Mientras que la economía de EEUU, “hegemón” del orden geopolítico mundial desde el final de la Segunda Guerra Mundial, consigue aguantar el tipo, incluso cuando pareciera que “se tira piedras contra su propio tejado” en forma de imposiciones arancelarias, el aspirante al trono económico global, a saber, China, continúa “contra las cuerdas”.
Los problemas macroeconómicos del gigante asiático son vox populi desde que en 2021 tuviese su particular momento Minsky con el estallido de una burbuja inmobiliaria, replicando una dinámica muy similar a la observada en países como España a raíz de la Gran Crisis Financiera de 2008, que el lector conocerá de primera mano.
La caída del mercado inmobiliario chino, activo muy representativo en el patrimonio de los ciudadanos del país asiático, derivó en una crisis de confianza del consumidor que se arrastra hasta hoy.
La caída del mercado inmobiliario chino derivó en una crisis de confianza del consumidor que se arrastra hasta hoy
Los esfuerzos gubernamentales (incluso en una economía con mayor grado de intervención y menos sujeta a fines electoralistas como puede ocurrir en las democracias occidentales), focalizados en dar un vuelco en el modelo de crecimiento, basado en las exportaciones, hacia un nuevo sistema donde el consumo interno tenga mayor repercusión (evitando así la conocida como “trampa de las rentas medias”), se han demostrado, por el momento, insuficientes, lo que se puede achacar a determinados factores.
Por un lado, y pese a que el objetivo teórico es el de la creación de un mercado doméstico sólido, gran parte del estímulo se ha orientado hacia el desarrollo de una capacidad industrial muy potente en el sector tecnológico.
La carrera de la innovación con EEUU sigue con las espadas en alto. Y, pese a que el segundo lleva ventaja en la capacidad de procesamiento de los chips más avanzados, China continúa cerrando el hueco poco a poco.
Esta inversión, sin embargo, se ha extendido a sectores como el de placas solares, baterías y multitud de componentes electrónicos, creando una sobrecapacidad industrial que ahora comienza a generar dolores de cabeza en forma de guerra de precios y, en última instancia, deflación.
Las exportaciones chinas, pese al veto de Trump en forma de aranceles inasumibles, siguen ejerciendo como motor de la economía asiática
Esta competitividad en precios ha permitido que las exportaciones chinas, pese al veto de Trump en forma de aranceles inasumibles, sigan ejerciendo como motor de la economía asiática.
Durante los últimos meses, pese al desplome de los envíos a EEUU, las exportaciones a los países del grupo ASEAN han repuntado parabólicamente; lo que indica: por un lado, una evidente redistribución del comercio hacia Norteamérica y, por otro, que China está ampliando sus mercados en Asia-Pacífico.
Por otro lado, el Partido Comunista Chino no ha querido caer en la desesperación, tomando medidas precipitadas, y ha ido abogando por un saneamiento estructurado del mercado inmobiliario y de los balances de las instituciones locales, cuyos ingresos dependían buenamente de la venta de tierras (que, tras el inicio de la crisis, se desplomaron).
Al respecto, las últimas novedades apuntan hacia un nuevo programa de estímulo de 1 billón de yuanes chinos, en forma de préstamos por parte de las entidades bancarias a estas instituciones para que puedan hacer frente a sus deudas.
Las últimas novedades apuntan hacia un nuevo programa de estímulo de 1 billón de yuanes chinos
Así, buena parte de los esfuerzos del sector público no han terminado dirigidos de forma expresa hacia un aumento directo del consumo. No obstante, durante el último año sí se han aplicado ciertas medidas de expansión fiscal directa, a través de subsidios para la compra de algunos productos duraderos tales como automóviles o electrodomésticos.
En estas partidas sí se ha observado un repunte notable de las ventas minoristas, aunque en este punto se abren dos interrogantes: (i) ¿serán recurrentes estas compras una vez cesen los estímulos públicos?; y (ii) ¿qué es necesario para que en el resto de sectores se observe un repunte notable de las ventas?
A buen seguro, la respuesta a la primera pregunta no será blanco o negro, y se sitúe en algún punto en la escala de grises. Aquellas familias que ya hayan adquirido una lavadora o un automóvil no volverán a comprarla en el corto plazo; si bien, la cantidad de familias, sobre todo en zonas urbanas de segundo y tercer orden o zonas rurales, con necesidades de este tipo de artículos es aún gigantesca.
Respecto a la segunda cuestión, probablemente las familias chinas necesiten de un fuerte estímulo inicial por parte del Gobierno (a través de transferencias directas, ya que la vía monetaria parece también agotada con los tipos de interés en un nivel muy bajo) que sirva para echar la máquina a rodar, generando un nuevo ciclo alcista de crédito y consumo.
Probablemente las familias chinas necesiten de un fuerte estímulo inicial por parte del Gobierno
Precisamente, las métricas agregadas de crédito parece que comienzan a iluminar el final del túnel. De momento, la mayor mejora se observa en forma de emisiones de bonos, si bien tanto la financiación agregada de la economía como el volumen de préstamos bancarios comienzan a repuntar; métricas que, de seguir mejorando, tendrán reflejo en los datos de consumo.
Esta mejora del consumo será condición sine qua non para que el mercado comience a recompensar con mayor claridad al conjunto de los segmentos de la bolsa china.
La macroeconomía importa a la hora de invertir… y mucho
Desde el repunte inicial de septiembre del año pasado (y con mayor claridad en 2025), se ha desarrollado una divergencia notable entre las compañías asociadas a la tecnología y los índices más sesgados a la economía doméstica en China.
Esta tendencia en los activos chinos nos recuerda que la macroeconomía importa a la hora de invertir… y mucho. Incluir en nuestras inversiones compañías de la potencia aspirante tiene todo el sentido, aunque discernir entre aquellos segmentos que aún aquejan de una enfermedad crónica y los que experimentan vientos de cola se antoja imperativo para evitar perder la partida de las inversiones; al igual que los mandatarios chinos habrán de elegir muy bien dónde orientan sus estímulos si no quieren perder la batalla por el trono económico mundial.
*** Alfonso García Yubero es director de Estrategia de Inversión Santander Private Banking.
