El motivo por el cual el 90% de los analistas consideraban que, en un mercado como el estadounidense, se pueden subir un 15% o un 25% los precios de una tacada, es un atentado al sentido común. Estamos hablando no sólo del mercado más importante del mundo, también del más competitivo. Si alguien sube así los precios, se queda fuera porque otro coge su sitio.
El consenso de analistas se ha vuelto a equivocar. Daban por hecho, por abrumadora mayoría, que, en respuesta a los aranceles, las empresas subirían los precios en la misma medida para compensar la pérdida de margen.
No decían “gradualmente”, decían que subirían de forma casi inmediata. Y que por eso la inflación se iba a disparar, lo que nos llevaría a un escenario de estanflación (estancamiento e inflación). Además, titulares como ese de la “estanflación” llaman mucho la atención y generan seguidores.
En un mercado libre y abierto como el estadounidense es imposible subir masivamente los precios
Nosotros manteníamos que eso no sólo iba contra el sentido común, también contra la teoría económica. En un mercado libre y abierto como el estadounidense es imposible subir masivamente los precios de forma unilateral.
Siempre habrá algún espabilado que los suba menos o no los suba en absoluto y así ganar cuota de mercado. Por no hablar de los productores nacionales. No estamos hablando de un país que no fabrique nada. Lo único que tendría lógica es una subida escalonada y prudente.
Y, si hablamos de los productos semimanufacturados o los bienes que se necesitan para fabricar el producto final en EEUU, la situación sería muy parecida, especialmente ahora que China, que es la fábrica del mundo, está en deflación. Hace más de un año en el caso de los precios industriales.
Por no hablar de la competencia que existe entre todos estos países emergentes para vender en EEUU, que también tienen que ser cuidadosos con las subidas de precio.
Aunque se suban algo los precios, normalmente el daño se reparte a lo largo de la cadena de producción
Por otra parte, aunque se suban algo los precios, que por supuesto algo han subido y gradualmente subirán algo más, normalmente el daño se reparte a lo largo de la cadena de producción, es decir, fabricantes, distribuidores y, finalmente, consumidores. Esto también es teoría -y práctica- económica básica.
Pero no acaba ahí la cosa. Otra cuestión que parecía no ver el consenso -ni tampoco la Reserva Federal- es que hay otros componentes muy importantes de la inflación que estaban bajando, desde la energía hasta los muy pegajosos precios de los servicios. Si hubieran subido, la cosa se habría complicado, es cierto, pero ahí estaban los datos.
El resultado es que las informaciones más importantes que se han publicado recientemente sobre inflación, es decir, el índice de precios industriales y el propio IPC, no muestran una situación descontrolada.
En los precios industriales ni siquiera se nota el impacto de unos aranceles que se establecieron hace ya cinco meses. El último dato es del 2,6%, aproximadamente el mismo nivel que había antes del establecimiento de los aranceles.
Las informaciones más importantes que se han publicado recientemente sobre inflación no muestran una situación descontrolada
En cuanto a la inflación general, estamos hablando de un aumento de cinco décimas respecto a donde estaba cuando se inició la guerra comercial. Y si cogemos el dato que sigue la Reserva Federal, el PCE, solo ha subido tres décimas. No suena a espiral inflacionista, al menos de momento.
Y, muy importante: en paralelo, ha disminuido claramente la oferta de empleo, lo que garantiza moderación salarial. Y le recuerda a la Reserva Federal que su otro objetivo es, precisamente, el pleno empleo.
¿Qué harán a partir de ahora los analistas? ¿Y la Reserva Federal? Si los analistas deciden recoger cable, probablemente tengamos un cierto efecto FOMO, acrónimo de “fear of missing out”, que en español se traduciría como “miedo a quedarse fuera” (de la subida).
Seguramente veremos cambios de opinión y de hecho ya los estamos viendo. Ya se habla mucho menos de “estanflación” (estancamiento más inflación).
Todos los analistas descuentan que la Fed baje tipos. Pero habrá que ir viendo cuánto puede bajarlos
En cuanto a la Reserva Federal, ahora todos los analistas descuentan que baje tipos, por lo tanto, ya está en los precios (escribo antes de la decisión de tipos del miércoles 17).
Pero habrá que ir viendo cuánto puede bajarlos. Dependerá básicamente de tres factores: 1) en qué medida las empresas puedan ir aumentando -gradualmente- los precios, 2) comportamiento de los otros componentes de la inflación y 3) qué ocurra con el nivel de empleo.
En otras palabras, esos son los datos más importantes a seguir para establecer un buen cálculo de probabilidades de cara a la evolución futura de los mercados.
También conviene recordarle al consenso de analistas que los banqueros centrales también tienen sus consensos. Concretamente, hay uno sobre lo que es una política monetaria neutral (que es probablemente la que aconseja la situación actual).
Esa regla no escrita establece que, para ser neutrales, los tipos de interés deben ser un punto porcentual superiores al nivel de inflación. Y dado que la Reserva Federal utiliza como nivel de inflación el dato del PCE, el tipo máximo debería estar actualmente en el 3,75%, en lugar de en el 4,5% (el PCE es de 2,6%, pero la Fed trabaja con cuartos de punto). De lo contrario, se pueden considerar restrictivos.
Y, a partir de ahora, seguramente mantendrán ese margen de neutralidad. Salvo que se deteriore mucho el empleo o baje la inflación, en cuyo caso tendrían que plantearse una política más laxa. O que finalmente el consenso acierte, aunque sea con retraso, y haya que aplicar una política restrictiva.
***Víctor Alvargonzález es socio fundador de la empresa de asesoramiento financiero independiente Nextep Finance.
