En las últimas semanas han vuelto a cobrar intensidad los movimientos en la política arancelaria del presidente Donald Trump, a medida que se acercaba la fecha del fin de la enésima prórroga para llegar a un acuerdo del conjunto de los países con los EEUU.
Primero fueron los 90 días desde el llamado "Liberation Day", el pasado 2 de abril, en que se publicaron unas tablas con el anuncio de una amplia lista de elevados aranceles recíprocos para casi todos los países del planeta.
Los 90 días expiraban el 1 de julio, pero fue retrasado al 1 de agosto, fecha en la que anunció una nueva lista que incluía, por un lado, a los países con los que se había llegado un acuerdo y, por otro, a los que no, pero se les daba un nuevo plazo hasta el 7 de agosto para alcanzarlo.
La victoria política actual
Resultaría absurdo no reconocer que, en estos 4 meses, los EEUU han cosechado un éxito político indudable. La idea inicial, tras las “tablas del 2 de abril”, era tener un arancel universal del 10% para los países con los que EEUU tuviera superávit comercial (en estos casos, serían los americanos los que más tendrían que perder en una guerra comercial) y de, como mínimo, el 15% para aquellos con los que EEUU tuviera déficit.
Además, habría una “negociación especial” para los países con un saldo comercial muy desfavorable con EEUU: China+Taiwán, Unión Europea, México, Vietnam, Japón, Corea del Sur, Canadá, Tailandia e India. Estos países representaron un 97% del total del déficit comercial estadounidense en 2024.
Ranking de los “malos”,
En la Tabla 2 recojo una lista con los principales países y comparo el arancel anunciado en el 'Liberation Day' de hace 4 meses con el que se anuncia ahora. En cualquier caso, también se trata de una lista provisional hasta el 7 de agosto, cuando concluye el último plazo para que sellen un acuerdo aquellos países que no lo han alcanzado todavía.
En primer lugar, cabe destacar que la prórroga es más amplia para China y México: un mes, en el caso de sus vecinos del sur, e indefinida para el país asiático. Al fin y al cabo, tal y como señalaba la Tabla 1, sólo esos dos países representan el 40% del total del déficit comercial de EEUU.
Por tanto, queda mucho trabajo por hacer.
Tabla 2. Aranceles de EE.UU. anunciados el 2 de abril y el 1 de agosto
Tabla de aranceles de Trump.
En la parte baja de la Tabla 2, he colocado a los países con los que EEUU tiene un superávit comercial y para los que el arancel base del 10% estaba al alcance de la mano. Pese a ello, Nueva Zelanda ha terminado con un 15% y Brasil, por motivos políticos (el procesamiento de Bolsonaro), a un increíble 50%, 40 puntos por encima del arancel que le corresponde como país con el que EEUU, tiene superávit. Tampoco le ha ido bien a Turquía, pese a ser país de la OTAN. Probablemente, Trump lo ha hecho para obtener algo de ellos antes del 7 de agosto.
En la Tabla 2, también señalo con un asterisco los países o áreas geográficas con los que la administración Trump ha llegado a un acuerdo. El primero, el más fácil, fue con el Reino Unido, el 8 de mayo, apenas un mes después del 2 de abril: un 10% acompañado de una reducción de barreras no arancelarias.
El acuerdo con los británicos permitió a Trump señalar el camino “exitoso” de la negociación bilateral individual. Un anzuelo que picó Japón, que, además de acatar el 15% recíproco, aceptó invertir 550.000 millones de dólares en EEUU.
Con Corea del Sur fue más allá: el 15% no fue recíproco, pues los productos americanos importados por Corea quedaban exentos de arancel y, además, se comprometía a invertir 350.000 millones de dólares en EEUU y a comprar 100.000 millones en productos energéticos.
Vietnam acabó aceptando el 20%, pero eso supuso un alivio frente al 46% anunciado en abril. Además, aceptaron gravar con un 40% a los productos chinos que se reexportan desde ese país.
También Indonesia logró bajarlo al 19%, desde el 32% de abril, pero comprometiéndose a comprar aeronaves y energía de EEUU, y permitiéndoles el acceso a sus minerales críticos, como el níquel. Filipinas consiguió un acuerdo raro, en el que acabó pagando más que en la tabla de abril.
