"Mi historia es para escribir un guion de película y varios libros", expresa riendo Francisco Juan Navas, de 76 años, al que todos en su círculo cercano llaman Chato. Este vecino de Málaga capital recibió a comienzos del mes de abril una llamada que no olvidará nunca. Al otro lado del teléfono estaba uno de los superiores del puesto de la Guardia Civil en Antequera. La motocicleta Lambretta 150 que le habían robado había aparecido. La peculiaridad de todo este asunto es que la última vez que la vio fue hace 18 años.

Chato no podía creérselo. Se encontraba en la frutería comprando cuando su móvil comenzó a sonar y, por un momento, creía que se trataba de una broma telefónica. Se le cayeron el tomate y el pimiento que tenía entre sus manos. "Le pregunté si estaba de cachondeo. Pero ya se puso serio y se identificó. Yo no me lo podía creer. Así que movimos hilos para ir a verla y comprobar que era verdad", recuerda el hombre.

Chato con su moto, en 2006. Cedida

A Chato le robaron la moto en 2006. Aquel año decidió mudarse desde Chilches hasta Cortijo Alto con su mujer, María, que falleció el pasado 20 de enero tras treinta años luchando contra el cáncer. Ambos iban haciéndose mayores, y querían vivir más cerca de su familia, a poder ser, en un piso de la capital.

Uno de los días que dedicaron a la mudanza, dejaron la motocicleta, que es del año 1967, una auténtica joya para los coleccionistas, aparcada en la calle Robinson Crusoe de la capital. Tras descansar un rato para comer, bajaron a la calle para seguir con la faena. Fue en ese momento cuando se dieron cuenta de que su querida Lambretta ya no estaba allí. Todo ocurrió en una mañana. "A nadie le dio tiempo a preparar el robo. No pasó días allí como para que la ficharan", dice Jose, su hijo.

Un comerciante de la zona les explicó que vio cómo unos hombres la cargaron en una furgoneta con matrícula de Sevilla. Según manifestó, no le extrañó tanto porque pensaba que se correspondía con el trámite de su mudanza. Aquel día, Chato puso una denuncia, aunque con el paso del tiempo, fue perdiendo la esperanza de localizarla.

Pero alguien dijo un día que la esperanza es lo último que se pierde, y su ejemplo lo corrobora. Al parecer, el hombre que la localizó y avisó a la Guardia Civil argumentó que la había hallado hace unas semanas en el campo, cuando estaba recogiendo espárragos. Sin embargo, el aspecto de la motocicleta no es de haber permanecido mucho tiempo al aire libre. Aunque tiene la pintura desconchada y la piel del asiento dañada, no hay signos de barro por ninguna parte, pese a las últimas lluvias; ni el sol se ha comido tanto la pintura. Todo apunta a que alguien debió tenerla guardada en algún trastero durante años hasta ahora.

Chato con su Lambretta, el pasado martes. Alba Rosado

Desde la Policía Local de Villanueva de la Concepción explican a este periódico que esta es la tercera motocicleta que aparece en el pueblo años después de que se denunciara su robo. Todas tenían características similares y eran verdaderas piezas de coleccionista.  Una apareció, según hacen memoria los agentes, en la misma zona que apareció la de Chato, pero unos cinco años después de ser denunciada. En ese caso, se trataba de una Vespa 200 de un vecino de Torremolinos, que también la recuperó. Eso sí, la de Chato se lleva la palma. Un caso como el suyo, tras casi dos décadas, subrayan, "es verdaderamente raro".

Sobre todo, porque no es habitual que una persona mantenga el mismo teléfono que añadió en su denuncia, como ocurrió con Francisco Juan. En ocasiones aparecen vehículos de denunciantes con los que no logran contactar. Sin embargo, parece que se han producido todas las circunstancias para que él pueda volver a tenerla en propiedad.

