La escasez de mano de obra es uno de los principales obstáculos para el crecimiento económico en España. Por ejemplo, las vacantes sin cubrir —como porcentaje de la población activa— han aumentado de forma constante desde el inicio de la recuperación tras la pandemia, alcanzando niveles que únicamente fueron superados justo antes o poco después del inicio de la crisis financiera global de 2008.

De acuerdo a una encuesta reciente del BCE, casi un 80% de las empresas perciben que la escasez de personal cualificado es un factor que limita la inversión.

Como pone de manifiesto un informe de BBVA Research, uno de los sectores más afectados por esta limitación es el de la construcción. Desde 2020, las vacantes se han duplicado.

Según la encuesta de consumidores y empresarios de Eurostat, a pesar del incremento del coste de los materiales y de los tipos de interés, la principal preocupación de los constructores es la escasez de mano de obra.

Sin embargo, la situación no es uniforme dentro del sector. Mientras que la percepción sobre la contratación en la construcción de vivienda ha empeorado notablemente, otros tipos de obras no muestran una evolución similar.

En 2024, sólo el 10% de los trabajadores del sector tenía menos de 30 años, frente al 16% en el conjunto de la economía

Parte del problema proviene del “redimensionamiento” que sufrió el sector en los últimos 15 años. La construcción llegó a emplear cerca del 14% de la población ocupada, pero desde 2014 este porcentaje se ha mantenido entre el 6% y el 7%.

A la fuerte destrucción de empleo tras 2008 se sumó la expectativa de una crisis prolongada por el exceso de oferta de vivienda y los desequilibrios que afectaban a empresas y entidades financieras. Muchos trabajadores abandonaron entonces el sector. Algunos se reconvirtieron, pero muchos otros se jubilaron anticipadamente o pasaron a engrosar las cifras de desempleo de larga duración.

Este proceso no solamente redujo la fuerza laboral, sino que también provocó su envejecimiento. Aunque este fenómeno afecta a toda la economía, el impacto ha sido especialmente intenso en la construcción. En 2024, sólo el 10% de los trabajadores del sector tenía menos de 30 años, frente al 16% en el conjunto de la economía.

Además, el 35% tenía entre 45 y 54, cinco puntos más que en otros sectores. Esta tendencia es aún más marcada en oficios como la albañilería o la fontanería: en 2007, entre el 15% y el 20% de los trabajadores tenía entre 45 y 54 años; hoy, representan el 40%.

Algunos mecanismos del mercado están ayudando a corregir esta situación. Uno de ellos es el aumento de los salarios. Entre finales de 2019 y el primer trimestre de 2025, la remuneración media por asalariado creció casi un 46%, el mayor incremento entre todos los sectores incluidos en la Contabilidad Nacional Trimestral.

Desde 2019, el porcentaje de trabajadores nacidos fuera de España en la construcción pasó del 16% al 26%

También aumentó el número de asalariados en un 15%, casi el doble que en el resto de la economía. Esta tendencia probablemente continuará ante la presión por aumentar la oferta de vivienda nueva.

Por otro lado, el crecimiento de la inmigración está contribuyendo a cubrir los desequilibrios laborales. Se observa un posible punto de inflexión en el envejecimiento de la fuerza laboral, asociado al ingreso de trabajadores extranjeros en ciertas profesiones.

Desde 2019, el porcentaje de trabajadores nacidos fuera de España en la construcción pasó del 16% al 26%. En el caso de los albañiles, se incrementó del 26% al 40%.

No obstante, estas no son soluciones definitivas. El aumento de los salarios puede no ser sostenible a largo plazo. Por un lado, la productividad en la construcción sufre un estancamiento secular.

De prolongarse este escenario, las mayores retribuciones llevarían a incrementos en el precio de la vivienda, agravando el problema para amplios segmentos de la población.

Si persisten los problemas de acceso a mano de obra, la construcción de vivienda seguirá siendo costosa

Todo lo demás constante, es difícil que se observe un cambio estructural en esta tendencia de la productividad, dada la escasez de suelo urbanizable listo para construir, el bajo nivel de formación de los trabajadores y el reducido tamaño de las empresas.

El rechazo a la reforma de la Ley de Suelo apunta a que los problemas que retrasan la disponibilidad de terrenos para incrementar la oferta continuarán. Por su parte, más del 60% de los empleados del sector no ha terminado la educación secundaria, frente al 30% en Alemania y Francia.

Finalmente, el sector sigue muy atomizado, con empresas pequeñas y poco productivas. Sólo el 0,5% de las empresas del sector tiene más de 250 empleados, tres veces menos que en el conjunto de la economía. Esta falta de escala limita su eficiencia.

Una de las consecuencias de todo lo anterior es que la rentabilidad del sector es baja. En los últimos 15 años, la construcción de vivienda ha mostrado un retorno sobre recursos propios (ROE) sistemáticamente inferior al de otras economías europeas. En 2023, la mediana del ROE en España fue del 6%, un tercio del registrado en Alemania o Francia.

Si persisten los problemas de acceso a mano de obra, la construcción de vivienda seguirá siendo costosa. Los salarios más altos y la inmigración están ayudando a atraer recursos al sector.

Sin embargo, para resolver los problemas estructurales serían necesarios mayores esfuerzos en formación, una mejor planificación de la inmigración, políticas para fomentar la consolidación empresarial y el impulso de procesos de automatización e industrialización.

De manera clave, se requiere un consenso transversal alrededor de políticas que aceleren procesos administrativos y faciliten el aumento de la oferta.

*** Miguel Cardoso, BBVA Research.