Fotografía de un joven empresario

Fotografía de un joven empresario EP

La tribuna

España, un país de pymes ¿qué falta para dar el salto?

27 mayo, 2024 02:36

Cerca del 83% de las empresas de nuestro país tienen dos empleados o menos y sólo un 0,4% tienen más de 100 empleados. El dato es suficientemente elocuente: España es un país de pymes, con muchas empresas de pequeña dimensión y pocas de gran tamaño.  Es cierto que en el mapa del tejido productivo de nuestro país hay mucha disparidad entre sectores (además del sector público, los otros grandes empleadores de nuestro país son los bancos, las compañías eléctricas o las grandes empresas hoteleras), pero, sin duda, la cifra es extraordinariamente baja.

El tamaño de las empresas afecta a la competitividad y productividad. Las empresas más pequeñas tienen más difícil el acceso a la financiación, y por lo tanto termina siendo más cara, lógicamente no pueden beneficiarse de las economías de escala, y tampoco tienen la misma capacidad de inversión o de atraer talento. Este último factor es especialmente importante en un mundo en continuo cambio tecnológico, donde la IA cada vez se implementa más en los procesos de producción, por lo que es fundamental para la competitividad de las empresas contar con capacidad de inversión en innovación y talento que para adaptarse a estos cambios constantes.

En términos de PIB por hora trabajada, España cuenta con una productividad notablemente inferior a la de la Eurozona (53 dólares por hora frente a 61, en 2022, según un informe de la OCDE). Lo más preocupante es que nuestro país se va distanciando de la media, siendo el crecimiento del 2,5% desde 2015, en contraste con el 4,7 registrado en los países de la Unión Europea. El excesivo peso de las pymes puede ser una razón, aunque no la única, de esta situación.

De hecho, según un informe reciente de FEDEA, Entre otros, los factores relacionados con el problema de la productividad se encuentran en los desajustes entre la oferta y la demanda de trabajo, la alta temporalidad en el empleo y las elevadas barreras de financiación para las empresas pequeñas. 

A las pymes además les cuesta atraer talento. Los trabajadores prefieren trabajar en empresas más grandes, que consideran ofrecen una mayor estabilidad en el empleo y oportunidades de crecimiento. Según las cifras de la Seguridad Social, el número de trabajadores de grandes empresas (entre 250 y 500 o de más de 500) ha crecido a un mayor ritmo que en el caso de las pymes y micropymes (de menos de 50 empleados). De hecho, las de menos de 10 empleados han incrementado su número de trabajadores en tan solo un 12% entre 2013 y 2024 y las grandes empresas en un 50%.

Las empresas más pequeñas tienen más difícil el acceso a la financiación

En este contexto, el papel de los fondos Next Generation debería jugar un papel dinamizador en el crecimiento de las empresas. En esta misma línea, también existe un efecto positivo sobre la inversión de las empresas, especialmente persistente en el caso de las empresas más restringidas en términos financieros, que suelen ser las de menor tamaño. De ahí el importante papel que tendrían que tener los fondos NGEU para mejorar la productividad de esto segmento de empresas. Sin embargo, la evidencia lo que dice es que son precisamente las grandes compañías las que más han acaparado estos fondos. 

Por todo ello es de vital importancia para la economía de nuestro país ser conscientes de ello e impulsar iniciativas que contribuyan a hacer crecer a estas empresas, facilitando, por ejemplo, los trámites regulatorios o favoreciendo la inversión en I+D. Del mismo modo, un reparto proporcional justo en el acceso a los fondos NGEU para las empresas de menor tamaño también sería clave.

Y hay margen para la esperanza. Tenemos ejemplos de grandes empresas españolas que se han convertido en líderes globales en sus sectores. Empresas que tuvieron que gestionar su crecimiento en un entorno mucho menos dinámico que el actual, pero que han pasado de ser pymes a exitosas multinacionales, mostrando el camino a seguir.

Las grandes empresas españolas de infraestructuras y energía tienen parten muy bien posicionadas a nivel global en tendencias macro como la transición energética, que van a marcar el crecimiento de la económica mundial durante la próxima década. Subirse a esa ola puede ser provocar otro efecto dinamizador para que muchas pequeñas y medianas empresas, proveedoras de bienes y servicios especializados en esos campos, se planteen el salto a los mercados internacionales.

Los mercados financieros y de capitales están preparados para apoyar el crecimiento de estas empresas; los estados y las organizaciones supranacionales están comprometidos para apoyar esas inversiones estratégicas necesarias para conseguir los objetivos de sostenibilidad que la sociedad se ha marcado para los próximos años; los avances tecnológicos y la IA van a ofrecer nuevas oportunidades de mejoras en productividad. Es fundamental tener un tejido empresarial preparado para aprovechar esas oportunidades. Y ya hemos demostrado en el pasado que hay emprendedores, talento y capacidad para hacerlo.  

*** Javier Espurz es responsable de Corporate Bank en Deutsche Bank España. 



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