Recuerdos

A Chato no le importa demasiado qué ha ocurrido todo este tiempo y perdona a los amigos de lo ajeno. Solo quería recuperar la moto, esa que tantas alegrías le ha dado junto a su "Mariquilla", a la que tanto echa de menos. "A ella le encantaba montarse. Eso significaba que nos íbamos a algún lado. Esta moto ha recorrido toda Málaga. Pero lo que ha pisado mucho ha sido la venta El Túnel, con sus platos de arroz caldoso", cuenta el malagueño. 

También se parte de risa recordando cuando a la altura de los terrenos que en la actualidad se corresponden con Los Guindos, en la entrada a Málaga, se toparon con "unos municipales". "No podíamos ir los dos a la vez montados. Pero cogí y me metí por un camino de cañas de azúcar que había para que no nos pillaran. Aquello era para verlo, los dos campo a través", relata a carcajadas.

Este martes, Chato y su familia se citaron para acudir al depósito municipal de Villanueva de la Concepción, donde estaba almacenada la Lambretta después de que la Policía Local la recogiera hace unos días de la vivienda del vecino que la encontró.

La familia ayuda a Chato a sacar la moto. Alba Rosado

En el trayecto, Francisco Juan trataba de recordar a quién se la compró y cuánto pagó por ella. "Sé que es una de caballo y medio y de segunda mano. No tengo ni idea de cuánto pudo costarme, pero sé perfectamente que la compré hace más de cuarenta años. Es del 67 y las motos de ese tipo eran más caras que las Mobylette. La María se acordaría de más seguro", explica.

Al bajarse del coche de su hijo, ya en Villanueva de la Concepción, sus andares derrochaban ilusión camino del Ayuntamiento, donde debía firmar varios papeles para certificar la entrega de la motocicleta. Incluso le tembló un poco la mano cuando tuvo que entregarle al agente su DNI.

Sus últimos meses han sido muy duros. Cuando María estaba viva, al estar jubilado, era él quien la acompañaba a todos los hospitales. En cada ingreso, hasta el último, siempre estuvo a su lado, cogido de su mano. Su día a día era estar pendiente de ella. Tanto en las malas, en las habitaciones de hospital; como en las buenas, yendo a comer pescado frito cuando le apetecía a Los Paleños, uno de sus restaurantes favoritos, o acudiendo a dar un paseo al mercadillo de los domingos, en la explanada del recinto ferial.

Chato y María, en una terraza. Cedida

Sin embargo, en enero todo cambió y, aunque su familia está muy pendiente de él, hay días que se le hacen largos frente al televisor y en los que la echa mucho de menos. Encontrar esta motocicleta ha sido toda una dosis de ilusión y alegría. A lo largo de su vida, Chato se ha dedicado a muchas profesiones diferentes, una de ellas, la mecánica. Es por ello por lo que su familia le ha convencido para restaurar poco a poco la Lambretta.

Aunque ya había visto la moto hace unos días para comprobar que era la suya, cuando los agentes la sacaron del depósito para devolvérsela, a Chato se le cambió la cara. "Ya es tuya, Chato, 18 años después, ha vuelto contigo", le decía su hijo Jose con una sonrisa.

Jose y su padre mirando la moto. Alba Rosado

Con ayuda de sus cuñados, un compañero de trabajo de su hijo y el propio Jose, logró cargar la moto en una furgoneta de la empresa malagueña Tecnyhostel, que les echó una mano para llevarla a casa. Curiosamente el modus operandi ha sido similar al que llevaron a cabo los ladrones hace dieciocho años, pero esta vez con un precioso final feliz.

Ahora comienza una nueva etapa con ella y aunque reconoce que con su edad no se plantará ya una chupa de cuero con el nombre de 'Los Ángeles del Infierno' a la espalda, tratará de pasar tiempo entretenido "poniéndola bonita" siempre que pueda. Su "Mariquilla" le ha mandado una alegre anécdota que contar a sus nietos tras tanta tristeza pasada este difícil 2024. Una anécdota que, sin duda, no olvidará jamás.

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