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Enrique es uno de los muchos propietarios que se ha sumado al negocio del verano: alquilar su piscina por horas en Cocopool. Esta es la plataforma encargada de conectar a los dueños de la piscinas con los interesados en pasar un día en ellas.

Este propietario del Corredor del Henares cuenta a EL ESPAÑOL su experiencia, que comenzó incluso antes de conocer la plataforma en redes sociales. "Yo ya hacía algo por mi cuenta, amigos, conocidos y tal. Pero bueno, esto es un poco más recurrente", explica.

Su casa está en una parcela de 1.500 metros cuadrados y muchos amigos le pedían pasar un día en familia: "Encontré esta aplicación y empecé por mera curiosidad. De alguna forma lo pude llegar a profesionalizar, lo comparo un poco con el alquiler vacacional".

Enrique alquila su piscina de media una vez a la semana, aunque algunas semanas hay más demanda. "Depende de como tú te lo quieras organizar. Mi casa tiene solicitudes todas las semanas, si tú quieres puedes hacer una o dos eventos perfectamente".

En cuanto a ganancias, este propietario calcula unos beneficios de 700 euros de media por día. "El día que más he ganado me parece que han sido 1500 euros", asegura.

Piscina de Enrique. Cedida

Mientras que por mes la media va entre 2.500 y 3.000 euros: "Es muy fácil llegar a esta cantidad. Con tres o cuatro visitas se hace. Son más de 500 euros por servicio, si haces cuatro pues ya estás por encima de los 2000".

En su caso, la demanda abarca una gran parte del año. Hasta ocho meses. "Desde marzo hasta bien entrado octubre, hay solicitudes básicamente todas las semanas. Mientras que haga buen tiempo, la gente sigue pidiendo". Los solicitantes no solo buscan la piscina, sino "el propio espacio en sí".

Enrique tiene un segundo perfil menos solicitado en la plataforma, en el que anuncia la piscina de un chalet pequeño. "El espacio no invita de la misma forma. Donde vivo gusta bastante porque es un espacio grande, tiene bancos, tumbonas..."

"La gente le gusta eso, poder venir y tener un sitio privado para estar con su intimidad y relajarse. Estar tranquilo sin que haya nadie de fuera que les moleste", añade.

Piscina de Enrique. Cedida

La mayoría de visitas han sido muy plácidas para este propietario. Aunque recuerda un episodio desagradable que se produjo este año: "Vinieron un grupo de personas jóvenes y se emborracharon bastante. Tuve que cortar por lo sano con ellos, fue un mal trago".

"Uno peca al pensar que todo el mundo tiene tu misma forma de comportamiento y no es así", comenta. Esto le hizo ser más estricto a la hora de seleccionar inquilinos.

"Ahora lo que hago es filtrar un poco, limitar el tema de música y alcohol, el número de personas. Intento que no se pasen de entre 15 a 20 personas. A partir de ahí ya es complicado, tanto por edad o por civismo. No todo el mundo tiene las mismas actitudes", zanja.