Todavía se oye en algunos pueblos decir que algo llega “como agüita de mayo”. Este refrán nació en el mundo rural, entre quienes se dedicaban a las faenas del campo, y venía a reflejar el beneficio que tenía, en especial para los cereales, que la lluvia apareciera durante ese mes. La expresión va languideciendo, pero todavía permanece con cierto sentido metafórico para referirse a algo que se espera con mucha fuerza, aunque en Málaga en los últimos días adquiere todo su sentido.

A partir de este jueves, volverá a llover en la provincia. Las precipitaciones llegarán “como agua de mayo”, pero no serán suficientes para paliar los déficits acumulados durante el último periodo hidrológico, que ya es el segundo más seco desde 1961, cuando comenzaron a registrarse los valores.

Según los datos facilitados a EL ESPAÑOL de Málaga por el Centro Meteorológico, entre el 1 de octubre y el 30 de abril, cayeron en Málaga tan solo 255 m.m., especialmente, durante el mes de diciembre.

Esta cifra representa el 45% de la media para ese periodo entre 1991 y 2020. Dicho de otra forma, que “ha llovido menos de la mitad de lo que suele llover en la provincia”, en palabras de Jesús Riesco, director del Centro Meteorológico en Málaga. El año hidrológico más seco fue 1994/1995, con 241,8 m.m.

La preocupante situación durante los últimos meses se agrava más si se amplifica el foco a los últimos cuatro años que, según Riesco, vienen manteniendo “un déficit importante de precipitaciones”.

Según la estadística, 2019 fue un año “muy seco”, con un 59% de precipitaciones respecto a la media; 2020 fue “seco”, con un 87%; 2021 fue “muy seco”, con un 68% y 2022 fue “seco”, con un 76%. Estos números no solo dibujan un panorama preocupante en su conjunto, sino que permiten apreciar lo especialmente seco que está siendo 2023.

Embalse de la Viñuela. Europa Press

LLUVIAS LOS PRÓXIMOS DÍAS, PERO POCAS

Las lluvias que llegarán durante los próximos días, por bienvenidas que sean, no paliarán esta situación. La llegada de una depresión aislada en niveles altos al sur peninsular va a modificar el patrón atmosférico y a dejar chubascos, ocasionalmente tormentosos, en toda la provincia desde este jueves hasta, probablemente, principios de la próxima semana.

Por el tipo de precipitaciones, explica Riesco, es muy complicado saber dónde van a caer exactamente y qué cantidad. “Van a ser chubascos de irregular distribución que pueden afectar algún día a casi toda la provincia, pero pueden dejar en un sitio más cantidad de lluvia y en otros menos”, asegura.

A pesar de ello, “no podemos hablar de grandes lluvias”. Serán “chubascos moderados y, en algún punto o algún día, localmente fuertes”, pero, salvo sorpresa, no serán “unas precipitaciones cuantiosas”.

“Obviamente, no van a solucionar la sequía, pero sí a paliar en una muy pequeña parte la situación, a contribuir a que se moje el suelo por lo menos”, afirma el directo provincial del Centro Meteorológico.

Una imagen de archivo de la lluvia. E.E

Los modelos estadísticos señalan que durante lo que queda de mayo va a llover un poco más de lo normal, pero la idiosincrasia de este mes hace imposible que sea suficiente. De hecho, eso “no significa que vaya a llover mucho, sino que en comparación con las precipitaciones de este mes, que suelen ser escasas, va a caer algo”, explica Riesco, que apunta que “ojalá hubiera llovido más de lo habitual en enero o en febrero”, lo que sí habría significado bastante lluvia o, al menos, una cantidad importante que ayudara a mejorar la situación.

De esta forma, pasados los meses más propicios para Málaga reciba lluvias (noviembre, diciembre, enero, febrero y marzo), la provincia encara unos meses “complicados”. No será hasta “finales de agosto o septiembre” cuando puedan ser esperables precipitaciones que ayuden a revertir la situación.

LOS PANTANOS, EN MÍNIMOS

Mientras tanto, no hay otra que afrontar un verano en el que previsiblemente aumentará el consumo de agua (bien sea por el uso de piscinas, el calor o la llegada de un mayor número de personas que incrementan exponencialmente su uso) con sus pantanos al 33,24% de capacidad, más de 20 puntos por debajo del registro del año pasado.

Según los datos de la Red Hidrosur, la situación más extrema es la de La Viñuela, el embalse con mayor capacidad en la provincia. De los 164,37 hectómetros cúbicos que puede acumular, solo cuenta con 15,9, el 9,67% de su capacidad total. En 2022, aunque la situación ya era extremadamente preocupante, tenía casi el doble del agua que acumula en la actualidad.

La Viñuela.

Otro ejemplo que refleja bien la precaria situación de los pantanos es el del embalse Conde del Guadalhorce. Hace un año, estaba casi al 100% de su capacidad, con 65,27 hectómetros cúbicos de los 66,49 posibles. Este martes, el agua embalsada suma tan solo 17,20 hectómetros cúbicos, el 25,87% de lo que puede acumular.

El del embalse del Guadalhorce está al 31,75% y acumula una pérdida en los últimos 12 meses de unos 10 hectómetros cúbicos; el del Guadalteba, al 47,57% de su capacidad, se ha reducido en unos 30 hectómetros cúbicos.

No están mejor los pantanos del Limonero y Casasola, al 33,57 y 36,46% de capacidad, respectivamente. Ambos, almacenan algo más de siete hectómetros cúbicos (7,5 y 7,92), cuando el pasado año estaban en torno a los 12 (11,83 y 12,8).

Tan solo el pantano de La Concepción está medio lleno, en concreto, al 72,85% de su capacidad, con 41,92 hectómetros cúbicos frente a los 59,85 que tenía en 2022.

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