“El Príncipe de Marbella”. Así se le llamó en prensa, era un eufemismo. Monzer Al Kassar se encuentra en prisión en EEUU desde que fue detenido en España en 2007, pero durante más de 3 décadas fue uno de los principales traficantes de armas del mundo. Él prefería que lo llamasen comerciante, porque en la mayoría de casos las transacciones eran legales, pero la clave de todo ese negocio eran los permisos que Kassar conseguía a través de sus contactos, que le facilitaban modificar rutas para que las armas acabarán en manos de sus clientes.

Ha vendido armas a grupos criminales, paramilitares, y terroristas en Nicaragua, Brasil, Chipre, Bosnia, Croacia, Líbano, Somalia, Irán e Irak, también ha hecho de intermediario de estados como con España para vender armas a Angola, y estuvo implicado en el caso Irán-Contra. Eso es lo que oficialmente se sabe. En los últimos conflictos del siglo XX es extraño que no hubiese armas vendidas por Al Kassar.

Marbella fue su base de operaciones desde que puso un pie en la Costa del Sol en 1978 y, gracias a su empresa Alkastronic, llegó a lo más alto en el comercio internacional de armas. También en esos años en Marbella tuvo su hogar el otro gran traficante de armas de la época, el saudita Adnan Khashoggi, que fue competencia de Al Kassar. Vivieron aquí dos de las personas que más responsabilidad tenían en encontrar compradores de armas para los distintos conflictos del mundo. Ahora han vuelto a la actualidad porque se ha estrenado Los Farad, una serie inspirada en el libro de David López Canales “El Traficante” que trata sobre Al Kassar.

Monzer Al Kassar es hijo de un diplomático sirio y nació en 1945 en Yabrud, una ciudad siria a unos 80 kilómetros al norte de Damasco que se encuentra entre Homs y Damasco. En 2014 se libraron importantes combates allí para que el ejército de Bashar Al Assad recuperara el control de la localidad que estaba en manos de los terroristas de Al Nusra.

Monzer Al Kassar, detenido por la DEA.

En ayuda del régimen sirio acudió en aquella ocasión Hezbollah, que casualmente siempre tuvo buenos contactos con Al Kassar. Antes de llegar a España, Al Kassar ya era conocido por el sistema judicial de varios países. En 1970 le detuvieron en Viena por participar en una red de robo de vehículos de alta gama, en el 72 se emitió una orden internacional de detención contra él desde Dinamarca por tráfico internacional de hachís, y en el 74 en Londres lo cazaron con 5 kilos de hachís.

Las cifras de incautaciones fueron aumentando, en el 76 en Munich le descubrieron un envío de 500 kilos de chocolate, y en el 77 le detectaron una nueva ruta de droga que hacía llegar el hachís desde Turquía a Alemania. Todo esto fue antes de llegar a Marbella, aquí evidentemente se sintió como en casa. Gracias a que mantuvo importantes contactos políticos y con distintos servicios secretos siempre contó con cierta impunidad. Manejaba pasaportes tan dispares como el yemení, o el argentino. Era por ejemplo amigo del expresidente argentino Carlos Menem porque los padres de él nacieron en Yabrud. Y por estas amistades también se le investigó en Argentina porque consiguió mágicamente en tres meses un pasaporte argentino. En la conocida jet set marbellí Al Kassar no se involucró tanto aunque organizó fiestas memorables en esos años, no al nivel de Khashoggi que se gastó alrededor de 6 millones en una sola en Marbella en 1985. Ya se pueden hacer una idea del poder adquisitivo del que se consideró durante bastante tiempo la persona más rica del mundo.

