La Comisión Europea avisa a España. Indica que tiene que reducir los gastos públicos y dedicarse más a las inversiones. De momento exige disminuir en más de 9.000 millones de euros ese gasto. Por otra parte, también avisa sobre las grandes debilidades españolas: la deuda pública y el paro.

La deuda pública no ha parado de crecer en valores absolutos, superando 1,5 billones de euros. Se ha reducido en valores relativos (rozando el 113% del PIB). Pero eso se debe a que la economía ha crecido, no a que la deuda se haya reducido.

Además, a esa deuda hay que añadir cifras que no figuran en la contabilidad pública como tal; como las de organismos como la Seguridad Social, empresas públicas, etc.

Los expertos europeos prevén que la hacienda española seguirá endeudándose. Hasta ahora España ha ido recibiendo las subvenciones a fondo perdido de Next Generation. Pero pronto se empezarán a recibir bajo la forma de deuda: hasta 84.000 millones de euros. Cantidades que hay que devolver y, mientras no se amortizan, pagar sus intereses.

Con el aumento de los tipos de interés del BCE los gastos de la deuda pública aumentarán el llamado “servicio de la deuda” en los Presupuestos del Estado español y será más difícil encauzar el déficit público.

Con el aumento de los tipos de interés del BCE será más difícil encauzar el déficit público

Por otra parte, si, como es deseable, la inflación baja, los ingresos por impuestos se moderarán. Ni el IVA, ni el IRPF seguirán dopando las administraciones aportando cada vez más. Por eso la Comisión Europea quiere adelantar la austeridad.

Todas estas circunstancias amenazan dejar las cuentas españolas con dificultades para 2024, salvo que se tomen ya decisiones respecto ese gasto, como pide Bruselas. Algo que no parece fácil en año electoral. El Gobierno actual es un gobierno cigarra, lejos de ser un gobierno hormiga. La austeridad y la disciplina fiscal están lejos de su política, menos aún de cara a unas elecciones generales que se aproximan a toda velocidad.

Si, como es deseable, la inflación baja, los ingresos por impuestos se moderarán

Ahora bien, si no se empieza ya a reducir gastos desde ahora, en 2024/25 habrá que aumentar los ingresos fiscales para controlar el déficit público. Ya se ha intentado con los impuestos a la banca o las grandes fortunas pero su capacidad recaudatoria es reducida y se puede decir que está agotada. Por tanto, todo intento de aumento de recaudación caerá sobre la clase media, como siempre.

Lo primero que pide la Comisión Europea y el vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), el español Luis de Guindos, es eliminar las bonificaciones en los combustibles fósiles y el gas. Eso subirá los costes de familias, industrias y transporte, exigiendo políticas fiscales más austeras para presionar la inflación a la baja. Otra razón para exigir austeridad desde ya a las cuentas del gasto público.

El Gobierno actual es un gobierno cigarra, lejos de ser un gobierno hormiga

Todo este panorama se deduce del aviso que esta semana ha realizado Bruselas, justo cuatro días antes del 28-M. Un aviso que ha pasado bastante desapercibido. Lo han tapado en los medios de comunicación las listas municipales con etarras de Bildu, el 'affaire Vinicius' y la compra de votos por correo.

Cómo decía en mi artículo de este viernes pasado, la macroeconomía ha pasado sin pena ni gloria en esta campaña. Y, como afirmaba en él, eso es un error, porque la macroeconomía acaba influyendo en la microeconomía, en los bolsillos de las personas y las cuentas de pérdidas y ganancias de las empresas. Empresas que entonces verán reducida su capacidad de crear empleo.

Y esa es otra de las preocupaciones que señala Bruselas respecto a España: el exceso de desempleo, sobre todo entre jóvenes y personas de más de 50 años. Por eso la Comisión ha pedido al Gobierno español que se centre en la inversión productiva. Algo que parece lejos de la actual actividad gubernamental.

Hoy, al votar, el ciudadano puede olvidarse del aviso de Europa. Hay mensajes electorales más directos y menos sofisticados. Las tensiones territoriales, las políticas proletarias de Bildu, la polémica sobre el racismo en el fútbol español o las rectificaciones de leyes mal formuladas y peor tramitadas son algunos de ellos. Con todo ese ruido es fácil olvidarse de los criterios macroeconómicos. Lo pagaremos en 2024 y 2025.

** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.

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