioso. A veces, deben esconderse de las autoridades; otras, de sus propios enemigos. El clan Formicola-Marigliano, por ejemplo, tiene una enemistad declarada con el clan Silenzio, antiguos aliados con los que rompieron relaciones.
Sin embargo, forman parte de una estructura mayor: la Alianza de Secondigliano, un pacto estratégico entre varios clanes camorristas que cooperan en la defensa de sus intereses. Entre ellos, los Rinaldi, Reale, Mallardo, Contini-Bosti y Licciardi. Todos con conexiones en la Costa del Sol.
De hecho, cualquiera de estos grupos podría haber ayudado a los Formicola-Marigliano en su intento de huida. No sería la primera vez. Maria Licciardi, líder del clan homónimo, fue arrestada en 2021 en el aeropuerto de Ciampino (Roma) cuando intentaba volar a Málaga con un pasaporte falso. Alegó que quería visitar a su hija, que residía en ese momento en la Costa del Sol. Aunque ese viaje podría esconder algo más importante para el destino del clan.
Ahora, la Direzione Investigativa Antimafia tratará de reconstruir el rompecabezas y descubrir quién prestó apoyo a los tres fugitivos. Lo que está claro es que la colaboración entre las autoridades españolas e italianas ha mejorado notablemente, incrementando la efectividad en la localización de mafiosos en España. Aun así, la Costa del Sol sigue siendo un destino predilecto para los "latitantes". Aquí, están como en casa.