Monzer Al Kassar comenzó a ser famoso en Occidente tras unas fotos que se publicaron en la revista francesa Paris Match y que aún pueden verse en internet. Según cuenta López Canales en el libro, Al Kassar le confesó que aquello fue de casualidad porque el fotógrafo era conocido suyo y sin pensarlo mucho reunió a la familia para unas fotos que marcan una era en Marbella. Aquello se hizo en el palacio Mifadil, la vivienda marbellí de la familia Al Kassar que se encuentra entre la calle Picasso y calle Velázquez en la urbanización La Atalaya. Le costó 7 millones de dólares, contaba con 14 habitaciones, una piscina de película y una pista de tenis. La compró en 1984, y fue la manera de decir en España que iba en serio a comerse el mundo.

Hasta que acabó en la mira de la Audiencia Nacional con el juez Baltasar Garzón instruyendo una causa contra él por su presunta responsabilidad en el secuestro del crucero italiano Achille Lauro por parte del Frente de Liberación Palestina de Abu Abbas. Un comando armado con fusiles de asalto tomó el crucero turístico en octubre de 1985 cuando se dirigía a Israel, y en esos hechos Al Kassar estaba acusado en España de facilitarles las armas con las que llevaron a cabo el atentado. En aquella ocasión murió asesinado Leon Klinghoffer, un señor israelí-estadounidense parapléjico bastante mayor. Le dispararon y luego lo tiraron por la borda. Algo que fue la perdición en EEUU de Abu Abbas.

Monzer Al Kassar en una imagen de archivo.

Por esta investigación Al Kassar pasó 15 meses en prisión provisional, luego pagó 6 millones de euros en 1993 para salir en libertad bajo fianza. Garzón no tenía tantas pruebas, y se tiró a la piscina. Tras aquello se le autorizó a Monzer un viaje a Siria que se sospecha que fue encargado del CNI con el que trabajó activamente muchos años. Así como con otros servicios secretos. Pudo ser para que mediara en el conflicto árabe-israelí gracias a sus buenos contactos con el Frente de Liberación Palestina.

Se sabe que también tuvo responsabilidad en la liberación del GEO y de dos funcionarios de la embajada española en el Líbano que fueron secuestrados en enero de 1986 en el aeropuerto de Beirut por parte de miembros de Amal. Al mes siguiente fueron liberados sin daños y entregados en el despacho de Nabih Berri, ministro de justicia de Líbano y presidente de Amal. Berri sigue siendo presidente del parlamento libanés a día de hoy, con estos contactos contaba Al Kassar. El acuerdo con el gobierno español de Felipe González consistía en que liberasen a dos miembros de Amal encarcelados en España por intentar asesinar a un diplomático libio en 1984 en Madrid. Mohamed Rahal y Mustafá Jalil fueron indultados por el gobierno en julio de 1986, aunque públicamente se negó que la liberación del personal español en el Líbano tuviese que ver en esto.

En 1995 la Audiencia Nacional le absolvió por la investigación del Achille Lauro, y para celebrarlo fue a comer con el comisario José Manuel Villarejo que era uno de sus enlaces con la inteligencia española. Desde esa fecha comenzó de nuevo a oscurecerse su actividad hasta que volvió a todas las portadas con su detención en 2007 el aeropuerto de Barajas por parte de la Policía Nacional tras una orden judicial de EEUU.

Agentes infiltrados de la DEA le tendieron una trampa en su casa de Marbella y le grabaron conversaciones donde estaba de acuerdo con que se utilizaran armas de las FARC colombiana contra objetivos estadounidenses. Esos miembros de la DEA se hicieron pasar por supuesto personal de las FARC que necesitaban comprar incluso misiles, y Al Kassar tenía logística de sobra para ello. Esa fue la principal prueba para EEUU, y por eso se le condenó allí a 30 años. EEUU presionó al máximo nivel para que fuese extraditado, y en una cárcel de Norteamérica se encuentra ahora mismo hasta posiblemente el final de sus días. Pero quedan muchísimos secretos que se llevará a su tumba. Su mansión de Marbella está incautada, pero aún sigue teniendo importantes bienes inmuebles por el mundo. Por ejemplo, Chile le paga a Al Kassar 88.000 dólares anuales por su embajada en Damasco (Siria). El edificio es propiedad del traficante de armas, cosas de la geopolítica.