Camboya, Tailandia, Malasia y Bangladesh también llegaron a acuerdos para reducir sustancialmente los aranceles anunciados en el 'Liberation Day'. Pero, de todos los acuerdos, el que más impacto ha causado fue el alcanzado con la UE el pasado 27 de julio.
Los EEUU aplicarán un arancel general del 15% a los productos europeos, pero estos no gravarán a los bienes importados por la UE desde EEUU. Como en el caso de Corea del Sur, un arancel “asimétrico”.
Pero, además, la UE se compromete a comprar energía a EEUU por 750.000 millones de dólares, sin especificar precios ni condiciones, a invertir 600.000 millones en EEUU, pese a que Europa necesita invertir en sí misma, y comprar, en una cuantía no concreta, decenas de miles de millones de dólares en material de defensa americano, cuando lo que buscaba Europa era reforzar su industria de defensa y su autonomía estratégica.
Como resumen, la UE ha aceptado una 'envolvente' de lo más humillante si se compara con los acuerdos alcanzados por EEUU con Japón, Corea del Sur e Indonesia. Lo ha hecho en la misma semana en que se celebraba la cumbre UE-China por el 50 aniversario del restablecimiento de relaciones diplomáticas y en la que no ha sido capaz de llegar a ningún acuerdo con el gigante asiático.
Todo ello ha contribuido a proyectar una imagen de claudicación de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, agravada por haber tenido lugar en un campo de golf propiedad del presidente americano. Quizás no se haya visto nada más humillante desde el Tratado de Versalles de 1918.
¿Cuáles han sido las claves de este éxito político de Trump? Podemos destacar las siguientes:
- La primera, amenazar inicialmente con unos aranceles extremadamente altos, sin importarle el impacto en los mercados, para asustar al conjunto de los países y doblegarles en la mesa de negociaciones. China ha sido el único país que no se ha dejado llevar por esta estrategia y ha plantado cara con aranceles equivalentes (hasta el 125%, si fuera necesario, tal y como señala la Tabla 2.
- En segundo lugar, negociar bilateralmente, país a país, de forma individual, para evitar bloques o alianzas estratégicas entre ellos. El mencionado caso de la UE y China es paradigmático. También la ruptura de la incipiente alianza entre China, Japón y Corea del Sur, o el acuerdo de Mercosur, reventado de facto por el trato asimétrico a Argentina y Brasil.
- En tercer lugar, negociar secuencialmente, de forma que el resto de los jugadores, cuya estrategia óptima sería la cooperación contra EEUU, vieran como sus potenciales socios iban cayendo en la red uno tras otro.
- En cuarto lugar, acompañar la reducción de aranceles desde esa amenazante posición inicial, de compras obligadas de energía, material de defensa o inversiones en EEUU, aunque sean estratégicamente contradictorias con las necesidades y deseos del sector privado de esos países, que han demostrado en la práctica que no quieren llevar a cabo esas compras o inversiones de forma voluntaria.
- Finalmente, hacer creer a sus víctimas, que es “el mejor acuerdo posible”. Un enfoque economicista que señala que lo peor sería una escalada en la guerra arancelaria y, por tanto, por el bien de la economía, es mejor no responder y “evitar males mayores”. Curioso argumento que, salvando las distancias, que son muchas, de haberse aplicado a la guerra de Ucrania - algo que no comparto, habría supuesto ahorrarse muchas víctimas. También el destrozo de un país y una crisis energética, incluida sus consecuencias inflacionarias y sobre los tipos de interés. Es evidente que la soberanía, la dignidad y el evitar que se repita ese comportamiento totalitario, nos ha llevado a aparcar el “enfoque economicista” con Rusia. Y, en efecto, rendirse no suele ser la mejor opción, pese a los costes económicos del conflicto. ¿Por qué no se ha aplicado el mismo enfoque en este caso?
El tema merece una reflexión en profundidad, porque, como trataré de explicar a continuación, se ha aplicado un “enfoque economicista”, pero sosteniendo de forma errónea los conceptos económicos. Si un país aplica un arancel del 15% a otro país y este responde con un 15%, podrá haber un riesgo de escalada, no lo sé, pero lo que no hay es una pérdida de competitividad, definida esta como el cociente de los precios de exportación sobre precios de importación.
