Milton Friedman definió la inflación como el “impuesto invisible”, un medio artero empleado por los Gobiernos para obtener ingresos y erosionar la renta y la riqueza de los individuos sin el desagradable y engorroso trámite de pasar por el Parlamento.
Esto supone burlar uno de los principios básicos de la democracia: no debe ni puede haber tributación sin representación. No se puede hacer pagar impuestos a los ciudadanos sin la aprobación de las instituciones que les representan.
Sin embargo, esta idea básica ha sido y es burlada de manera sistemática. Y, como es habitual, el Gabinete Sánchez está ahí.
En este contexto, es interesante analizar cómo ha afectado y afecta el impuesto inflacionario a las familias españolas y, una vez más, el Instituto Juan de Mariana ha elaborado un informe terriblemente clarificador sobre esa importante materia.
La inflación junto a las 81 subidas impositivas aplicadas por el Gobierno socialcomunista desde su acceso al poder ha sido un instrumento para deteriorar el nivel de vida de los hogares y proporcionar suculentos ingresos al Ejecutivo para financiar su disparatada y exponencial estrategia de gasto.
No se puede hacer pagar impuestos a los ciudadanos sin la aprobación de las instituciones que les representan
Entre 2018 y lo que trascurre de 2025, la inflación acumulada ha registrado un crecimiento de 21,3 puntos, el mayor de las últimas tres décadas y, en el caso, por ejemplo, de los alimentos del 37,9 por 100.
Esto supone un 70 por 100 más del IPC acumulado durante el último Gabinete del Partido Popular.
Durante el “sanchismo” los precios se han triplicado. Si se acude a la inflación subyacente, los resultados son similares, un aumento acumulado del 18,8 por 100 frente al 7,5 por 100 en la Era Rajoy.
Ello ha tenido efectos muy negativos sobre el nivel de vida de los españoles.
Si se tiene en cuenta que el salario medio ha crecido un 22,2 por 100 desde 2018 hasta 2024 en términos nominales, su mejora es puramente testimonial una vez se ajusta a la trayectoria experimentada por el nivel general de precios.
Lo que a priori supondría un aumento salarial de 6.013 euros se convierten en 663 euros reales. Para decirlo de una manera sencilla, la inflación se ha comido, por no decir, ha devorado, el 89 por 100 del poder adquisitivo de los individuos y de las familias españoles en los años de mandato de D. Pedro Sánchez. Pero ahí no termina la historia.
La inflación se ha comido, por no decir, ha devorado, el 89 por 100 del poder adquisitivo de los individuos
Esa situación lesiva para las familias se ha visto reforzada por la negativa de la coalición gubernamental a deflactar en el IRPF el alza de la inflación. Se produce el fenómeno denominado “progresividad en frío”; esto es, el crecimiento de los salarios nominales inducido por el aumento del IPC coloca a los contribuyentes en tramos del impuesto son tipos más altos.
Esto eleva su factura fiscal. Esto se ha traducido en una pérdida de poder adquisitivo para el trabajador medio de 1.410 euros y supone un impuesto del 123 por 100 sobre la hipotética mejora salarial obtenida en el supuesto de que el nivel general de precios se hubiese mantenido estable o el IRPF hubiese sido deflactado.
La combinación inflación-no deflactación de las tarifas del IRPF ha tenido una incidencia negativa sobre el conjunto de las familias, pero, en especial, sobre aquellas más vulnerables, aquellas a quien el Gobierno dice beneficiar con sus políticas.
Los hogares ubicados entre el 20 por 100 de menor renta. Ellos son los que destinan una mayor proporción de su presupuesto a la compra de alimentos y bebidas no alcohólicas (21 por 100) frente al 12,4 por 100 de aquellas con ingresos altos.
Ha habido una perdida de poder adquisitivo para el trabajador medio de 1.410 euros
Basta un comentario para ilustrar el carácter regresivo del impuesto inflacionario: en 2024, las familias con menores ingresos gastaron 1.804 euros más para comprar el equivalente a 1.096 euros menos de bienes y servicios.
Por añadidura, la inflación ha proporcionado un golpe muy considerable al esfuerzo ahorrador de los españoles entre 2018 y 2024. El poder adquisitivo de los depósitos acumulados en las entidades financieras se ha reducido en 127.000 millones de euros.
La cara opuesta de la pérdida de riqueza de los ahorradores es la posición de los deudores que han visto disminuir el valor de sus deudas en términos reales y el gran beneficiario de la inflación ha sido de nuevo el Gobierno.
Ha incrementado la deuda pública en 419.000 millones de euros y el valor real de su deuda acumulada ha descendido.
¿España va bien? ¿La economía es un “cohete”? Pues parece que no. El éxito o el fracaso de una política económica se mide en última instancia por su incidencia sobre el nivel de vida de los ciudadanos.
Y los resultados de la gestión de la coalición Frankenstein no son positivos sino todo lo contrario. En esta hora de 2025, el español medio es más pobre que en 2018; la brecha entre el PIB per cápita patrio con respecto a la media europea no se ha reducido; España es el tercer estado de la UE con mayor porcentaje de la población en situación de riesgo de pobreza y exclusión social…para qué seguir…