Queridos Reyes Magos,

Aunque los turrones ya estén en los lineales de los supermercados, sé que es un poco pronto para escribir esta carta, pero coincidirán conmigo en que el buen líder no espera a tener el problema encima de la mesa para reaccionar, sino que se anticipa para poder actuar.

Y, queridos majestades, como sin duda sus pajes financieros les habrán advertido año tras año, tenemos un grave problema demográfico: cada vez nacen menos niños.

En España, y aunque todavía no existía el outsourcing o subcontratación como hoy la entendemos, estoy convencida de que fueron necesarios pajes temporales a finales de los 70 para despachar todas las cartas que recibían sus ilustres buzones: casi 680.000 nuevas en 1976. A partir ahí, el número de nuevos remitentes se fue reduciendo progresivamente hasta 1996, con sólo 362.000 nuevas cartas ese año.

20 años de descenso de la natalidad porque nos estábamos modernizando en lo social y despegando en lo económico, lo que permitió a las familias reducir el número de hijos e invertir en su educación para tener un futuro más próspero, en vez de invertir en el número de hijos para poder mantener a la familia.

El inicio del siglo, sin embargo, llenó de nuevo los buzones reales de cartas, con un nuevo pico de nacimientos en el año 2008, casi 520.000, pero parece que a los papás se nos olvidó, en nuestras cartas, pedir que la prosperidad económica que vivíamos no estallase como una burbuja.

Tenemos un grave problema demográfico: cada vez nacen menos niños

Sea como sea, en estas navidades de 2023, sólo recibiréis 330.000 nuevas cartas.

Entiendo que, aunque la demanda haya disminuido, la facturación no habrá sufrido mucho. Al fin y al cabo, en este medio siglo, sus majestades han dejado de cargar en los camellos peonzas, balones y Mariquitas Pérez, y los han sustituido por Plays 5, smartphones y los robots interactivos, regalos de mucho más valor añadido que ya no se contratan con artesanos jugueteros, sino que se importan de Asia.

Pero nosotros, queridos Reyes Magos, tenemos un problema, uno que os llegará en unos años, en apenas un suspiro de vuestra vida milenaria.

Un problema que no sólo atañe a España, sino a todo el planeta. La ONU, optimista según dicen, fija el 2080 como el año a partir del cual el número de nacimientos en el mundo empezará a disminuir: el modo de vida occidental, tan próspero, va calando en el resto de culturas, incluso en aquellas en las que el número de hijos es un símbolo de estatus social.

La noticia podría ser positiva y la respuesta a los problemas de sostenibilidad a los que nos enfrentamos: menos personas, más recursos disponibles, menor impacto ecológico, más trabajo, mayor bienestar, pero ¿mayor prosperidad?

La ONU, optimista según dicen, fija el 2080 como el año a partir del cual el número de nacimientos en el mundo empezará a disminuir

El problema es el de siempre: no es cuánto, sino cómo se distribuye, ya que la reducción en el número de personas no es proporcional en todos los segmentos de población, al menos en los próximos años, sino que la que más peso tiene es la población más longeva.

Y aunque no lo incluyésemos en nuestras cartas estas últimas décadas, en España hemos se nos ha hecho un regalo, porque el número de nacimientos ha disminuido, pero la población se ha incrementado gracias a la inmigración y, bueno, con nuestras cositas patrias, vamos tirando. Otros países, como algunos de Europa del Este, Latam e incluso Asia, tienen peor suerte, ya que ven como el número de niños va disminuyendo, pero también el de jóvenes: son los emigrantes que recibimos en Europa y que están compensando nuestro descenso de natalidad.

Este cambio demográfico supone un profundo cambio económico, que va mucho más allá de las cartas que reciban sus majestades cada año, por mucho que sean reflejo del cambio social que vivimos.

Todos los países intentan aumentar el número de nacimientos: cheques bebé en diferentes formatos, aumento de los permisos por maternidad y paternidad, subvenciones escolares… incluso en el medio británico The Times, un columnista abogó por poner impuestos a los antipatriotas que no tienen hijos.

Pero la realidad es que cada vez hay más DINKs, por elección propia o imposición. No, no lo encontraréis en las cartas de este año como el nuevo juguete estrella, porque es una nueva tendencia social: double income, no kids. Dos sueldos, cero hijos, porque la vida pirata es la vida mejor, especialmente en un mar donde el trabajo escasea, los precios suben, el acceso a la vivienda se ve limitado por la escalada de tipos de interés para resolver lo anterior, y hemos descubierto que las vacaciones y la buena mesa son una necesidad que no está en la parte superior de la pirámide de Maslow, sino en la inferior, cerquita de las básicas.

Así que, queridos Reyes Magos, este año no pido un crecimiento del PIB, una bajada de los impuestos indirectos o una mayor productividad que permita la subida del salario medio. Este año, pido un cambio de los difíciles, uno social, que influya en la mentalidad en gobernados y gobernantes, especialmente en los segundos, porque el instinto maternal y paternal no se despierta con dinero, sino con políticas que verdaderamente permitan la prosperidad y desarrollo de las familias a largo plazo.

Siempre suya,