Sebastián Sánchez Juan A. Romera Fadón

Teclee en el buscador de su ordenador “Idealista.com”. Precise la búsqueda dentro de la web del portal inmobiliario en el apartado de “Compartir”. Seleccione Málaga ciudad y encontrará 360 habitaciones disponibles para su alquiler. Una solución que, por lo que parece, empieza a tener cada vez más peso en la capital de la Costa del Sol, territorio que en los últimos años es protagonista de las mayores subidas del precio del alquiler de todo el país.

Los inmuebles recogidos en el portal de Idealista permiten al interesado optar por pagar 1.450 euros al mes por una habitación en una villa de la barriada Puerto Sol, en el distrito Puerto de la Torre, o rebajar la factura a los 217 euros que le piden por una habitación en la zona del Paseo de los Tilos, en la que el arrendador busca estudiante, de más de 18 años y dispuesta a permanecer al menos 4 meses de estancia.

Entre ambos extremos, el más elevado y el más económico, hay registradas 14 habitaciones que están en el mercado por más de 700 euros; otra veintena se encuentra en la horquilla de 600-700 euros; entre 500 y 600 euros hay 52; 111 cuestan entre 400 y 500 euros al mes, y hay 198 con entre 400 y 300 euros.

Y esto coincide con lo que confirma a EL ESPAÑOL de Málaga el portavoz de Idealista, Carlos Rueda, que apunta que el precio medio de una habitación en la capital de la Costa del Sol supera los 350 euros. Esto es un 20% más que hace un año.

Este precio sitúa a la ciudad como el sexto mercado “más caro”, tras San Sebastián, Barcelona, Madrid, Palma y Bilbao. Y, por lo que cuentan en Idealista, no parece que la cosa vaya a variar este 2023. “No contamos con datos que nos hagan pensar que el mercado de habitaciones en piso compartido va a experimentar descensos de precios en Málaga”, declara.

“El mercado del alquiler, tanto de viviendas completas como de habitaciones, tiene en estos momentos una enorme demanda, lo que está generando tensiones en los precios y aumentando la ansiedad que sufren las personas que necesitan encontrar una habitación”, explica Rueda, quien pone sobre la mesa un dato ciertamente esclarecedor: “El 27% de las habitaciones que salen al mercado en la ciudad de Málaga encuentran inquilino en menos de 24 horas”.

Pese a este interés desmesurado por el arrendamiento, el experto de Idealista destaca que se ha producido un incremento importante en la oferta de este tipo de alojamientos en la capital, fijándose este crecimiento en un 44% en el último año. Los datos, aclara, son ya muy similares a los que había en verano de 2020.

En cuanto al perfil de personas que comparten piso en Málaga, los responsables del portal aclaran que el mismo se aleja de la imagen que todos podemos tener de estudiantes o personas muy jóvenes. “La edad media está situada en 36 años, en su mayoría son no fumadores y no se admiten mascotas”, indican.

Tomando como referencia el último estudio sobre compartir vivienda en España, la ciudad más cara es Barcelona capital, con 575 euros al mes, seguida de Madrid capital, con 527 euros al mes. El resto de las urbes analizadas, entre las que no se encuentra Málaga, estaban por debajo de los 500 euros al mes: L’Hospitalet de Llobregat con 459 euros/mes, Getafe con 454 euros/mes, Zaragoza capital con 373 euros/mes, Valencia capital con 362 euros/mes, Sevilla capital con 358 euros/mes, Granada capital con 329 euros/mes, Alcalá de Henares con 322 euros/mes y con euros/mes.

También para el turismo

Este modelo de poner a disposición de terceros una habitación del hogar también se proyecta en el sector turístico. Una de las personas que ha optado por ello es Marta Gómez. Esta mujer prefiere no desvelar su identidad real, ya que hasta 2022 no era necesario presentar “ningún documento” en Hacienda al respecto de las ganancias obtenidas. Sin embargo, debido al cambio de fiscalidad, teme algún tipo de medida con carácter retroactivo que le pueda perjudicar tributariamente.

Desde el año 2015, Gómez lleva compaginando su actividad laboral con esta iniciativa. ¿El motivo? “Tengo una casa muy grande y vi que podía generar unos ingresos”, explica. Esos “ingresos” son, en concreto, unos 12.000 euros anuales. La clave de ese éxito reside en las condiciones del hogar: pese a ser la que tiene los precios más caros de todo el Centro, hay una serie de factores que favorecen las valoraciones positivas de los inquilinos: tener un dormitorio grande, un baño (también grande) para ellos solos son elementos clave. 

Aunque los precios van variando en función del año, la media ronda los 45 euros al día: “La mitad que un hotel”, subraya. Aun así, hay algunos máximos y mínimos: “Enero y febrero son flojos, por ejemplo, pero en verano y primavera ya estoy sin días”, relata. 

¿Qué ocurre con agosto y la Feria? Gómez afirma que todavía no se ha llenado porque ha decidido subir el precio; llegando a 90 euros la noche para las fiestas: “Fijo una cantidad y la voy actualizando conforme se acercan las fechas, aunque no me gusta bajarlo demasiado porque me llega otro tipo de cliente”. 

Semana Santa era otro de los momentos “fuertes”, pero decidió quitarlo de la oferta ya que su familia es cofrade y siempre había gente en casa tomando café antes de ver las procesiones. Las túnicas, esparcidas por el salón, tampoco contribuían a la “normalidad”. 

Desde la plataforma Airbnb, con quienes trabaja, también establecen algunas directrices, relacionadas principalmente con la limpieza (y más después de la Covid): “Cuando me interesé por el proyecto, me llamaron del portal para explicarle algunas cosas; yo les expliqué que mi idea era clara: que la habitación estuviera como me gustaría encontrarla si fuera yo la turista. De hecho, no paro de cambiar almohadas”, comenta. 

La experiencia de los usuarios

En estos siete años, han pasado por casa de Marta Gómez 377 personas. La mayoría suelen tener experiencia previa en este tipo de formatos; otros, no: “Recuerdo la primera vez; estábamos mi hija y yo sentadas en el sofá, mirándonos, y lo único que decíamos era que qué raro tener a un guiri en casa”. 

A la tercera pareja de turistas que llegaron, ya se acostumbró: “Mi casa se presta a vivir en ella sin necesidad de verlos durante la estancia. Cuando se van, me dejan las llaves en la mesita de la entrada, por lo que muchas veces ni nos despedimos”, cuenta. 

El proceso de recepción es siempre el mismo: “Les enseño la habitación, wifi, minibar, baño y les pregunto si necesitan información sobre Málaga. Suelen pedir restaurantes y bares, así que les recomiendo sitios de tapitas a los que yo voy. Es curioso, porque en las referencias suelen decir que doy buenas recomendaciones”, explica.