Ambos subirían un 15% y el cociente (lo que se conoce como la “relación real de intercambio”) no variaría. Por el contrario, si un país impone un arancel del 15% y el otro no responde, la víctima sufre una pérdida de competitividad frente al agresor de un 15%, porque sus precios de exportación aumentan en esa cuantía y los de importación no varían.
En el caso bilateral de la UE y EEUU, además, hay que tener en cuenta la evolución del tipo de cambio del euro frente al dólar. La tasa estaba en 1,03 dólares por euro, en promedio, en enero de 2025 y en julio se ha situado en 1,14.
Es decir, el euro se ha apreciado un 11% frente al dólar en estos 6 meses, de forma que los precios de exportación europeos se han encarecido en esa cuantía y los precios de importación americanos se han abaratado en la misma proporción.
Sumando ambos efectos, los del arancel asimétrico y el tipo de cambio, estaríamos hablando de un deterioro de la relación real de intercambio (pérdida de competitividad europea) de en torno al 40%. Es posible que los negociadores europeos no hayan mirado el tipo de cambio. Pero seguro que Trump lo ha hecho (uno de los objetivos de la guerra arancelaria ha sido depreciar el dólar) y se estará frotando las manos.
La derrota económica futura
La victoria política actual de Trump es evidente, pero es efímera. La imposición de aranceles supone un choque de oferta negativo para el país que los aplica y se traducirá en una mayor inflación en EEUU y un menor crecimiento económico.
Los países que sufran esa pérdida de competitividad (impuesta) con EEUU no la van a sufrir con terceros países, pues no se trata de una guerra arancelaria de todos contra todos (muchas veces se compara erróneamente con lo ocurrido en los años 30 del siglo pasado), sino de un país contra todos los demás.
Por tanto, acabará habiendo desvío de comercio, aunque tardará más si no hay acuerdos oficiales, con el resto de los países. Al fin y al cabo, el comercio está en manos privadas y, lo que no puedan vender en EEUU por el encarecimiento de sus productos, lo tratarán de colocar en otros países con los que no sufren esa pérdida de competitividad bilateral. La experiencia de las exportaciones chinas en los primeros 6 meses del año resulta llamativa, tal y como recoge el Gráfico 1.
Gráfico 1: Incremento de las exportaciones de China en 2025
Incremento de las exportaciones de China en 2025.
Comparando el valor de las exportaciones de China en lo que llevamos de año con el mismo
período de 2024, observamos cómo la política arancelaria de EEUU o la incertidumbre sobre
la misma, ha provocado una caída del 11% de las exportaciones de China a ese país.
Pero eso no quiere decir que los vendedores chinos se hayan quedado parados. Han aumentado un 14% las exportaciones a India, un 13% al Extremo Oriente, un 8% al Reino Unido y un 7% a la Unión
Europea. El tamaño de EEUU es importante. Pero no es suficiente para recolocar al conjunto
de la economía mundial como a ellos les gustaría.
Además, el enemigo principal de EEUU va a ser la inflación. Aunque ya ha habido un mal dato
de empleo que ha provocado, en un gesto totalitario, el cese de la responsable del BLS (Bureau
of Labor Statistics) es pronto para achacar ese dato a la política arancelaria.
De hecho, la política migratoria ha podido tener un impacto más relevante. Pero todo llegará. Como
también llegará la inflación. De hecho, EEUU se resiste a acercarse el objetivo del 2% y la
incertidumbre sobre el impacto inflacionista de los aranceles lo conoce la Reserva Federal, que
seguramente no bajará los tipos en lo que queda de año, irritando aún más al presidente
estadounidense.
Pero Trump ha debido darse cuenta de que Jeremy Powell no es Úrsula Von der Leyen, y su capacidad para doblegarle o humillarle es nula. Como también lo es con el conjunto del FOMC (Comité Federal de Mercado Abierto), que es el que toma las decisiones sobre tipos de interés de forma colegiada. Cambiar a Powell, si pudiera hacerlo, que no puede, no cambiaría mucho las cosas.
Y esa derrota está asegurada.